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¿Qué ha pasado hoy, 16 de abril, en Extremadura?

¡Vaya mayo florido!

No es malo que de vez en cuando se haga limpieza a fondo, también en los partidos y en los aledaños del poder. Y escribo partidos, porque estoy pensando en todos

TERESIANO RODRÍGUEZ NÚÑEZ

Viernes, 1 de junio 2018, 23:26

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RECUERDO que en mi infancia, allá en mi pueblo serrano, buena parte de la 'sabiduría popular' se condensaba en refranes: bueno, en mi pueblo y en la mayoría de pueblos de entornos rurales. Había uno que aseguraba que «marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso». Y ahora, tras un marzo azotado por todos los vientos y un abril con lluvias de todo tipo, acabamos de vivir un mes de mayo en el que lluvias torrenciales han desbordado arroyos y ríos, cuando no se han convertido en granizadas que han destrozado cuanto cogieron a su paso, como plantaciones recién hechas y frutos en desarrollo o a punto de madurar. Cerezas, otros frutales varios, plantaciones de tomates… Miles de hectáreas se habían visto afectadas, pero la cifra ha crecido considerablemente a comienzos de ésta semana.

Los primeros perjudicados son los dueños de las fincas; pero los perjuicios alcanzan también a los trabajadores: de modo que si en un primer momento se habló de 250.000 jornales directos que se perderán en la recogida de cosechas, a comienzos de esta semana ya se hablaba de 600.000, a los que habrá que añadir los que se perderán en las industrias hortofrutícolas. No es preciso recalcar lo que ello supone en una región como Extremadura, en cuya economía el sector agrario sigue teniendo un peso no digo ya importante, sino seguramente excesivo. Tanto que mucho me temo que a lo largo del verano se seguirá hablando de ello. Ya veremos los resultados en zonas de la Serena y vegas del Guadiana, en los viñedos de Tierra de Barros y en amplias zonas regables de la provincia de Cáceres. Hasta 18 municipios de la provincia de Badajoz y 14 de Cáceres se habrían visto afectados, según las fuentes oficiales. Es lo que nos faltaba en la región de España que ocupa el último lugar en renta y el primero en niveles de paro.

Claro que cuando las cosas se tuercen, parece que todo se contagia. Y hay males graves que no están ligados a la climatología, sino a la voluntad –¿y a la mala cabeza y peor corazón?– de los hombres. Confieso que el viernes de la semana pasada, este periódico se me caía de las manos y la cara casi se me caía… pero ¡de vergüenza!, aunque se trate de lo que debe ser vergüenza ajena, viendo a una decena de cargos importantes del PP, tanto me da si políticos o gestores y administrativos, condenados a penas de prisión de entre 14 y 51 años, y otros a penas menores. Y menciono estos casos por ser los más recientes y notables que se han fallado, pero no los únicos: queda la lista de los aprovechados, que se dejaron 'querer' con dádivas y regalos desde los cargos que ostentaban. Y quedan –triste es decirlo, pero es de justicia– los que no sabían nada, porque a lo que se ve siempre han estado mirando para otro lado. Y parece que ahora, impasible el ademán, pretenden que nadie les pida cuentas de cuanto ha pasado no ya en sus dominios, sino como quien dice en su propia casa. Cuesta tragarlo. Claro que… también cuesta tragar el capítulo de los ERE de Andalucía, que tampoco son para olvidar aunque muchos lo pretendan, e incluso parece que Pedro Sánchez y los suyos ya los dieran por amortizados y sean ahora los primeros dispuestos no sé si a ¿hacer justicia? o a aprovechar la coyuntura para llegar al poder por el atajo de la moción de censura.

Por causas que no hacen al caso escribo con antelación a los acontecimientos que se anuncian. Y confieso que en los momentos de escribir me da pánico pensar en lo que pueda haber pasado el jueves y viernes, a caballo de mayo y junio, cuando lo que escribo llegue el sábado a mano de los lectores. Creo que la situación es tan preocupante como compleja, para qué vamos a engañarnos. Ello debiera ser razón bastante para que cuantos de verdad anteponen los intereses de España y de los españoles a ventajas partidistas, unieran sus fuerzas para alcanzar la salida más razonable, frente a los que tratan de erigirse en salvapatrias poco menos que a título personal sin otra razón que «yo lo dije primero».

Pero que nadie se engañe y para colmo trate de engañarnos a todos, como si aquí no estuviera pasando nada. La política del 'tancredismo' practicada por Rajoy ha aguantado mal que bien… pero todo tiene un límite. Las últimas sentencias de los tribunales son de tanto peso que no hay aire que las avente. No es malo que de vez en cuando se haga limpieza a fondo, también en los partidos y en los aledaños del poder. Y escribo partidos, porque estoy pensando en todos, no sólo en el PP, dado que la corrupción es un mal que trata de colarse en todas partes y por todos los resquicios, aunque no siempre afecte a todos, ni acometa de la misma manera ni con la misma intensidad.

En esta especie de revisión general me resisto a pasar por alto la 'cuestión catalana'. Ya es mucho que Quin Torras –¿sigue el presidente catalán siendo 'molt honorable'?– se haya avenido a olvidarse de sus encarcelados a la hora de nombrar consejeros… que también eran ganas de enredar. Con todo, no parece haberse apeado de su radicalismo catalanista, que al final va a dejar en buen lugar al mismísimo Puigdemon. No debe verlo así el presidente Rajoy, dispuesto como al parecer está a levantar el Art. 155 de la Constitución. Habrá que ver lo que dan de sí estos movimientos políticos. Las huestes independentistas catalanas andan empeñadas ahora en convertir las playas en seudocementerios de cruces amarillas, que ya son ganas de fastidiar al personal. Uno prefiere que quienes puedan las disfruten con un día de sol radiante, particularmente el domingo, fiesta de Corpus Christi tan solemne en muchas ciudades y pueblos.

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