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Nos sobra el dinero

Carta del director ·

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Domingo, 14 de enero 2018, 18:37

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Había que conseguir, como sea, que nuestra clase política se dé cuenta de una vez por todas de que prácticamente todos los problemas y desafíos económicos, y de toda índole, que afronta nuestra sociedad están hoy íntimamente vinculados entre sí. Por ejemplo, el problema de las pensiones no es un problema de los pensionistas, ni presentes ni futuros, sino de toda la sociedad, de la presente y de la futura. Por eso cuando hay que resolverla, la sostenibilidad de las pensiones me refiero, no basta ni con pseudocongelar su revalorización en un 0,25% o pasar el cepillo a los bancos para que aporten mil o dos mil o tres mil millones anuales vía impuestos. Convendría abordarla de manera ambiciosa y global. A veces me da la sensación de que no calculan bien cómo sus decisiones traspasan los límites de sus propósitos inmediatos o destinatarios directos. Se empeñan en compartimentar los problemas y las soluciones sin percatarse de que todos los problemas son de todos (y los pagamos todos) y en las soluciones debemos participar todos, de un modo u otro. El último ejemplo lo hemos vivido esta semana con el asunto de las semanas de 35 horas de los empleados públicos de la Junta. Como contamos, Junta y sindicatos pactaron reducir la jornada de 37,5 a 35 horas semanales en contra de la orden de quien tiene competencia para decidir esa reducción, el Estado. Y al estilo me la cargué, acordando con los sindicatos que esas 2 horas y media de más a la semana deban ser compensadas con formación por ordenador, no presencial. Los empleados de la administración general ya llevan meses sin las horas. Y sin los cursos. Así que de lujo oye. No así sus compañeros de otras áreas (Educación y Sanidad se incorporarán próximamente) ni, por supuesto, de otras administraciones.

Si tal cosa es lo que debe hacerse, no entiendo cómo solo lo aplican Extremadura y Andalucía, y no el resto de comunidades, ayuntamientos, diputaciones. O sea, todas aquellas administraciones que no dependan directamente del señor Montoro, quien, para bien o para mal, es el único competente para adoptar esa medida. Quizás porque ese tiempo no trabajado y esos cursos cuestan dinero, salvo que absolutamente todos los empleados públicos estuviesen desperdiciando dos horas y media a la semana en mirar las musarañas y, por tanto, no haya ocupación ni cometido que compensar por otros medios. O salvo que los empleados usen plataformas de formación on line gratuitas. El tiempo de trabajo de una persona es dinero. Y la formación también lo es. Y ese dinero saldrá de las cuentas públicas. Aunque nadie ha dicho todavía cuánto va a costarnos a los extremeños. Este favor a un colectivo se hace a costa del sacrificio de todos. O quizás ocurra solo aquí porque en otras administraciones son más conscientes de la realidad laboral de este país. No vale el argumento de que con ello se generará nuevo empleo para compensar esa reducción horaria porque, por esa regla de tres, lo mejor sería conseguir semanas de 30 horas. O de 25. Así se podría crear muchísimo más empleo, sin duda. El argumento que debería primar es el de la empatía con los miles de parados que viven en Extremadura. O con quienes, teniendo empleo, solo acceden a un contrato precario o están expuestos a un despido a nada que la economía se tuerza un poquito. La vida de la gente es eso también, no solo las condiciones de los aproximadamente 90.000 empleados y funcionarios públicos de Extremadura con nómina segura. Quizás un sindicato de funcionarios deba promover este tipo de medidas, no lo sé. Dudo mucho más que lo deba hacer uno de clase. Eso sí, la Administración tendría que ser más seria y didáctica y pensar en que si el Estado decide, porque es su competencia, que no es momento de quitar horas de jornada laboral, como determina las horas lectivas de los maestros o la metodología de los concursos oposición en Educación con exámenes eliminatorios, su responsabilidad no es usar argucias para hacer lo contrario, sino acatar. Cosas como estas son las que luego explican que en otras regiones más prósperas no entiendan muy bien por qué estamos siempre protestando por la financiación o el reparto de recursos del Estado. «Si os sobra la pasta...», nos dirá Montoro. Con razón.

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