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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?

Familiares y amigos dan su último adiós a la condesa viuda de Romanones

La exespía norteamericana falleció el pasado lunes a los 94 años

ABC.ES/REDACCiÓN

Jueves, 14 de diciembre 2017, 12:06

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Los restos mortales de Aline Griffith recibieron sepultura este martes en Madrid, en una íntima ceremonia a la que acudieron sus familiares y amigos. La condesa viuda de Romanones falleció el pasado lunes a los 94 años y han sido muchos los que quisieron despedirse de ella en el Cementerio Municipal Nuestra Señora de La Antigua.

No faltó su nieta Lulu Figueroa-Domecq. La pintora y aristócrata, visiblemente afectada, acudió al entierro vestida de luto y con su mirada de tristeza oculta bajo unas grandes gafas de sol.

La joven acudió acompañada de su marido, el historiador y antropólogo Adrián Saavedra, con el que acaba de cumplir su primer aniversario de boda. De entre los miembros de su círculo más cercano, tampoco faltaron las hermanas Blanca y María Suelves.

La condesa viuda de Romanones, una mujer menuda, coqueta y siempre elegante, recaló en España el 31 de diciembre de 1943 tras ser reclutada por la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, antecesora de la CIA). Durante su estancia como agente norteamericana entabló amistad con miembros de la alta sociedad.

La condesa viuda de Romanones ha estado vinculada a Extremadura a través de su finca Pascualete. La norteamericana sentía un gran amor por la región. La finca situada en Santa Marta de Magasca era la niña de sus ojos.

Considerada una las personas más destacadas de la 'jet set' internacional, Aline Griffith se dedicaba además a escribir. Su primera obra fue precisamente 'Historia de Pascualete', un libro que recoge las vivencias de los condes de Romanones en la finca cacereña. En ella la condesa narra el «descubrimiento» de esta hacienda próxima a Trujillo cuya historia se remonta al siglo XIII. Por ella han pasado grandes personalidades como Rainiero de Mónaco con su esposa Grace Kelly, Ava Gadner y algún jeque árabe. En la casa-palacio pudieron disfrutar del mobiliario del siglo XVII adquirido en anticuarios de Toledo y Córdoba, y admirar los trofeos de caza y las copas de golf del que fuera su marido Luis de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno.

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