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Palacio de Viana (Asuntos Exteriores). :: efe/ministerio a. e.
El casoplón del ministro

El casoplón del ministro

Palacios, pisos de 400 metros... El cargo en el ministerio incluye casa puesta. Pero ningún miembro del Gobierno de Rajoy ha querido mudarse

YOLANDA VEIGA

Lunes, 21 de abril 2014, 11:03

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En el censo de viviendas vacías en España, 3,4 millones el año pasado, falta el piso del Palacio de Viana, un majestuoso edificio de comienzos del siglo XVI que se levanta en un rincón privilegiado detrás de la madrileña Plaza Mayor. Es un apartamento «muy cuqui» con una mesita cuadrada en el salón. No nos dejan asomarnos más, «por seguridad». Desde 1939 es la residencia oficial del ministro de Asuntos Exteriores, pero José Manuel García Margallo no la ocupa y vive en su casa de siempre, que está en Madrid, no muy lejos del ministerio.

Ninguno de los ministros de Mariano Rajoy ocupa las casas que tienen incluidas en el cargo. Así que deben estar vacías. Si les han dado otro uso, no lo cuentan. Pero lo que sí es seguro es que en cada edificio ministerial hay un espacio habilitado como vivienda que, de hecho, sí han utilizado anteriormente sus homólogos. Bibiana Aído, antigua titular de Igualdad, traía de cabeza a los vecinos de la zona de Nuevos Ministerios de Madrid con sus salidas nocturnas con amigas y el dispositivo de seguridad que exigía. Vivió pared con pared con el entonces ministro de Política Territorial, Manuel Chaves. Otros que han ocupado las sedes oficiales han sido Carme Chacón, su marido y el bebé que nació siendo ministra de defensa (ocuparon un inmueble de 400 metros), Leire Pajín, Carmen Calvo, Antonia Trujillo... y Trinidad Jiménez y Miguel Ángel Moratinos, los dos últimos responsables de la cartera de Exteriores e inquilinos del palacete de Viana. Este edificio y el anexo Palacio de Santa Cruz conforman la sede del Ministerio de Exteriores y allí (en el de Santa Cruz) tiene el despacho de trabajo García Margallo. El Palacio de Viana lo utiliza para «los fastos de más abolengo» y también como oficina ocasional: «Alguna vez se va a trabajar allí para no tener que cruzar la calle, pero no se queda a dormir». Así que el piso está vacío.

Ese y los demás. Este periódico ha remitido petición por escrito (un cuestionario de cinco preguntas) y telefónica a los trece ministerios pidiendo información sobre las viviendas oficiales. En el mejor de los casos han respondido que el ministro (o ministra) no la habita. Es el caso de Ana Mato (Sanidad), Luis de Guindos (Economía), Miguel Arias Cañete (Agricultura), Fátima Báñez (Empleo), Ana Pastor (Fomento), Alberto Ruiz Gallardón (Justicia), Pedro Morenés (Defensa), José Manuel García Margallo (Exteriores), que siguen en su domicilio de siempre. Tampoco Cristóbal Montoro (Hacienda), «aunque como si viviera, porque se pasa 14 ó 15 horas diarias». En ninguno de estos ministerios informan de las características de la casa por «seguridad» o porque es «algo privado», aunque vaya con cargo a las arcas públicas. En Industria y Turismo (José Manuel Soria), Educación (José Ignacio Wert) e Interior (Jorge Fernández Díaz) ni siquiera han dado respuesta al cabo de un mes. «Lo están mirando», «ya se ha tramitado...», son las lacónicas frases con las que despachan el asunto.

Los listos de los alemanes

En Alemania se ha montado un buen cisco a cuenta de esto. Al menos cuatro ministros de Angela Merkel utilizan la oficina como vivienda particular. Allí está establecido que los políticos corran con los gastos del alojamiento, por lo que algunos han aprovechado los cómodos despachos (tienen ducha, sofá cama, cocina...) para montar el campamento base y ahorrarse el alquiler. La oposición ha exigido que adviertan en su declaración de impuestos que utilizan el ministerio como residencia. En España ocurre precisamente lo contrario, que tienen el piso pagado y no lo aprovechan.

¿No es mucho lujo tener un piso gratis en el ministerio?

No me apuntaría al linchamiento de nuestros altos cargos por esto. Que tengan un espacio para el aseo y el descanso es razonable y conveniente. Lo que puede parecer un privilegio quizá es un beneficio porque lo que nos interesa a los ciudadanos es que los políticos trabajen cuantas más horas mejor. Además, no parecería razonable que habiendo un espacio para este fin se paguen dietas por alojamiento en hoteles -responde Antoni Gutiérrez Rubí, asesor de comunicación-.

Pero mantener las casas cuesta.

Lo que sí es criticable es que para adecuar estos espacios se haga un exceso de gasto público. Porque que el piso tenga 38 metros es normal, pero que tenga 200...

Y más, 220 metros tiene la vivienda que el Ministerio de Justicia puso a disposición del socialista Mariano Fernández Bermejo, que ocupó esta cartera entre 2007 y 2009, con Zapatero. Es un ático en el centro de Madrid que ya había usado la exministra de Vivienda María Antonia Trujillo. Cuando llegó Bermejo se hizo obra: 250.000 euros. Se eliminaron las goteras, se reformó la terraza, compraron muebles nuevos, jardineras... «Hacía once años que no se hacía obra en la vivienda y estaba en condiciones de habitabilidad muy deficientes», justificaron. Ahora el piso está vacío y aunque parezca un despilfarro, visto lo visto, quizá sea lo más barato para el erario público. «Otra cosa es que estén pagando por un mantenimiento impecable por si un día el ministro quiere usarlo», advierte Gutiérrez Rubí. Si lo están pagando y cuánto no lo dicen.

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