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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Dominantes. La campaña presenta a mujeres fuertes y a los hombres en posturas ridículas.
El hombre objeto

El hombre objeto

La firma holandesa Suistudio siembra la polémica al desnudar a modelos masculinos y tratarlos como sujetos decorativos y sumisos

LUIS GÓMEZ

Domingo, 22 de octubre 2017, 10:40

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Salvo Jon Kortajarena, que ha vuelto a desnudarse en la última y provocadora campaña de Balmain (el bilbaíno aparece orinando junto a otros compañeros enfrente de los escaparates parisinos de la lujosa tienda francesa), pocos modelos suelen quedarse en cueros. Este papel parece reservado casi en exclusiva a las mujeres, a las que diseñadores como Roberto Cavalli y Peter Dundas transforman habitualmente en objetos sexuales para disparar las ventas. El difunto Yves Saint Laurent puso patas arriba la moda y desencadenó un escándalo en 1971 al protagonizar un desnudo integral en el lanzamiento de uno de sus primeros perfumes. Marc Jacobs emuló al genio francés y posó en 2011 sin nada de ropa encima de una cama para promocionar la fragancia 'Bang'. La sangre no llegó al río con el diseñador neoyorquino, pero la campaña ametralló los códigos de una industria que emplea distintas varas de medir.

Todo lo que tiene de conservadora con el género masculino, donde no se aparta un milímetro de lo políticamente correcto, se transforma en sumisión y humillación cuando trabaja con tops. A muchas, independientemente de su edad y caché, les ha tocado interpretar en infinidad de ocasiones el papel de esclavas sexuales, sometidas al poder machista de un negocio que exhibe alegremente pechos y traseros femeninos, pero rara vez los órganos sexuales masculinos.

Solo el tejano Tom Ford va por libre con anuncios subidos de tono, en los que lo mismo despelota a hombres que a mujeres. Son, en cualquier caso, excepción los hombres que muestran sus partes más íntimas. Por eso sorprende la polémica creada -¿deliberadamente?- por la marca holandesa Suistudio. Varones desnudos, mujeres vestidas. Este es el punto de partida de una campaña que ha dado la vuelta al mundo y al machismo reinante en el mercado de la publicidad.

Clavando los tacones

Mientras los hombres forman parte del decorado de un lujoso apartamento, como si fuesen un mueble más, ellas, enfundadas en trajes de corte masculino, clavan sus afilados tacones en sus genitales o les manosean las nalgas. Los mismos valores que exalta la publicidad moderna, pero con los roles invertidos. ¿Casualidad o no? La compañía fundada en 2000 juega al despiste, mientras crecen las sospechas acerca del supuesto lavado de imagen con el que intentaría sacudirse las acusaciones sexistas y de machismo recibidas años atrás cuando mostraba a muchachas con las faldas levantadas o en posturas provocadoras.

¿Cómo busca redimirse? Relegando a los hombres a un papel desconocido y secundario. Les tapa de forma deliberada el rostro, cuando no son los propios modelos los que cierran los ojos, como si no quisiesen ver lo que se les viene encima. Ellas, por el contrario, aparecen retadoras y nada vulnerables. Con un aire desafiante y dominante, juegan el tradicional papel de los hombres. Sin concesiones de ningún tipo para escotes pronunciados, las mujeres llevan los pantalones y hasta se anudan corbatas como símbolo de su dominio. Se apropian del estilo varonil, frente a unos hombres que, despojados de ropa, dan la sensación de andar perdidos. Personajes de segunda fila que emprenden una huida hacia no se sabe dónde o se asoman a un abismo frente a la indiferencia de sus parejas. Retratados en posturas ridículas, pierden su sitio ante una nueva generación de féminas que simula cortarles la respiración oprimiéndoles las garganta con sus largas piernas.

Esta atmósfera opresiva y viralizada a través de la cuenta oficial de Instagram de la marca pretende, en teoría, dibujar un nuevo escenario. La campaña 'Not Dressing Men (No vestir a los hombres) reflexiona sobre el uso de los cuerpos en la publicidad. Kristina Barricelli, vicepresidenta de la compañía, interpreta el trabajo como una «llamada a la audiencia para que reconsidere los rígidos roles de género que se han reforzado a través de los anuncios» durante años. Este cambio de roles, sin embargo, reincide, para muchos expertos, en «la cosificación humana» y en nada favorece la igualdad de géneros. Reafirmaría el absurdo de la sexualización presentando a los hombres como un accesorio extra para ensalzar el empoderamiento femenino. En medio de tanta controversia, la firma holandesa disfruta viendo cómo casi todo el mundo ha vuelto a picar su anzuelo con algo tan absurdo como poner a los modelos con el culo al aire.

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