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La guerra nada santa de Tamara Falcó

La guerra nada santa de Tamara Falcó

La hija del marqués de Griñón, ahora a dieta, está que muerde. En su conflicto con ‘¡Hola!’ no ha dudado en implicar a su madre, Isabel Preysler

ARANTZA FURUNDARENA | el comercio

Sábado, 21 de enero 2017, 11:17

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A Tamara Falcó le pierde la boca. Tanto por lo que le gusta comer como por lo que acostumbra a largar. En eso no ha salido a su ascética y discreta madre. La hija más beata de la reina de corazones y del marqués de Griñón anda ahora enzarzada en una guerra que tiene muy poco de santa; una sorprendente batalla contra la revista ¡Hola!, importante fuente de financiación de las Preysler S.A.. El cabreo la ha llevado a dimitir o tal vez a ser cesada (estilo Trillo) de sus tareas como bloguera en dicha publicación, por las que podría haber estado cobrando un sueldo de hasta 3.000 euros mensuales. Lo peor es que en sus críticas a ¡Hola! en Instagram ha llegado a implicar a su progenitora poniéndola en una situación incómoda con la revista de la que es embajadora. Y es que Tamara está a dieta. Ha sido prohibirle el azúcar y perder ella toda su dulzura natural.

El origen del conflicto radica en unas fotos publicadas por ¡Hola! en las que Falcó se vio gorda. Cuando te crías en un hogar donde domina la estética geisha y eres hija de una madre que pasados los 60 liga más que tú y encima sigue llevando la esbeltez por bandera, la presión debe de ser tremenda. Ciertos comentarios hechos en público tampoco ayudan. A finales de diciembre, en el último sarao palaciego con Carlos de Inglaterra, Preysler declaró a ¡Hola! que ella y toda la familia estaban seguros de que «físicamente volverá a ser la Tamara de siempre», como si recuperar la figura fuera comparable a recuperarse de una grave enfermedad.

Isabel no se equivocó. Un par de semanas después Tamara vuelve a lucir flaca. Pero por el camino parece haberse dejado aparcado su proverbial buen humor. Ha enseñado los dientes, no para atacar un apetitoso bocata de jabugo sino para arremeter contra los responsables de ¡Hola!. «Aprovecharte de alguien cuando está pasándolo mal para vender más ejemplares, te decepciona» ha escrito en Instagram. Al fondo, un problema de hipotiroidismo que además de ralentizar el metabolismo suele provocar cambios de humor. «Me sacaron en mi peor ángulo», protesta ofendida, en referencia a aquel photocall donde hace apenas un mes posaba embutida en un ajustado (y poco acertado) vestido de terciopelo rosa que evidenciaba su aumento de peso.

Verse así le causó tremendo bajón. Su hermana mayor le habría aconsejado tomárselo con humor. Chábeli declaró hace tiempo que se niega a vivir dedicada «al culto al cuerpo como mi madre» y que renuncia a heredar esa extrema fijación por la belleza que profesa la perfeccionista Isabel. Una obsesión que hizo que Preysler llegara a moverle la silla a Pablo Motos en El Hormiguero para ocupar su lugar y así poder mostrar su perfil derecho (según ella, el que más le favorece). Algo que ni Juliette Binoche ni otras grandes de Hollywood que han pasado por el programa se han atrevido a insinuar.

Pero Tamara no es Chábeli, que vive a su aire en Miami. Ella a sus 35 años permanece en el hogar materno bajo la influencia de su madre, acostumbrada a pasar (si lo cree necesario) con un ligero té de hibisco y una manzana por todo almuerzo. «Hay excepciones, pero cuando una mujer pasa de los 50 y sigue muy delgada, casi siempre es porque ingiere muy poco. Las hay que en su casa apenas prueban bocado y solo comen normal cuando van a restaurantes». Lo asegura la nutricionista Montse Folch, creadora de la legendaria dieta de la alcachofa. «La moda ahora mismo está en la línea vegana, los batidos vegetales y los zumos detox», explica. De eso habla el libro del doctor Manuel Jiménez Ucero, La dieta slow, publicado esta semana. La doctora Folch también prepara el suyo para el 26 de enero bajo el título La dieta de los colores, en el que defiende que se puede mantener la línea «comiendo un poco de todo».

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