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Comentario de Rosa María Miras en su perfil de Facebook. :: r.c.
La mujer despedida por pedir que violaran a Arrimadas: «Se me cae la cara de vergüenza»

La mujer despedida por pedir que violaran a Arrimadas: «Se me cae la cara de vergüenza»

Rosa María Miras, que pidió en las redes sociales que violaran a Inés Arrimadas, se muestra arrepentida. «Lo peor no es haber perdido el trabajo, sino saber que nunca encontraré otro»

Jueves, 7 de septiembre 2017, 08:05

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Habían pasado sólo unos minutos de las once de la noche y el debate que estaba viendo en televisión había acabado con su paciencia. Sabía que lo que se disponía a hacer tendría consecuencias: «Sé que me van a llover las críticas de todos lados» -auguró-, pero no midió el alcance. El domingo se metió en su perfil de Facebook y sin pensarlo dos veces arremetió directamente contra una de las tertulianas: «Escuchando a Arrimadas en el debate de T5 sólo puedo desearle que cuando salga esta noche la violen en grupo, porque no merece otra cosa semejante perra asquerosa».

Ahí quedó el violento exabrupto, hasta que cuatro horas más tarde, la portavoz de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña contestaba a los insultos: «Aquí una muestra clara de odio. Voy a denunciar a esta señora». Inés Arrimadas lo anunciaba desde su cuenta oficial de Twitter y en plena madrugada (3.48 horas). La parlamentaria reconoce que hasta ahora había recibido muchos insultos en redes sociales, pero no de este calibre y lo califica de «especialmente grave y muy ofensivo» no solo con ella, sino con todas las mujeres.

Rosa María Miras podría enfrentarse a un juicio por un delito de injurias graves, que conllevaría una multa a determinar por el juez y a pagar durante un periodo de entre 6 y 14 meses. Así lo asegura Pedro González, abogado penalista del bufete Garrigues, quien advierte que sólo en 2016, la Fiscalía realizó un seguimiento sobre 415 procedimientos judiciales sobre delitos de odio cometidos a través de canales físicos u 'online', siendo 37 por provocación al odio, la violencia o la discriminación.

Hay dudas sobre si un comentario tan brutal, pero hecho en privado, debe acarrear un despido

A la cascada de airados comentarios que corrieron en las horas posteriores, hasta que Miras borró su rastro de internet, se sumó algo con lo que no había contado: su despido inmediato de la empresa donde trabajaba, la tasadora inmobiliaria Tinsa. «¿Cómo iba yo a imaginarme algo así? Claro que me arrepiento», confiesa en declaraciones a este periódico. Miras se siente «hundida» tras la enorme repercusión que ha tenido su caso. Se ha quedado sin el empleo que había conseguido a través de una Empresa de Trabajo Temporal (ETT) en Tinsa y en la que llevaba apenas un mes en el departamento de Atención al Cliente. Desde Tinsa reconocen que el tema es «delicado» y que no quieren añadir nada más al comunicado emitido. En él expresan su «total repulsa a los inaceptables comentarios manifestados contra la señora Arrimadas por esta persona, que ya ha dejado de trabajar para la compañía».

¿Despido procedente o no?

Pero, ¿hasta qué punto el comentario realizado por un trabajador en su ámbito privado puede tener unas consecuencias laborales? El tema genera controversia sobre si el despido es procedente o no. Hay ámbitos de las relaciones particulares que pueden afectar a la imagen de una empresa y, sin embargo, la normativa laboral no prevé una solución. «Por eso, cada vez son más las compañías que elaboran un código ético para cubrir esas lagunas legales y regular el comportamiento de sus empleados de acuerdo a sus valores y principios», explica Cristóbal García, socio del departamento Laboral de Garrigues. Si existiese ese código interno en este caso, la balanza se inclinaría hacia el lado de la empresa.

El despido podría considerarse procedente si la empleada hubiera utilizado un medio de la empresa para verter un comentario ofensivo. «En este supuesto, sí habría conexión con la relación laboral por el uso indebido de un medio de la empresa e, incluso, si ella se hubiera identificado como trabajadora de la misma o alguien pudiera relacionarla con ella», explica García. Pero no es el caso, porque Rosa María Miras ha tenido un comportamiento particular en su ámbito privado. «El problema es que dada la gravedad del insulto, la trascendencia social, la relevancia del personaje y la publicidad que se ha hecho del asunto ha conducido a que se conozca dónde trabaja y eso conlleva un daño para la imagen de la empresa», argumenta el letrado laboralista para sostener que el despido podría ser procedente y por tanto la empresa no tendría que pagar ningún tipo de indemnización.

«Es desproporcionado»

No lo ven igual desde CC OO. «El comentario es desafortunado, brutal, pero no podemos confundir los órganos jurisdiccionales; creo que el laboral no está para estas cosas», explica Antonio García, abogado del sindicato. «El despido es desproporcionado, porque se trata de algo que ha ocurrido al margen de la relación laboral y la empresa, por más que le disguste el comentario, no puede acogerse a él para plantear un despido disciplinario, si es que ha sido así», asegura con cautela.

Para García, a la empresa le ha dado igual despedir a esta trabajadora temporal, «porque con un mes de antigüedad resulta fácil, cómodo y sencillo quedar bien con la sociedad y salvar un nombre que nadie ha manchado».

El despido improcedente conllevaría una indemnización. Aún así, podría impugnarlo alegando «despido nulo» por vulneración de derechos fundamentales, en este caso, la libertad de expresión. «Pero estos tienen límites y son otros derechos fundamentales. Así, la libertad de expresión colisiona con el derecho de Arrimadas al honor, a su integridad física, moral, su imagen...». Si el juez lo declarara nulo, la consecuencia inmediata sería la readmisión del trabajador. Sin embargo, es una posibilidad de la que Miras no quiere oír ni hablar : «No, no podría volver. Se me cae la cara de vergüenza», confiesa. Para esta licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona y de 45 años lo peor no ha sido perder el trabajo, sino «saber que nunca encontraré otro, la imagen que queda de mí y lo mal que lo está pasando mi familia».

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