Hartos

La imagen de una docena de extremeños arrastrando penosamente sus maletas por un erial el pasado sábado ilustra el grave problema del servicio ferroviario en Extremadura. No es la primera avería ni el primer incendio que se produce en un tren extremeño. Posiblemente tampoco sea el último incidente en nuestras vías. Todos son resultado del secular abandono que ha sufrido el tren extremeño durante décadas. Ya no es que los viajes sean largos, de una duración impropia del siglo en que vivimos, es que se han convertido demasiadas veces en una pesadilla para los viajeros que todavía se atreven a montarse en los convoyes. Es cierto que después de años de demora en los últimos tiempos se habían activado los proyectos para construir de una vez por todas una conexión ferroviaria digna, pero la lentitud con que se ejecutan las obras y la repetición de las averías está acabando con la paciencia de los ciudadanos. Este fin de semana todos los partidos políticos extremeños han clamado indignados contra la incuria de esa línea ferroviaria. Ya no son solo las vías que no permiten alcanzar una velocidad razonable; son los convoyes que se averían y echan a arder. Tras este último incidente, el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, se reunirá el jueves con el nuevo ministro de Fomento, José Luis Ábalos. De ese encuentro solo se puede esperar un resultado: la voluntad cierta de acelerar los plazos del AVE y, mientras se concluye la obra, la garantía de que se va prestar un servicio ferroviario digno. La hora de los aspavientos y las promesas que no se cumplen hace tiempo que ha pasado. Los extremeños estamos hartos.