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Cajas domésticas de cables, cargadores, ratones y enchufes obsoletos. :: A.T.
Pelearse por un enchufe

Pelearse por un enchufe

Las casas modernas están llenas de cables y cargadores que no sirven

J. R. ALONSO DE LA TORRE

CÁCERES.

Viernes, 12 de enero 2018, 09:20

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Que levante la mano el lector que no haya discutido nunca en casa por culpa de los cables. ¡Los cables!, elemento indisolublemente unido a la modernidad tecnológica. Cables para cargar el teléfono, transformadores de todo tipo, enchufes redondos, ovalados, cuadrados, de punta, machos, hembras y machihembrados. Cables para conectar el teléfono a la tableta, la tableta al ordenador, el ordenador a la televisión, la televisión al router, el router al play tele, el play tele al puerto USB, el puerto USB a la conexión HDMI... Cables, cables, cables...

En todas las familias hay dos tipos de personas: quienes opinan que hay que tirar el 90% de los cables guardados porque no sirven para nada ni servirán y quienes opinan que no se puede tirar ningún cable porque, aunque en este momento no sirvan para nada, podrían tener utilidad en el momento más inesperado. Y la trifulca está servida. Cada vez que los enemigos de los cables se topan con la caja de madera pesada y engorrosa llena de enchufes, transformadores y auriculares que nadie usa, se escuchan juramentos y promesas de destrucción masiva.

Por el contrario, los amigos de los cables se pondrán en guardia y avisarán de que en esa casa, si se tira algún cable, será por encima de sus cadáveres. Porque el cable te conecta con la modernidad y nunca se sabe cuándo serán imprescindibles y si no se tienen entonces a mano, ¡hecatombe!

No hay universo más cambiante que el del cable. Los móviles y demás aparatinos empezaron cargándose con cables acabados en clavijas en ángulo recto con boca redonda. Hoy, tras las clavijas de punta, los cargadores externos de baterías y los enchufes rectangulares, triunfan los de base recta y curva cóncava. Para rematar el lío, tenemos los mundos de Apple.

Si en Francia tienen a la empresa de la manzanita mordida contra las cuerdas porque, denuncian, procuran que sus móviles queden obsoletos para obligar a comprar modelos nuevos, en el resto del mundo deberíamos rebelarnos por las peleas domésticas que provoca la manía de Apple de cambiar los enchufes casi cada año. En una casa, puede haber tres tabletas y tres ordenadores portátiles Apple y que cada uno tenga un enchufe diferente. Esto obliga a comprar con cada ordenador adaptadores distintos para hacer compatible el nuevo aparato con los complementos antiguos. Echando cálculos, yo creo que los de la manzana de Newton sin un cacho sacan más pasta con la renovación de cables, enchufes, cargadores, conexiones a puertos y adaptadores variados que con los propios ordenadores.

En estos días postnavideños, suele haber una tarde invernal, fría, lluviosa y neblinosa, en que la parte familiar anticables convence al sector procables de que deberían sentarse y, razonada y civilizadamente, empezar a descartar lo obsoleto y quedarse solo con lo que sigue siendo útil.

La reunión empieza bien, con sonrisas y comprensión cuando los anticables, que, digámoslo de una vez, están liderados por la madre de la familia, empiezan a sacar disqueteras de los 90, cargadores de baterías que ya no existen y ratones viejos con los cables pelados. Al principio, los procables (sí, el líder es el padre de familia) conceden en tirar el ratón roto y jubilar los auriculares que daban en el Talgo y ya no suenan. Pero se acabó, el resto de cables y enchufes son catalogados inmediatamente como arqueología industrial, bien de interés cultural o patrimonio material de la familia, aquello se convierte en una pelea insensata y sangrienta que solo conduce al divorcio tecnológico y se impone la convicción de que lo de los cables es como lo del cupo vasco. Mejor ni tocarlo.

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