Borrar
¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Crónica del vuelo Cáceres-Lisboa en 'Nuevo Día'. :: E.R.
El vuelo Cáceres-Lisboa

El vuelo Cáceres-Lisboa

En 1927, las rutas internacionales hacían escala en Extremadura

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 21 de septiembre 2017, 08:21

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El pasado ferroviario de Cáceres tiene su momento dorado. Cómo olvidar aquel mítico Surexprés, que unió Lisboa con Londres a través de Cáceres entre 1887 y 1895 saliendo de Lisboa a las 20.30 y llegando a Londres, tres días después, a las 6.13 horas. En lo referente a vuelos, también la capital cacereña tuvo sus años de gloria en el primer tercio del siglo XX, cuando el aeródromo de la carretera de Mérida era escala en los vuelos comerciales Vitoria-Tánger y Madrid-Lisboa.

El investigador y diseñador gráfico Juan Díaz Bernardo me hace llegar la portada y la contraportada del periódico Nuevo Día del viernes 4 de noviembre de 1927. En esas páginas, Narciso Maderal, director del rotativo, que durante la Guerra Civil llegaría a ser Alcalde de Cáceres (julio 1937-diciembre 1940), y Crespo, su redactor jefe, escriben la crónica de un viaje regular entre Cáceres y Lisboa a bordo del trimotor Junkers que hacía aquella ruta internacional.

Parten del aeródromo cacereño en compañía de un representante de películas norteamericano y de un teniente coronel portugués, que venían de Madrid en el avión. Relatan el suave despegue, cómo el aparato levanta el vuelo en dirección a la Montaña, y luego giran camino de la frontera. Por Malpartida ya van a mil metros de altura, para luego elevarse a 1.500, salvo al cruzar las sierras fronterizas, que llegan a los 1.900 metros.

Desde el aire, bebiendo vino Moriles y fumando un cigarro tras otro, acomodados en amplios butacones, vislumbran las localidades de Arroyo, Aliseda, Herreruela, Membrío y 'la finca del señor Garay', un terrateniente madrileño diputado en Cortes, tras ganar al regionalista Elviro, cuya dehesa Clavería de entonces no parece tener límites aún hoy.

Tras asombrarse ante la belleza de Valencia de Alcántara, se dirigen hacia el Tajo, que los deja sin habla, aunque no sin Moriles. Poco después, el piloto alemán Morsí, de quien dicen que es más serio que el káiser Guillermo, aterriza suavemente en el aeródromo militar de Alberca, a 22 kilómetros de Lisboa.

Ya en el suelo, Maderal y Crespo se encuentran con la cruda realidad terrestre: la carretera de Lisboa está tan destrozada que no pueden ir en coche y han de esperar un tren. Tras pasar la noche en la capital portuguesa, despegan al día siguiente camino de Cáceres. Son las 10.50, hora española, cuando el Junkers se eleva. A las 12.35 aterrizan en Cáceres. El viaje durará una hora y 45 minutos. De Cáceres a Madrid, será hora y media de vuelo.

Pero van contra el viento y el motor, a la altura de Marvão, pega petardazos provocando el susto de los dos viajeros cacereños y de su único acompañante. Sin embargo, el trimotor resiste, empieza a descender a la altura de Casar de Cáceres, pasa sobre las minas de fosfato a 500 metros de altura y se posa suavemente en el aeródromo cacereño. Castilla, el mecánico, averigua entonces que la causa de los fallos del motor es una magneto averiada, la extrae y la lleva a un taller de Aldea Moret, donde la reparan en una hora.

El problema fue que el viajero que acompañaba a los periodistas cacereños, creyendo que la avería tardaría más tiempo en arreglarse, se acercó a la ciudad a comer y cuando regresó, a las tres de la tarde, el avión había partido hacía una hora sin él, aunque con dos pasajeros que montaron en Cáceres: los señores Caracciolo y Armisen.

Aquellos vuelos entre Madrid y Lisboa dejaron de hacer escala en Cáceres por la dejadez de las autoridades locales. La compañía aérea pidió que se arreglara el firme de la pista porque en invierno se embarraba y los trimotores se atascaban, pero nada se hizo. También solicitaron la instalación de señales para distinguir el aeródromo en los días de poca visibilidad, pero se les respondió que se guiaran por las torres y el humo de las minas de Aldea Moret. En vista de tanta desidia, los vuelos comerciales se olvidaron de Cáceres y hasta ahora.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios