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ZAZ, (nombre artístico de Isabelle Geffroy) ha puesto de moda la música en francés.
Hechizo en francés

Hechizo en francés

Russell Crowe es uno de sus admiradores. «Realmente me encanta, es genial», dice de Zaz, una treintañera que causa furor en medio mundo con su mix de chanson y gypsy-jazz

ISABEL IBÁÑEZ

Domingo, 4 de octubre 2015, 11:00

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El actor neozelandés Russell Crowe ha dejado claro en un par de tuits lo mucho que le gusta Zaz, la cantante que está poniendo de moda en medio mundo la música en francés. Uno de ellos fue simplemente un: «Aah, Zaz» acompañando al vídeo de 'Si jamais j'oublie'. En otro se entendía algo más: «Oh, sí, escalar una montaña con esa voz... Zaz». Ya la había elogiado en una reciente entrevista concedida a una televisión gala durante la promoción de la película 'Promesa de vida': «Realmente me encanta, creo que es genial. Una de sus canciones ('Eblouie par la nuit') ha inspirado uno de los temas presentes al final de mi película. Fue mi fuente directa de inspiración», confesó. La cantante, incrédula y emocionada, le respondió con una proposición sorprendente: «Por favor, me gustaría que me invite a hacer un viaje por Australia. Ya nos veremos, nos reuniremos y haremos un montón de cosas buenas juntos, estoy segura». A lo que un Crowe descolocado contestó: «Tiene una voz increíble, y hablo desde el corazón. Es una gran cantante».

Isabelle Geffroy es el nombre de esta chica de 35 años que ha encontrado la receta perfecta para combinar la chanson francesa con el gypsy-jazz. Se hizo conocida para el gran público en 2010 gracias al latigazo que dio su tema 'Je Veux', incluido en su primer disco, 'Zaz'. Hoy, tres discos después, ha vendido tres millones de copias en todo el mundo y ha llegado a grabar a dúo con el mismísimo Charles Aznavour, que habla así de ella: «Tiene una seducción natural. Puede cantar todo y conmover el alma. Llegará muy lejos. Ya tiene una carrera única, acompañada por una reputación internacional. Es la primera cantante francesa que logra esto en mucho tiempo».

Siempre se ha dicho que fue descubierta en las calles de Montmartre cuando cantaba a capella para los viandantes, pero ella misma se ha encargado de suavizar esta versión que, en realidad, pega bastante con su pinta de hippy bohemia, de alternativa, de buenrrollista, como una especie de Bebe a la francesa (pero sin las salidas de tono de ésta): «Fue solo un momento en mi vida, en realidad pasé un corto periodo de tiempo cantando en la calle cuando ya había salido el primer disco. Pero me gusta la calle, sentir y ver lo que les pasa a los demás. La clave está en mirar. Nunca terminaré de descubrirla, siempre encuentro cosas nuevas. Cuando no estoy allí, la extraño. Caminarla me hace feliz. De todos modos, amo también mucho la naturaleza y busco escaparme a la montaña o a las cascadas cada vez que puedo, allí encuentro la inspiración», dijo a un periódico argentino.

Madre profesora de español

A pesar de ser hija de una profesora de español (y de un trabajador de una compañía eléctrica), solo lo chapurrea. Pero lo bastante para que en sus conciertos en nuestro país -triunfó en el Jazzaldia de San Sebastián- cuente en castellano la historia del 'Colibrí', el nombre de la ong ecologista y humanista con la que colabora y a la que dedica parte de los beneficios obtenidos con el 'merchandising' de su imagen. «Un bosque se incendia y todos los animales tratan de apagar el fuego. Al ver a un colibrí llevando en su pequeño pico unas gotas de agua, le preguntan: '¿Qué haces?'. Y él contesta: 'Estoy haciendo mi parte, lo que puedo'». Dice que eso es lo que ella intenta para su vida, de la que le gustaría cambiar el consumismo por el respeto al medio ambiente y a las personas. Valores que proclama en muchas de sus letras.

De cría estudió en el conservatorio de Tours solfeo, violín, piano, guitarra y canto coral. Luego su familia se mudó a Burdeos, donde continúo con sus cursos en una escuela de música moderna gracias a una beca. Su carrera profesional se inicia en 2001 con la banda 'Fifty Fingers', para formar parte poco después de Izar-Adatz, un grupo vasco francés de dieciséis músicos con los que giró dos años por la zona, una especie de troupe con cantantes y bailarines que iban de pueblo en pueblo durmiendo en el autobús. Así fue durante dos años, hasta que se cansó de la dureza de la vida errante, y en 2006 se instaló en París, donde empezó a colaborar con multitud de artistas. Actuó año y medio en el famoso piano bar Aux Trois Mailletz, por donde han pasado históricas figuras del jazz, entre ellas su admirada Nina Simone. Pero empezó a verse como una funcionaria y se puso a cantar en Montmartre.

Había mandado su myspace a una discográfica y en 2010 llegó su primer disco, gracias al que recibió el Premio European Border Breaker Awards por ser la música francesa más escuchada fuera de su país ese año. A pesar de este ascenso meteórico, ella sigue pareciendo la misma chica de Montmartre a la que los turistas jaleaban cuando escuchaban su éxito anticonsumista, 'Je Veux': «Dadme una suite en el Ritz, / ¡no es lo que quiero! / Joyas de Chanel, / ¡no es lo que quiero! / Dadme una limusina, /¿qué haría con ella? (...) / Quiero amor, felicidad, buen humor... / No es vuestro dinero el que me hará feliz, / yo lo que quiero es morir con el corazón en la mano».

Nació en Tours en 1980 y lleva vendidos más de tres millones de discos, la mitad de ellos fuera de su país.

Su álbum de debut se titula con su propio nombre, Zaz (2010), disco de platino en su país. Incluía la canción que la lanzó a la fama, 'Je Veux'. Después llegó el album 'Recto verso' (2013).

'Paris' es su tercer y último disco. Está grabado con una big band y recupera en clave de jazz las canciones con las que los franceses intentaban evadirse de la presión durante la ocupación nazi, en la Segunda Guerra Mundial. En él ha colaborado el productor Quincy Jones.

Ha cantado a dúo con grandes de la canción francesa, como Charles Aznavour, en 'J'aime Paris au mois de Mai'. Y acaba de grabar con el español Pablo Alborán.

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