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Tramo de vía ferroviaria entre Badajoz y Elvas. :: HOY
La Raya incomunicada

La Raya incomunicada

Extremadura y Portugal llevan años con la cooperación transfronteriza a cuestas, pero no tienen autobús ni tren que comuniquen sus pueblos | El transporte público se ciñe al bus Madrid-Lisboa y el tren de Badajoz a Entroncamento; a escala municipal no hay nada

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Sábado, 10 de febrero 2018, 21:19

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La Euroregión, Triurbir, el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas, el Tajo Internacional... Extremadura y Portugal comparten asociaciones, inversiones, intereses, informes, estudios estadísticos y hasta un parque natural... Acuden juntas a ferias de turismo, organizan simulacros de emergencias a dos bandas, reciben fondos europeos que gastan en común, los cuerpos policiales se coordinan, la enseñanza del idioma de Camões está recogida en el Estatuto regional, y el presidente de la Junta lleva años insistiendo en que las relaciones con el país vecino son una cuestión estratégica para la comunidad autónoma. Y sin embargo, no hay manera de viajar en transporte público entre los pueblos de uno y otro país. Municipios cercanos sobre el mapa resultan lejanos para todo el que no tenga coche o un cuñado dispuesto a hacer de chófer. En el campo de las comunicaciones, Portugal y Extremadura siguen viviendo de espaldas. ‘De costas viradas’, que diría un luso.

Ejemplo práctico: el ayuntamiento de Cedillo y su equivalente de Montalvão (la cámara municipal) celebraron el pasado domingo una ruta senderista transfronteriza de unos quince kilómetros. Como no hay transporte público para ir de un sitio a otro, los consistorios pagaron a medias un autobús, que por la mañana llevó a los senderistas lusos al municipio cacereño, punto de inicio de la ruta, y por la tarde hizo el mismo trayecto pero esta vez para devolver a su pueblo a los andariegos extremeños. Como ni a Cedillo (458 vecinos) ni a Montalvão les sobra el dinero, la cifra de participantes con derecho a subir al autobús no pudo pasar de cincuenta por cada país, que son las plazas que tiene el vehículo.

«Tanto en un país como en otro, las comunicaciones terminan en la frontera».

Antonio González | Alcalde de Cedillo

«Que no tengamos transporte público de ningún tipo –apunta el alcalde socialista de Cedillo– tiene repercusiones de todo tipo sobre el día a día de la gente de la zona: para ir y venir del trabajo, para ir a visitar a la familia, para ir la estación de ferrocarril más cercana y coger el tren que va a Lisboa...». «En el lado español –detalla Antonio González, ‘Botines’ para todos en esta apacible localidad fronteriza donde no hay vecino sin mote– hay gente que los fines de semana va a comprar a Nisa (6.500 habitantes), porque en los supermercados hay cosas que son más baratas que en España, y claro, tienen que estar siempre pendiente de ir y venir en un coche, no hay ningún servicio de autobuses ni de trenes».

‘Botines’ resume la situación con una frase que deja a los despachos oficiales a una distancia cósmica de las aceras de los pueblos, al menos en esta esquina del mapa de la Europa comunitaria. «Tanto en un país como en el otro –constata–, las comunicaciones por transporte público terminan en la frontera». «Que tenemos un problema en este sentido es evidente, y aunque es un asunto que hemos tratado más de una vez en diferentes reuniones, lo cierto es que ninguna de las iniciativas que se han manejado han llegado a buen puerto».

Tren que cubre la línea Badajoz-Entroncamento, parado en la estación de la capital pacense. ::
Tren que cubre la línea Badajoz-Entroncamento, parado en la estación de la capital pacense. :: HOY

El alcalde de Cedillo recuerda bien los años en el que el tren Lusitania unía Madrid con Lisboa a través de Extremadura y no por Castilla y León como ahora. «Lo cogía mucha gente», asegura. Desde el año 2012, la conexión entre las dos capitales ibéricas no se hace por Valencia de Alcántara, sino por Fuentes de Oñoro (Salamanca). «No vamos a dejar de reivindicar que ese servicio vuelva a circular por aquí, porque el hecho de que no lo haga va en contra de la filosofía de la Unión Europea de coser fronteras», apunta el alcalde de Valencia de Alcántara. «Basta coger un mapa y trazar una línea recta –propone Alberto Piris, del PSOE– para darse cuenta de que el viaje más corto entre Madrid y Lisboa es por nuestra localidad».

Reuniones todos los meses

Él se reúne todos los meses con su homónimo de Marvão (a 25 kilómetros), una vez allí y la siguiente aquí. «Tenemos mucha relación, pero también con Castelo de Vide (a 30 kilómetros) y con Portalegre (a 43)». La conexión política y ciudadana con Marvão llega al punto de que entre el ayuntamiento extremeño y la cámara municipal lusa gestionan una agenda cultural compartida. Destacan en ella citas como la boda regia, el festival internacional de música o el de cine. La úlltima prueba de esta vida en común es la presencia en Fitur, donde Valencia de Alcántara y Marvão han desarrollado actuaciones conjuntas.

«Que el Lusitania no circule por aquí va en contra de la filosofía de la UE de coser fronteras».

Alberto Piris | Alcalde de Valencia de Alcántara

Precisamente ahí, en la Feria Internacional de Turismo, los responsables municipales de una y otra localidad han hablado sobre el problema de la falta de transporte público para moverse por la zona. «En nuestro caso concreto, además de recuperar el autobús a Badajoz, que nos hemos quedado sin él, necesitamos conexiones por transporte público con Marvão, Castelo de Vide y Portalegre», plantea Piris, que añade una derivada más a esta radiografía: el turismo.

La gran baza de este sector en este punto del mapa regional es el parque natural del Tajo Internacional en general y su barco en particular. En la orilla extremeña hay tres embarcaderos: en Cedillo, Herrera de Alcántara y Santiago de Alcántara. «Estamos estudiando poner un autobús, en Cedillo o en Herrera, para que pueda transportar a los turistas que se bajan del barco, como ya tienen por ejemplo en Castelo Branco». «El problema de las malas comunicaciones no es solo nuestro, sino también del país vecino, que lo sufre igual que nosotros», abunda el alcalde de Valencia de Alcántara (5.532 habitantes), que es municipio cabecera de comarca y celebra cada lunes un mercadillo conocido entre las localidades cercanas. «Vienen muchos portugueses, y claro, si tuviéramos un autobús o un tren en el que pudieran desplazarse, seguramente vendría todavía más gente», sugiere el regidor del municipio cacereño, que llegó a formar parte de la asociación transnacional de municipios de la carretera N-521, nacida para publicitar el viaje a la exposición universal de Lisboa de 1998 por esta vía.

De ese colectivo queda poco más que el recuerdo, lo mismo que del tren Lusitania, que cruzó por última vez la comunidad autónoma el 15 de agosto de 2012. Ese año, funesto en lo ferroviario, comenzó con otra línea que cerraba: la que comunicaba Badajoz con Abrantes a través de Elvas. El déficit se corrigió parcialmente el pasado verano, con la reapertura del servicio entre Badajoz y Entroncamento, un punto clave en las comunicaciones lusas por su ubicación central.

Principales poblaciones de La Raya
Principales poblaciones de La Raya MARCOS RIPALDA

El tren Badajoz-Entroncamento circula a diario, tarda algo menos de tres horas y media, vale 12 euros y tiene 16 estaciones intermedias: Elvas, Santa Eulalia, Arronches, Assumar, Portalegre, Crato, Chança, Torre das Vargens, Ponte de Sor, Bemposta, Abrantes, Tramagal, Santa Margarida, Praia do Ribatejo, Almourol y Tancos.

Es una opción para moverse entre Extremadura y Portugal, pero solo al alcance de quienes tengan a la ciudad más grande de la región como referencia cercana. Ocurre igual con el servicio regular de autobuses entre las dos capitales ibéricas. Hay varios vehículos cada día, pero la lista de paradas se limita a Badajoz, Mérida, Trujillo, Navalmoral de la Mata y Setúbal.

Ni este autobús ni el tren Badajoz-Entroncamento son una opción sensata para la mayoría de los vecinos de la vertiente cacereña de La Raya. «El tema del transporte público entre los pueblos de una zona y otra lo hemos tratado en varias reuniones, pero ninguna iniciativa ha prosperado; hay que tener en cuenta que los ayuntamientos tenemos unas limitaciones presupuestarias importantes», constata la alcaldesa de Valverde del Fresno, en la parte situada más al norte dentro del límite entre Extremadura y Portugal.

«Es un tema que hemos tratado en varias reuniones, pero ninguna iniciativa ha prosperado»

Ana Cristina Carrasco | Alcaldesa de Valverde del Fresno

Como ‘Botines’ en Cedillo y como Piris en Valencia de Alcántara, Ana Cristina Carrasco tampoco necesita pensar mucho para encontrar un ejemplo práctico, del día a día, que sirva para calibrar cómo afecta a los vecinos de La Raya no tener un tren o un autobús en el que ir y volver a los pueblos cercanos. En el caso de Valverde del Fresno, lo que ilustra las repercusiones de esta situación es la piscina climatizada. No la hay en el pueblo extremeño (2.378 habitantes) pero sí en Penamacor (cinco mil residentes), la localidad portuguesa con la que tienen más relación, situada a treinta kilómetros por carretera.

«Podría utilizarla mucha más gente del pueblo si tuviéramos transporte público», considera la alcaldesa, que recuerda que una piscina climatizada no es solo una instalación a la que ir por ocio, a pasar el rato, sino también un recurso que incluso recomiendan los médicos para la rehabilitación de algunas lesiones. «La cámara municipal de Penamacor –explica Carrasco– tiene su propio autobús, y lo utilizan fundamentalmente para llevar y traer del colegio a los niños de las freguesías, pero nosotros no lo tenemos, y es frecuente que cuando organizamos alguna actividad transfronteriza, y son muchas al cabo del año, tengamos que contratar un bus, con el añadido de que muchas veces es necesario un número mínimo de personas que vayan a utilizar ese servicio y no siempre se alcanza ese mínimo».

Frontera luso-española a la altura de Monfortinho. ::
Frontera luso-española a la altura de Monfortinho. :: HOY

Otra clave: la despoblación

La alcaldesa alude al fenómeno de la despoblación, que afecta a toda La Raya, casi sin excepción. Y lo mismo del lado español que del luso. Es uno de los grandes desafíos de presente y de futuro a corto plazo que tienen que encarar estos entornos rurales, en los que son comunes los matrimonios mixtos, o sea, los formados por una española y un portugués o al revés. Es habitual que las familias vivan unas a un lado de La Raya y otras al otro, y que ir de España a Portugal y al contrario sea algo habitual. Rutinas, eso sí, que se complican sobremanera para quienes no tienen coche. «Las familias se organizan entre ellas, y lo mismo hacen las empresas que tienen intereses a uno y otro lado», amplía Ana Cristina Carrasco, que cita la recogida de aceitunas, las cerezas o el tabaco como algunos de los sectores económicos en los que no es extraño el intercambio de personas y mercancías entre Extremadura y esta parte del Alentejo.

Del lado luso, la situación es vista de manera similar. «Si tuviéramos mejores comunicaciones, las relaciones podrían extenderse más allá del ámbito local, donde son muy buenas, y llegar al provincial y regional», reflexiona en buen español Jaime Biçarro, responsable de cooperación transfronteriza de la cámara municipal de Nisa. «Para Bruselas –amplía–, el patrimonio o la sostenibilidad son prioridades, pero las comunicaciones no». Y a la vista de lo que pasa en La Raya, no parece andar desencaminado.

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