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Murciano es diplomada en Magisterio y licenciada en Psicopedagogía y trabaja en el colegio San Pedro de Alcántara, en Badajoz. :: pakopí
Fátima Murciano, una vida entre niños especiales

Fátima Murciano, una vida entre niños especiales

Extremadura en femenino ·

Fátima Murciano, Presidenta de la Asociación de apoyo de altas capacidades de Extremadura

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Lunes, 8 de enero 2018, 07:17

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Fátima Murciano parece tener una cierta tendencia a complicarse la vida por los demás. Particularmente si se trata de niños. Esta forma de relacionarse con el mundo explica, por ejemplo, que eligiera trabajar en el colegio San Pedro de Alcántara, en Badajoz, donde el cien por cien de los alumnos pertenecen a familias que no responden a los patrones al uso. De hecho, el centro es uno de los catalogados por la Junta como de atención educativa preferente, y el día a día de Murciano no pasa por dar clases al modo convencional. Lo suyo es la estimulación cognitivo-lingüística. Y el desarrollo de un programa de innovación educativa que consigue detectar casos de alta potencialidad de aprendizaje entre niños de clases sociales desfavorecidas. «Yo me lo tomo todo como un reto», resume ella, que estudió primero la diplomatura en Magisterio, luego la licenciatura en Psicopedagogía y que no ha dejado de formarse hasta el día de hoy.

Fátima Murciano nació en Badajoz hace 44 años, y además de su trabajo en el colegio pacense, preside la Asociación de apoyo de altas capacidades de Extremadura. El colectivo nació hace cinco años gracias al empeño de ella y de Catalina Pulido y María del Mar Olmedo, que al igual que ella tienen hijos con altas capacidades. «Siempre me ha interesado de forma particular todo lo relacionado con la educación especial», cuenta esta extremeña que estudió en el colegio Arias Montano primero y en el instituto Zurbarán después.

Consciente de que las circunstancias familiares no le permitirían vivir la etapa universitaria fuera de su ciudad, se decantó por cursar Magisterio en Badajoz. Terminada la carrera, opositó y empezó a peregrinar de centro en centro. Herrera del Duque, San Vicente de Alcántara, La Codosera, Talavera La Real, Higuera de Llerena y también varios en Badajoz: el Enrique Segura Covarsí, el Enrique Iglesias García, Bioclimático, Castelar... Durante estos años, siempre trabajó con niños con patologías como el síndrome de Down, la parálisis cerebral o el autismo, entre otras. De hecho, sus especialidades son la Logopedia (Audición y Lenguaje) y la Pedagogía Terapéutica (Educación Especial).

Es especialista en Logopedia y en Pedagogía Terapéutica, y eligió trabajar en un colegio para niños de familias desfavorecidas

Con el dinero que fue ganando en este trabajo, Fátima se pagó los estudios de Psicopedagogía, disciplina en la que no solo se licenció, sino en la que también realizó la etapa de suficiencia investigadora o diploma de estudios avanzados, que viene a ser la primera parte del doctorado. Como línea investigadora eligió las dificultades en el aprendizaje, dentro del departamento de Psicología y Sociología de la Educación.

Esa carrera por el doctorado la dejó a medias para meterse de lleno en la asociación regional de apoyo de altas capacidades, a la que ha dedicado la mayor parte del tiempo que le deja su puesto en el colegio. «Han sido cinco años trabajando con familias, un tiempo en el que he aprendido más que si hubiera hecho un máster», resume ella, que recientemente añadió a su currículum un curso de experto universitario en diagnóstico y atención educativa a alumnos con altas capacidades por la Universidad Nacional de Educación a Distancia y otro de seiscientas horas de community manager.

Los hizo pensando más que nada en aplicarlos a su tarea al frente de la asociación, un trabajo que es voluntario y por el que no recibe remuneración alguna, como ocurre con todos los demás que ayudan a sacar adelante a este colectivo que ya tiene 150 socios. «Nuestra misión fundamental es ayudar a las familias con niños que tienen altas capacidades», resume Murciano. «Les orientamos en todo lo que tiene que ver con los trámites administrativos y también desde un punto de vista pedagógico, siempre con la finalidad última de buscar lo mejor para los niños», expone quien pone cara y voz a la asociación.

Admite que al principio le costó ejercer como presidenta, porque el cargo lleva consigo una dimensión pública que no le atraía demasiado. Pero entre las tres mujeres que impulsaron el colectivo, ella era la única que se dedicaba profesionalmente a la educación, lo que la situaba como la candidata perfecta para el puesto. «Empezamos a ver que en Extremadura había bastante necesidades en todo lo relacionado con las altas capacidades, pues ni siquiera había una asociación como en todas las demás comunidades autónomas», recuerda Fátima. «Poco a poco -continúa-, fuimos conociendo a más familias que estaban en una situación parecida a la nuestra, porque en el fondo las familias con niños con altas capacidades afrontan todas problemas parecidos, y así fuimos creciendo hasta el día de hoy».

Esos problemas a los que alude se resumen en la falta de recursos destinados a atender las necesidades de estos menores que aprenden más rápido que los demás, una particularidad que puede llevarles a sentirse desatendidos e incomprendidos. «En estos cinco años -recapitula la presidenta- hemos conseguido poner en marcha algunos programas, reivindicar cambios normativos y hacernos visibles para la administración».

Las necesidades

De hecho, han llegado a un punto en el que empiezan a sentirse desbordados, y les faltan medios para poder sacar adelante iniciativas que ayudarían a los niños y sus familias. Si le permitieran hacer dos peticiones para estos menores y quienes conviven con ellos, y para el colectivo que preside, Fátima Murciano no duda. «Para la asociación -plantea-, me gustaría que algún organismo, entidad, fundación, obra social o similar, nos ayudara a contratar a una persona, siquiera alguien a media jornada, que nos ayudara en muchos aspectos que a nosotros ya nos cuesta atender». «Y en cuanto a los niños y sus familias -concluye-, pediría que hubiera más atenciones para ellos durante el horario escolar, porque sí que hay opciones, pero son prácticamente todas en el horario extraescolar».

Son las dos cuestiones en las que a ella le gustaría mejorar. Al fondo de su petición aparecen los menores con altas capacidades, sus familias y la asociación que les aglutina, que no deja de ser un ejemplo más de la filosofía de vida de Fátima Murciano, que ha firmado una vida marcada por una querencia: ayudar a los demás.

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