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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

Yo estuve en Madrid aquel 18 N

Los últimos meses, las últimas semanas, Extremadura esun clamor exigiendo un tren digno. Sin colores, sin matices,sin trampas ni cartón. Deportistas, medios de comunicación, ayuntamientos, colegios profesionales, plataformas ciudadanas en defensa del tren, estudiantes universitarios, hostelería, agricultura, cooperativas, artistas…

Begoña García Bernal

Domingo, 12 de noviembre 2017

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Cuentan las personas ancianas de este lugar que un domingo de septiembre del año 1979 el pueblo extremeño despertó de un largo letargo y mostró su oposición frontal a que una planta nuclear se instalase en la cabecera de las Vegas del Guadiana.

Fue una pelea desigual. De un lado había grandes corporaciones de esas que siempre tuvieron mando en plaza en este país y en esta región; además, un gobierno central y muchos intereses económicos y clientelares de todo tipo, mientras que en el otro lado solo había soldaditos rasos diciendo que no, que esa nuclear no era necesaria en Extremadura.

La historia, caprichosa ella, de cuando en cuando da una alegría a los más débiles, y por ello aquel 1 de septiembre, 40.000 personas por los campos, camino de Villanueva de la Serena lograron frenar un gigante nuclear que poco a poco se fue quedando adormilado bajo las encinas de Valdecaballeros hasta que llegó a desaparecer de nuestras vidas.

Aquel día ganamos algo más que el cierre de una planta nuclear que no convencía a nadie en esta tierra.

Ahora, 38 años después, hay bastantes similitudes con aquella marcha que ayudó a construir la bandera de nuestra identidad regional.

Ahora volvemos a pelear, en esta ocasión por el tren, por un tren digno que nos negaron en el siglo XIX, que nos regatearon en el siglo XX y que no podrán negarnos en el siglo XXI.

Exportamos energía a granel, pero no tenemos ni un maldito metro de línea férrea electrificada. Tenemos miserables vías, vagones sin climatizar bajo la solana de agosto, sin wifi, sin respeto a nuestra gente, sin horarios adecuados, sin conexiones con otras líneas nacionales o internacionales.

Pese a esa marginación brutal, basta mirarnos al espejo para comprobar que tenemos ojos, caras, caries, piernas, dolores lumbares, sonrisas… como las demás personas. ¿Si somos iguales a las demás por qué nos han aislado, desconectado, dejado solos y solas en casa?

Hace poco más de un año, en Badajoz, los sindicatos CC.OO. y U.G.T., la Confederación Regional de Empresarios y la Junta de Extremadura firmaron un acuerdo, un Pacto por el Ferrocarril, para tratar de cerrar una herida sangrante y mirar hacia el futuro para tener un tren digno. Poco después, en la Asamblea de Extremadura, los Grupos Políticos del PSOE, PP, Podemos y C’s cerraron un acuerdo de firmeza y unidad frente a este fracaso histórico al que nos condenaron desde fuera y no supimos defender desde dentro.

Luego, a lo largo de este año, han sido las Diputaciones Provinciales y los pueblos, uno a uno, los que se han ido sumando a este grito contra la resignación.

No es mal bagaje para este pueblo del que dijeron que nos anima el espíritu desunido y jamás entramos en empeños.

Los últimos meses, las últimas semanas, Extremadura es un clamor exigiendo un tren digno. Sin colores, sin matices, sin trampas ni cartón.

Deportistas, Medios de Comunicación, Ayuntamientos, Colegios Profesionales, Plataformas Ciudadanas en defensa del tren, estudiantes universitarios, hostelería, agricultura, cooperativas, artistas…

La lucha por un tren digno está despertando una conciencia colectiva que muchos creían dormida. La lucha por el tren nos traerá, seguro, un notable avance en materia de infraestructuras ferroviarias. Y además, es posible que la lucha por el tren nos regale también un hermoso viaje, cual Ítaca a Ulises, en el que podamos construir lazos de solidaridad y cohesión entre toda la gente que habita en esta hermosa, esperanzada, y muchas veces maltratada tierra.

El próximo 18 de noviembre, otra vez, como cuando entonces, miles de extremeños y extremeñas saldremos a las calles; ahora nos iremos a las calles de Madrid, y cuando pasen muchos otoños será gratificante poder contar a los más jóvenes de este lugar, que un día del año 2017, yo también estuve en Madrid exigiendo un tren digno.

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