Borrar

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

HACE poco más de un mes, el PP gobernaba España. Hoy está en la oposición e inmerso en una crisis de liderazgo que amenaza con abrir una grave división interna. Ni los más entendidos en estrategias políticas se atreven a aventurar qué puede ocurrir. Primero decían que el líder indiscutible iba a ser Alberto Núñez Feijóo quien, después de dejarse querer, pegó la 'espantá' en el último minuto; más tarde aseguraban que el triunfo en las primarias se jugaba entre Cospedal y Santamaría, pero apareció Casado y jubiló a la poderosa secretaria general en una tarde de recuento de papeletas; y ahora, envalentonado con el aliento de Aznar, Pablo Casado afirma que no quiere pactar con Sáenz de Santamaría. Aspira a hacerse con todo el poder.

Ya nadie apuesta que será Santamaría la ganadora indiscutible. Es la candidata más valorada en las encuestas, pero no necesariamente la que más gusta a los compromisarios que tienen que votar el próximo día 21. Y ya se sabe que lo que piensan los afiliados a los partidos y el electorado no siempre coincide.

El éxito que ha tenido Pablo Casado en las primarias muestra que a sus compañeros de partido no parecen importarle demasiado las acusaciones de que obtuvo su máster sin ir ni un día a clase mientras otros alumnos sí tuvieron que asistir y presentar trabajos. ¿Se puede llegar a presidir el PP con esa hipoteca? ¿Y ganar unas elecciones? Quizá sí, pero resulta preocupante la ligereza con que los populares descartan el riesgo que entraña que un juzgado pueda iniciar un procedimiento por el caso del máster tan fácilmente aprobado. Vista la ristra de escándalos que han afectado a políticos de currículum dudoso, cuando no con muertos en el armario, no estaría de más que los partidos procuraran afinar en la selección de sus recursos humanos.

¿Qué pasaría si Pablo Casado es elegido presidente del PP y después se le imputa por irregularidades en la obtención del máster?

La estrategia de cerrar filas cuando se produce un ataque del 'exterior', como se actuó con el máster de Cristina Cifuentes, se ha demostrado errónea. Resistir en esos casos no es ganar, es agrandar el escándalo y extender los daños colaterales al partido. ¿O alguien cree todavía que el escándalo que acabó con la dimisión de Cifuentes solo le perjudicó a ella?

Evaluar los riesgos que se corren al amparar a un político cuestionado debería ser la primera lección que aprendiese un dirigente.

El pasado viernes dimitió el secretario general del PP de Badajoz, Juan Antonio Morales, famoso por haber sido premiado por la Fundación Franco. Se fue del partido cargando con toda la artillería contra la dirección regional, a la que acusa de ser cómplice del PSOE en asuntos como la memoria histórica.

Morales se ha marchado año y medio después de recibir el galardón de la Fundación Franco. Entonces el PP extremeño le quitó importancia a la famosa cena en recuerdo del nacimiento de Franco y zanjó el asunto diciendo que bastaba con la petición de disculpas que había hecho el dirigente. Y, como no evaluó el riesgo que suponía mantener en primera fila a un entusiasta del franquismo, volvió a reelegirlo como secretario general, el número 2 del PP en la provincia. ¿De verdad a alguien en las filas populares le ha sorprendido la marcha con redoble de tambor de Morales? ¿Pensaban que un diputado que ha sido condenado en firme dos veces, una por reventar un pleno municipal en un pueblo y otra por acusar a sus oponentes políticos de ser camellos se iba a moderar?

Lo verdaderamente sorprendente es que el Partido Popular le premiara con puestos relevantes, que nadie con capacidad de decisión cayera en la cuenta de que, antes o después, un político que lleva un hooligan dentro va a estallar. Si el PP hubiera expulsado a Morales en 2016 sus dirigentes se hubieran colgado la medalla de ser inflexibles con alguien demasiado comprensivo con la dictadura; hoy es él quien se da el gusto de darles unos palos. Y no se puede decir que el PP, precisamente ahora, esté para que le den muchos disgustos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios