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Emilia y Joaquín son de Badajoz y pasan varios meses al año en el camping de Mazagón. :: JLG
A la playa en modo 'low cost'

A la playa en modo 'low cost'

La familia Jiménez Cortés tiene tres teles de pantalla plana en la caravana de su parcela, pero lo que más disfrutan es la visita de sus nietos | Instalarse en un camping o acoplarse en casa de un familiar son las opciones más baratas de veraneo

J. López-Lago

MAZAGÓN

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Martes, 29 de agosto 2017, 23:22

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Al plantear las vacaciones todo el mundo contempla dos factores y normalmente por este orden: el dinero disponible y el destino. La playa suele ganar por mayoría en esta época del año, y si el presupuesto no es muy alto la alternativa del camping suena atractiva.

En la costa de Huelva el más grande que hay salió ardiendo a principios de verano, el camping Doñana. Todavía queda algún otro por la zona pegado al mar, como el de Mazagón, con magníficas vistas al Atlántico. Allí están instalados dos pacenses, Emilia Cortés Gallego y Joaquín Jiménez Federico.

Este matrimonio no es que elija Mazagón como zona de veraneo, es que tanto les gusta el sitio que fijan allí su residencia durante más de la mitad del año. «En marzo ya estamos pensando en venirnos y a veces nos quedamos hasta noviembre», dice Emilia mientras termina de pintarse las uñas en la carpa instalada junto a su caravana, un hogar desmontable que han ido ampliando y mejorando desde hace 18 años en que eligieron este camping para disfrutar de su jubilación.

«A mí es que cuando vuelvo a casa a Badajoz se me hace el piso como una caja de cerillas y aquí mira qué patio tengo», dice señalando el exterior de su parcela, una extensa superficie con pinares que solo se llena algunos días de agosto cuando llegan otros campistas.

En este tipo de instalaciones, si los inquilinos las ocupan varios meses seguidos, es habitual que las adornen a su gusto. Estos extremeños tienen más de treinta macetas con plantas para refrescar el entorno y un jilguero que les hace compañía.

Pero puestos a ser prácticos, también han traído un mueble aparador de casa y en estos momentos pueden ver la tele en tres televisores de pantalla plana. «Una está dentro de la caravana, otra en el dormitorio que tenemos en el avance y la tercera tele la ponemos fuera», explica señalando cada una de ellas.

«Voy a ver a mi cuñada con dos niños, pero si me toca la Primitiva me compro un chalé para todos»

Emilia y Joaquín están enamorados de esta zona de la geografía española. «Conocemos toda la costa de Huelva, pero elegimos el camping de Mazagón hace 18 años porque tiene una playa muy amplia. Antes era mucho más virgen y ahora que somos mayores lo peor es subir la rampa. Cuando éramos más jóvenes íbamos todos los días a la playa. Pero si hace mucho calor estamos mejor en la parcela. Nos refrescamos con una manguera», dice esta pacense cuyos orígenes están en Medellín y que ha trabajado en la antigua Casa-Cuna de Los Hogares perteneciente a la Diputación de Badajoz.

Su marido, ahora con 80 años y dedicado en el pasado a conducir camiones y todo tipo de maquinaria, ve en este paraíso natural su retiro perfecto. Cuenta que un día a la semana van a Mazagón a hacer la compra y en el pueblo ya les atienden con familiaridad en el ambulatorio del Servicio Andaluz de Salud (SAS). «La única pega -tercia ella- es que no funcione la receta electrónica en esta comunidad, eso es un rollo».

Por supuesto, siguen de cerca la actualidad extremeña y Emilia aún sigue conmocionada por el suceso ocurrido en julio en el Valle del Jerte. Sobre el incendio de Doñana presenciaron alarmados la evolución de las llamas hasta que fueron evacuados pues el fuego llegó muy cerca de su caravana.

«Hace dos años salieron ardiendo varias aquí en este camping, fue terrible», recuerda con pavor esta señora que dice vivir mejor sin tacones y que tiene su propia pandilla en Mazagón. Se hacen llamar 'Las chicas de oro', explica entre risas sentada en el avance de su caravana. «Estoy aquí mejor que en ningún sitio, tan solo echo de menos una cosa, a mis nietos», confiesa con una mueca de añoranza.

Este matrimonio extremeño tiene dos hijos varones que vienen de visita varias veces al año y lo que más ilusión les hace a los abuelos es cuando aparecen sus nietos, dos niños de siete y un año y una niña de tres que disfrutan de lo lindo en un espacio abierto como es un camping.

Cuñadas en La Antilla

Pero si hay una fórmula todavía más barata que montar una tienda de campaña o una caravana y disponer de los servicios mínimos esa la tiene Anabel Matamoros, que cada verano acude a casa de su cuñada, Macarena Gallego, en este caso en La Antilla.

Macarena es de Zahínos y vino a recoger la fresa a la zona de Lepe hace veinte años. Allí conoció a un lepero, Francisco José, con el que se casó. Al poco tiempo echó el currículum en una cadena de supermercados del Grupo Ifa llamada 'El Jamón', muy popular en la zona.

Anabel, de Oliva de la Frontera, y su cuñada Macarena, de Zahínos, en El Camaleón de La Antilla.:: J.L.G.
Anabel, de Oliva de la Frontera, y su cuñada Macarena, de Zahínos, en El Camaleón de La Antilla.:: J.L.G.

Trabaja allí de carnicera vendiendo al por mayor a los restaurantes y las tardes las pasa en la playa de La Antilla. Esta zahinera tiene otras dos hermanas trabajando en este pueblo. Una de ellas, en una pescadería de la plaza de abastos y otra en Servicios Sociales. En total son seis, pero los otros tres permanecen en Extremadura.

La cuñada de Macarena, Anabel, es del pueblo de al lado, Oliva de la Frontera, y viene a verla varias semanas al año. «Yo ya venía antes a este sitio desde hace veinte años, pero ahora mucho más porque está aquí mi cuñada. Me quedo en su casa, pero que conste que es ella la que me llama para que me quede. Vengo con dos niños y mi marido cuando libra, pero cuando me toque la Primitiva me compraré un chalé para todos cerca del agua», dice Anabel entre risas mientras apura su refresco en el chiringuito El Camaleón.

«Es que así -aclara Macarena- rompo un poco la rutina porque los que trabajamos aquí durante julio y agosto pues no cogemos vacaciones. Yo las cojo en septiembre y luego en febrero siempre saco unos días para ir al carnaval de Zahínos, que es la fiesta que más me gusta de mi pueblo, aunque me escapo siempre que puedo.

Como mucho, pasan dos meses sin que vaya. A mí no me gusta que me digan que soy lepera porque yo soy zahinera. Si me toca a mí la Primitiva yo me compro algo en Zahínos, ya le he dicho a mi jefe que monte allí un supermercado. Mis hermanos menos, pero yo sí tengo morriña de mi pueblo», confiesa Macarena.

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