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Territorio de uva blanca

Territorio de uva blanca

En los últimos años se está invirtiendo la tendencia y cada vez se plantan más viñedos de variedades tintas, que tienen más aceptación en el mercado de los caldos

José M. Martín

Lunes, 14 de septiembre 2015, 07:58

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Don Ezequiel Fernández Santana llegó a Los Santos de Maimona en el año 1908 y permaneció en el pueblo tres décadas. Lo suficiente para ser conocido como 'el cura de Los Santos'. Su figura trascendió los aspectos religiosos y adquirió una gran relevancia en el mundo agrario de la zona. Y es que el nacimiento de la uva Eva Beba de Los Santos hay que buscarlo en una de las muchas ideas innovadoras de este peculiar sacerdote, que realizó numerosos ensayos y pruebas para la reconstitución del viñedo del ataque filoxérico en el término de Los Santos en los años '10 y '20 del pasado siglo.

Esta plaga, que fue un aterrador problema para los viticultores santeños de la época, se transformó en extraordinaria oportunidad ya que, con la aplicación de los nuevos conocimientos para atajarla, supuso el renacer de los actuales viñedos y el descubrimiento de la que, iba a ser, una de las mejores uvas de mesa del mercado: la Eva de Los Santos.

Este es solo el origen de una de las múltiples variedades de uva blanca que hay en Extremadura. La peculiaridad de la Eva de Los Santos «es que no se introdujo, se creó aquí y se adapta a la zona de manera muy buena. Se puede usar como uva de mesa y para vinificación», expone Miguel Ángel Morales, técnico de la cooperativa La Estrella.

Del resto de variedades blancas que hay en la región las más numerosas son Pardina, Cayetana y Macabeo. «Tienen características muy diferentes. A las dos primeras no les beneficia los calores intensos, pero la Eva de Los Santos lo soporta muy bien. Todas las variedades son muy productivas», explica el técnico, añadiendo que «Extremadura es tradicionalmente tierra de uva blanca».

Esto cambió a partir de la entrada del siglo XXI, cuando a partir del año 2000 empezaron los proyectos de reestructuración. Hasta ese momento, el 95% de la superficie de viñedos en Extremadura era de uva blanca. «Sin embargo, se han ido cambiando las variedades blancas por las tintas», añade Morales.

Para esto hay varias explicaciones, la principal es que en el mercado tienen mayor aceptación los vinos tintos que los blancos. Pese a ello, las uvas blancas continúan logrando una mayor productividad en el territorio extremeño. «De la Macabeo, en zonas cerca de las Vegas del Guadiana, se recogen unos 20.000 kilos por hectárea. Aunque lo lógico en las blancas es que se sitúen cerca de los 15.000 kilos por hectárea», manifiesta Morales.

La variedad tinta más representativa en la región es la uva Tempranillo, que supone el 95% de la producción de uva tinta que hay en Extremadura. Según los expertos es la que mejor se adapta a la zona y se le pueden recoger 10.000 ó 12.000 kilogramos por hectárea. «También tenemos variedades francesas como Cabernet, Merlot o Syrah -con producciones cercanas a los 5.500 kilos por hectárea-, pero no se han adaptado todavía a nuestro clima y no son muy productivas. También está la variedad Garnacha, que es más productiva. Se irán adaptando con el paso del tiempo, aunque de ellas se sacan unos caldos muy buenos», indica el técnico de La Estrella.

Vinos

De todas estas variedades de uvas se obtienen vinos blancos, rosados y tintos. A pesar de que cada vez se embotella más vino en la región, Extremadura continúa destacando por la venta a granel.

La aparición de la Denominación de Origen Ribera del Guadiana, que se extiende por una buena parte de la provincia de Badajoz y el suroeste de Cáceres, está modificando este aspecto y fomentando la producción de unos caldos que van ganando en calidad con el paso de los años. Bajo esta denominación se amparan seis subzonas vitivinícolas: Montánchez, Cañamero, Ribera Alta, Ribera Baja, Tierra de Barros y Matanegra, por citarlas de norte a sur. Cada uno de estos territorios le aporta a los caldos unas cualidades diferentes y sus propios matices, «pero siempre con atributos comunes, como el clima y el suelo», afirma Francisco Javier López, director del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Guadiana.

Los vinos blancos elaborados con uva Eva de Los Santos destacan por ser «pálidos, de graduación baja, con aromas muy afrutados y una acidez muy equilibrada. Tiene tonos verdosos y es fácil de beber», comenta el técnico de la cooperativa La Estrella, apostillando que pueden ser secos o semidulces.

Los caldos que se obtienen con la variedad Macabeo presentan tonos acerados y aromas a hierbas silvestres. La uva Pardina aporta sabores afrutados y anisados y un color amarillo pajizo con reflejos verdosos. Por último, los vinos de Cayetana tienen aromas muy intensos y ofrece sensaciones frutales en boca.

La mayoría de los tintos, como indican los porcentajes de plantación, se elaboran con uva Tempranillo, aunque las variedades francesas también tienen su cuota.

Los tempranillos se caracterizan por sus aromas frutales -especialmente a fresa y cereza- y balsámicos. Aunque cuando se somenten a barrica alcanzan una mayor complejidad, con notas a vainilla o coco.

Los vinos rosados se hacen con distintas variedades de uva tinta. Hay productores que utilizan la uva Garnacha, «porque es una variedad que no da mucho color, que tienen muy buena acidez y se consigue un buen sabor», certifica Morales.

Dentro de la Denominación de Origen se usa, principalmente, uva Tempranillo. «Conseguimos unos rosados frescos y con notas frutales y florales», en palabras de López.

Ya sean blancos, rosados o tintos, existe una gran variedad de caldos, que pueden ser jóvenes, medias crianzas (robles), crianzas y reservas. Esta catalogación depende de si se embotellan directamente después de la fermentación (jóvenes) o del tiempo que pasan en barrica. La producción en Extremadura destaca por los blancos y rosados jóvenes, reservando la barrica para los tintos, lo que no quiere decir que haya excepciones y tintos jóvenes «frescos, frutales y muy atractivos», concluye López.

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