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La foto que Ana Boyer colgó en internet. :: twitter
¿Tiburones? No, inspectores de Hacienda

¿Tiburones? No, inspectores de Hacienda

Ana Boyer nada feliz entre escualos, mientras Tita Cervera se recupera del susto de haber tenido a la Guardia Civil en su yate Mata Mua

ARANTZA FURUNDARENA

Lunes, 25 de agosto 2014, 09:30

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Ana Boyer ya tiene nombre sioux, en plan Kevin Costner. Si a él en la famosa película los indios lo llamaban Bailando con Lobos, a la hija menor de Isabel Preysler podríamos denominarla Nadando con Tiburones. Ana ha colgado una foto en su cuenta de Twitter en la que aparece sumergida en un mar transparente y turquesa junto a un par de escualos y la ha titulado con una de las exclamaciones más disuasorias que existen: ¡Tiburones!

No es por quitarle mérito a la bella novia de Verdasco, pero esos 'tiburcios' (como los llaman en México) tienen menos peligro que el Papa Francisco repartiendo bendiciones. Son (por experiencia lo digo) tiburones 'nodriza', también llamados 'gata'. Comparados con otros escualos, la suya es una boquita de piñón con dientecillos de leche, y a la hora de alimentarse no muerden sino que succionan moluscos y crustáceos. Alguna vez han atacado al hombre, sí. Pero solo porque el hombre se lo merecía (hay plastas que insisten en tirarles de la cola). Y por suerte, ese no parece ser el caso de Ana Boyer, una chica de educación exquisita.

Carmen Cervera no ha avistado este verano tiburones, aunque ella tal vez diría que sí, que tenían unas poderosas mandíbulas y llevaban traje y corbata... A finales de julio unos inspectores de Hacienda, escoltados por una pareja de la Guardia Civil, abordaron el yate de la baronesa en plan 'Montoro llama, dele la bienvenida'. Es decir, por sorpresa y sin intención de rendirse. Según ha publicado 'La Otra Crónica', el propósito de los funcionarios era entregar una notificación, como si Tita no tuviera casas suficientes a las que enviarle una carta. ¿Morosa la multimillonaria viuda del magnate 'Heini' Thyssen? No exactamente. Lo que pretende Hacienda es que aclare cuántos días reside al año en España y si son los suficientes como para obligarla a realizar en su país natal la declaración de la renta. Y es que en asuntos fiscales Tita no se hace la sueca, se hace la Suiza, que es casi peor.

«Nadie espera a la Agencia Tributaria Española», debía de pensar Carmen Cervera, en plan Monty Python. Menos aún, cuando estás a bordo del despampanante Mata Mua. Y cuando acabas de apoquinar, sin rechistar, dos millones de euros al fisco de tu país por una investigación anterior. Lo malo es que la baronesa ni siquiera pudo esgrimir el típico: «Usted no sabe con quién está hablando», porque al ser tan famosa eso es sencillamente imposible. Dicen que el requerimiento le supo a atropello y le sentó peor que si la hubiera asaltado una banda de piratas.

Estaban con ella su hijo Borja con su embarazadísima mujer, además de sus nietos, que apenas acaban de conocer a su abuela y tal vez pensaron que esos guardias se la llevaban a la Penitenciaria de Springfield, como en Los Simpson (un trauma para toda la vida). Así que según desembarcaron los inspectores con la pareja de la Guardia Civil, Tita se puso en contacto con sus abogados. La decisión ha sido enviar una carta a Rajoy, y no precisamente de amor.

El problema con Carmen Cervera es que es tan omnipresente en los medios españoles que parece que viva en España el año entero, o al menos más de esos 183 días que marca la ley. Sobre todo este verano, por su sonada reconciliación con su hijo. Claro que una cosa es el domicilio fiscal y otra el mediático. Y el primero Tita asegura tenerlo en Lugano, una localidad suiza al borde de un lago de aguas tranquilas y, por supuesto, exentas de tiburones.

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