Borrar

El tren recula siete años

No se sabe lo que se lleva gastado en vías, viaductos sorprendentes por sus enormes arcos de luz… pero de la modernización alcanzada dan idea los parones y averías en medio de la nada del camino Badajoz-Madrid, el mismo de hace cincuenta años

teresiano rodríguez núñez

Sábado, 23 de septiembre 2017, 00:17

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

No cabe duda de que entre los problemas políticos que España tiene sobre el tapete de la actualidad, el número uno le corresponde a los afanes independentistas de un sector importante de Cataluña. Pienso en la situación que nos está tocando vivir y se me viene a las mientes ‘La aventura equinoccial de Lope de Aguirre’, de Ramón J. Sender. También en nuestro momento presente hay un mucho de locura por parte de quienes están dispuestos a saltar por encima de todas las leyes y normas, incluido el más elemental sentido común. Cuando se ha llegado a la sinrazón que trata de imponer por las bravas un sector del catalanismo más cerril, valen de poco los razonamientos. Así que prefiero quedarme al margen del independentismo por las bravas, para reflexionar sobre otro de los temas que venimos arrastrando desde hace años y que nos está llevando de ‘Guatemala’ a ‘Guatepeor’, el ferrocarril.

Lo del independentismo catalán es vergonzoso, porque no se concibe en ningún país civilizado. Pero lo del ferrocarril y las mejoras cien veces prometidas, a la vista de lo que circula por las vías extremeñas, suena a pura chufla. Me da cierta vergüenza volver sobre este tema de tan manoseado como está. Pero lo repetiré una vez más para vergüenza de cuantos en tan largo espacio de tiempo han tenido algo que ver con el asunto… Y todo para llegar a la situación actual, que no es sino retrotraernos a lo que había hace siete años y que se abandonó porque no era rentable y pertenecía al pasado, el Talgo.

El pasado jueves se celebraba en Badajoz una jornada dedicada a analizar la situación del ferrocarril en Extremadura. En una mesa redonda promovida por «Punto de Encuentro» y el Club Senior de Extremadura, comparecieron tres ingenieros de caminos y un cuarto especializado en geodesia y cartografía. Iban con la lección bien aprendida; aportaron datos sobre lo hecho y lo que queda por hacer; sobre lo que sirve y lo que probablemente no ha servido más que para tapar la boca a los extremeños, a base de «un pasito p’alante, María, y un pasito p’atrás». Al final, seguimos sin saber si tendremos máquinas diésel o vías electrificadas; o si lo que eliminamos en 2010 por falta de rentabilidad nos lo venderán como lo más de lo más en 2020.

A lo largo del verano, los trenes que circulan por suelo extremeño han protagonizado averías, paradas en medio del secarral y bajo un sol de justicia, retrasos en los ya de por sí inacabables viajes… Y no parece que las promesas hechas van a aliviar la penosa situación de nuestros transportes públicos. Con lo hecho, trabajos inconexos muchas veces, se hace difícil adivinar el futuro que nos aguarda. Y eso, ciñéndonos al transporte de viajeros. Si entramos en el capítulo de las mercancías, descubrimos un futuro que se pierde en el horizonte. Se planificó una «plataforma logística» en Badajoz. Lo más importante que se hizo en años fue colocar una «primera piedra», no sé si dentro o fuera del perímetro de la mencionada plataforma. Pero ya se anuncia la primera industria a ubicar en la mentada plataforma: un taller de reparación para los antiguos «talgos» que se van a poner en servicio. Eso se llama fe.

A comienzos de esta semana, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se entrevistaba en Mérida con el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara. En la agenda, más promesas y compromisos: electrificar el tramo de vía Mérida-Puertollano, pensando en otro factor de enorme interés, el transporte de mercancías. Para ello, el ministro ha puesto fecha a la promesa: antes de que finalice el año. A uno, todas estas promesas –no son las únicas– le parecen muy bien. Pero está esperando desde hace años que las promesas se vayan haciendo realidad. Primero las urgencias estaban en modernizar el sistema de transporte de personas. Ahí se volcaron las inversiones, pero a base de proyectos en tramos, de tal modo que no se dejaban de hacer obras, pero no había manera de viajar por un tramo modernizado. No se sabe lo que se lleva gastado en vías, viaductos sorprendentes por sus enormes arcos de luz… pero de la modernización alcanzada dan idea los parones y averías en medio de la nada del camino Badajoz-Madrid, el mismo de hace cincuenta años.

A la vista del pasado, nos queda la fe justita para creer en el futuro. Tan justa, tan justa, que a duras penas tiene consistencia para generar esperanza. Ahora se vuelve a hablar de ejes y corredores pensando en el transporte de mercancías. En ello se pensaba ya hace años, cuando se amplió el puerto de Sines, que así unía su suerte a la ampliación del Canal de Panamá. También Extremadura habría de verse afectada en lo que al transporte de mercancías se refiere. De no ser así… ¿qué sentido tiene la Plataforma Logística del Suroeste europeo, ubicada en Badajoz, en la misma frontera con Portugal? Ahora, en lo primero que se piensa es en los talleres que allí se han de montar para reparar los talgos que se averíen. Eso es confianza y lo demás son cuentos. Y uno que pensaba en el desarrollo de la mentada plataforma mediante industrias allí asentadas para dar salida hacia los mercados internacionales de nuestras propias producciones, tanto vegetales como cárnicas… Se da por hecho que el gran puerto de entrada de mercancías a Europa será Algeciras, para seguir por la costa mediterránea. Pero también los que estamos casi asomados a la orilla atlántica tendremos algo que decir en cuanto a nuestras posibilidades de utilizar las grandes vías de transporte de mercancías hacia Europa. Ya en la historia hemos perdido muchos trenes. Lo que no puede ser es que perdamos también el último que va a pasar cerca de nosotros, trátese de tráfico de personas o de mercancías. Si hay que hacer manifestaciones, háganse. Y si hay que romper cristales, rómpanse. Cualquier cosa menos seguir con las manos en los bolsillos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios