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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

Nuevos tiempos, nuevas profesiones

Mucho me temo que en el supuesto de que la propuesta prospere, más de uno pensará que así se las ponían a Felipe II y que estamos a dos telediarios del nacimiento de dos nuevos profesiones: la de policía fiscal y la de delator fiscal, profesión ésta última de enorme porvenir en la que será fácil hacer carrera ya que los «clientes» se cuentan por miles

Antonio Antúnez Trigo

Viernes, 3 de noviembre 2017, 00:20

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El 20 de octubre este mismo diario HOY se hacía eco en sus páginas de unas propuestas de la Organización de Inspectores de Hacienda tan sorprendentes como inquietantes: «Los inspectores de Hacienda piden pagar a los informantes de delitos fiscales». Veamos de qué narices va esto:

La posibilidad de denunciar supuestos fraudes tributarios ya está contemplada en la Ley General Tributaria cuando establece textualmente que «mediante la denuncia pública se podrán poner en conocimiento de la Administración tributaria hechos o situaciones que puedan ser constitutivos de infracciones tributarias…». Y añade: «Recibida una denuncia, se remitirá al órgano competente para realizar las actuaciones que pudieran proceder».Y continúa: «Este órgano podrá acordar el archivo de la denuncia cuando se considere infundada o cuando no se concreten o identifiquen suficientemente los hechos o personas denunciadas». Sentadas estas bases, concluye con una advertencia: al denunciante «ni se le informará del resultado de las mismas». Luego la delación no es una novedad. Pero existen ciertos matices a considerar.

Extraña que la ley omita toda referencia a la denuncia anónima, que es, al parecer, el procedimiento mayoritariamente empleado en cada caso por los ‘valientes’/’cobardes’ denunciantes. Y me asalta la duda: ¿Es que también son válidas estas denuncias...? Al parecer, sí. Motivos no faltan: De un lado, la ausencia de toda mención al respecto y de otro, la insaciable voracidad de Leviatham. ¿Razones…? Bien podrían ser las de aquel fraile que camino del convento, mientras portaba un inocente borrego sobre sus hombros, afirmaba que «to es bueno p’al convento».

La cuestión es que la propuesta de la Organización de Inspectores de Hacienda, –«IHE para los amigos»– propone ‘mejorar la lucha contra el fraude’ mediante la aplicación de una medida que en su opinión ‘sería positiva para incentivar la delación del fraude’. Tal medida consistiría, ni mas ni menos, como he dicho más arriba, en premiar económicamente a los delatores. ¡Toma ya…! Yo me pregunto si no basta con utilizar adecuadamente las armas que el legislador ha puesto en manos de la inspección tributaria, es decir, tanto la denuncia pública como el terrorífico plan relacionado con el deber de información de determinadas personas y entidades contemplado en el artículo 93 y siguientes de la ya mentada Ley General Tributaria. Mucho me temo que en el supuesto de que la propuesta prospere, más de uno pensará que ‘así se las ponían a Felipe II’ y que estamos a dos telediarios del nacimiento de dos nuevos profesiones: La de Policía Fiscal y la de Delator Fiscal, profesión ésta última de enorme porvenir en la que será fácil hacer carrera ya que los «clientes» se cuentan por miles, será de libre acceso, no habrá límite de edad, no habrá que superar unas duras oposiciones… nada de nada salvo, eso sí, aplicar el conocido principio: Dime lo que gastas y te diré lo que ganas. Y por si fuera poco, se trata de una nueva profesión que te puede hacer rico en poco tiempo. ‘Item mas’: Esta profesión, este asunto, bien enfocado, y considerando los niveles de envidia que existen en este país, podría acabar con el paro en España. No es broma: Fulanito de Tal, de profesión, «Delator Fiscal». La titulación luce bien aunque parece algo intimidatoria. ¿No creen…? Pero eso es lo bueno de ella.

En cuanto a la Policía Fiscal, la IHE sugiere que al personal se le autorice a realizar su trabajo de incógnito, un hecho que en lo sucesivo nos obligaría, por razones obvias, a tener muy en cuenta la profesión de nuestros vecinos de la comunidad o de nuevos conocidos… por si las moscas. Y de confidencias con desconocidos, ni mijita. (Por cierto, el mercedes último modelo que acabo de comprar es un regalo de mi tío el de América…). Otro consejo: Mucho cuidado con los gastos ‘ostentóreos’, que diría el finado Gil. Unas vacaciones en el Caribe nos podrían salir muy caras. Mucho más si nos acompañó, sin nosotros saberlo, un policía fiscal de paisano.

¡Dita sea la piña colada…! ¡Qué cara me va a salir…!

Por último, también se propone la creación de una Oficina Nacional Antifraude, – «ONAC para los íntimos»– dotada de competencias superiores a las de la actual Oficina Nacional de Investigación del Fraude, ONIF también para los íntimos.

Bueno, pues a pesar de tratarse de un serio asunto, ya verán como los creadores de juegos electrónicos se inventan uno, rápidamente, titulado algo así como «ONIC contra ONAC». «El juego de moda para contribuyentes avezados». «El boom del año…», etcétera.

España… ¡qué cachondeooo!

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