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El palacio de Marivent se sitúa sobre el acantilado de Cala Mayor, lo que lo dota de unas espectaculares vistas a la bahía. :: korpa
El reino de Sofía

El reino de Sofía

La Reina emérita pone patas arriba Marivent para recibir a todos sus nietos. En este paraíso de 33.000 metros cuadrados jugarán entre adelfas, mangos, obras de arte y la piscina... sin tocar los bonsáis del abuelo

ESTER REQUENA

Sábado, 4 de julio 2015, 09:44

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Los siete empleados fijos del Palacio de Marivent no paran; todo tiene que estar en perfecto estado de revista. Doña Sofía se ha adelantado este año y se ocupa 'in situ' de que a la residencia no le falte un detalle. Cogió un vuelo regular a Palma de Mallorca hace unos días y ya ha tomado posesión de su habitación a la espera de que sus nietos lleguen de forma escalonada en las próximas semanas. A la Reina emérita, que por encima de todo ha demostrado que es abuela, le gusta reunir al completo a los primos y que disfruten juntos, ajenos a los tiras y aflojas de sus padres. En Marivent hay sitio de sobra para todos en las cuatro residencias que se encuentran repartidas por los 33.000 metros cuadrados de la finca, en la hermosa atalaya de Cala Mayor.

En Marivent no ha habido sucesión... al menos de puertas para adentro. Doña Sofía reina en el palacete, que no entusiasma tanto a doña Letizia. Aquí no sigue el «ejemplo impagable» de su suegra, una enamorada de Palma que ha convertido la masía en su particular palacio griego de Tatoi, donde pasó su infancia bañándose en el Egeo. Su mano se nota en todas las habitaciones, donde domina el blanco, su color preferido.

Ella ha supervisado personalmente cualquier mínima reforma llevada a cabo en la casa desde que llegaran en un Seat 1400 allá por 1973. Y Marivent (mar y viento en mallorquín) ha cambiado considerablemente desde entonces. Incluso ha ampliado sus dominios a tres residencias más a medida que don Felipe y las infantas Elena y Cristina se independizaron.

El edificio principal, con sus famosas escalinatas de los posados oficiales, conserva su impronta original de 1925, cuando el pintor y mecenas de origen griego Juan de Saridakis ordenó construirla. Cuando murió, en 1963, su viuda la cedió a la isla para que se convirtiese en un museo donde exhibir más de un millar de obras de arte, una biblioteca con dos mil volúmenes y un centenar de muebles de distintos estilos. Con todo ese patrimonio de por medio, doña Sofía distribuyó los tesoros a su gusto por las dos plantas y el torreón, en el que situó su caballete de pintura. También se adaptó la casa a las necesidades de los tres niños pequeños y el matrimonio. Se cerró parte del porche para ganar en la zona baja más habitaciones, reservándose la alta para los entonces Príncipes y sus invitados. Unas obras con las que se llegó a los 900 metros cuadrados actuales. A ellos se sumó una piscina con dos escalinatas en piedra mallorquina que comunican la finca con el mar y se rumorea que hasta un búnker de seguridad.

Sin muebles

A finales de los 80, el palacete necesitó una redecoración forzosa. Pero no por decisión real. La masía se vació por orden del Tribunal Supremo tras el litigio iniciado por los herederos del pintor griego. Sus sucesores consideraban que se habían incumplido sus últimas voluntades al no convertirse Marivent en un museo abierto al público. Cuatro enormes contenedores dejaron la residencia sin apenas muebles y complementos. Incluida una espectacular lámpara de cristal de Murano que se resistió a irse y requirió de un especialista para desmontarla. También se quedaba la sala de estar huérfana de su principal cuadro: un retrato de los Saridakis.

La Reina tiró entonces del catálogo de Patrimonio Nacional para adecentar, huyendo de la ostentación y siguiendo con el color blanco, la sala de estar, la de música, el comedor y los despachos. Para sus paredes seleccionó valiosas obras de arte, entre ellas algunas del andaluz Manuel Salinas por petición de don Juan Carlos, amante del arte contemporáneo. Aunque la joya de la corona es la terraza, donde la familia almuerza a diario con las espectaculares vistas a la bahía. Esas mismas que han disfrutado en sus estancias en Marivent desde Lady Di y Carlos de Inglaterra a Michelle Obama, pasando por los Clinton, Gorbachov y un largo etcétera de políticos y miembros de la realeza.

Las maravillas de Marivent se extienden por 33.000 metros cuadrados convertidos en un auténtico vergel de pino mediterráneo, rosales, adelfas, limoneros, naranjos, higueras, nísperos y mangos. En un preciado rincón se acumula también la colección privada de bonsáis que don Juan Carlos atesora en la isla, además del huerto del que salieron las semillas de tomatera que doña Sofía regaló hace unos años a Michelle Obama. Sin olvidar un helipuerto y una pista de pádel.

Unos jardines que en un futuro podrían abrirse al público siempre que la Familia Real no esté en la isla. El tripartito que ahora gobierna la comunidad balear (PSOE, Podemos y MÉS) tomó entre sus primeras medidas solicitar a la Casa Real el acceso público a estas zonas verdes, que figuran como propiedad autonómica y en la que solo en mantenimiento se les va más de un millón y medio de euros cada año.

Los turistas no se asomarían por las residencias privadas de las infantas, Son Ventet y la Casa de los Oficiales, de unos 200 metros cuadrados cada una y habilitadas para el descanso independiente de sus familias. Y menos por Son Vent, la villa de unos 500 metros cuadrados que pertenecía al Ejército del Aire y que se cedió a don Felipe. Se siguió así la línea de 'independencia' que inició años antes de casarse con el pabellón del Príncipe en La Zarzuela. De nuevo su madre se ocupó de la decoración de sus habitaciones, aunque con la llegada de doña Letizia, en 2004, se cambió la instalación eléctrica y se colocó un nuevo sistema de aire acondicionado más moderno y silencioso, además de reformarse la cocina.

A Sol Vent volverán de nuevo este año. La presencia de los monarcas se da por segura en Palma, por más que los discretos portavoces de Zarzuela insistan en que aún no se conoce «ni una línea de sus planes estivales». Tampoco, si por fin las pequeñas Leonor y Sofía recibirán su bautizo de mar en el tradicional cursillo de vela en la Escuela de Calanova junto a sus primos.

La llegada de los Reyes

En Mallorca no dudan de que don Felipe disfrutará de alguna jornada de la Copa del Rey, que este año se celebra del 3 al 8 de agosto. «No sería de recibo que no apareciese, porque tradicionalmente la familia siempre ha acudido a esta competición. Y seguro que volverá a subirse al 'Aifos', como ya hizo como monarca el año pasado», enfatiza una periodista que lleva décadas siguiendo su periplo mallorquín.

Con el inicio de su reinado y el cambio de aires que se le quería dar a la institución, muchos vaticinaron un cambio de residencia estival. Pero don Felipe quiso mostrar su fidelidad a «este trozo de cielo en la Tierra». También dejó la puerta abierta a un posible cambio de planes: «Aunque hablar del futuro siempre es complicado, nuestra intención es seguir viniendo». Y más, mientras doña Sofía siga reinando en Marivent.

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