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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Extremeños retornados de Cataluña: «Mi hija es independentista»

Extremeños retornados de Cataluña: «Mi hija es independentista»

Los pueblos extremeños están llenos de emigrantes retornados que dejaron a sus hijos en Cataluña y están viviendo estos días con tristeza y tensión

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Lunes, 23 de octubre 2017

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No hace mucho que Rubén, electricista en Badalona, dijo que quería bautizar a su bebé en Vivares, un pueblecito de 700 habitantes cercano a Don Benito; también ha ocurrido que esta semana ha tenido lugar un entierro en Los Santos de Maimona de una persona que residió en Mataró. El hilo que conecta a los emigrantes en Cataluña con su tierra extremeña de origen tiene estos coletazos sentimentales en pleno desafío independentista.

En Extremadura hay miles de familias que mantienen lazos con Cataluña. Estos días siguen la actualidad política con preocupación. Abundan los emigrantes que retornan al conseguir su jubilación y ahora desde el pueblo llaman a diario a sus hijos que se quedaron en Lloret, Sant Boi, Cornellá, Hospitalet, Calella, Mataró o Badalona, por citar algunas poblaciones que recibieron a los extremeños hace décadas. Lo hicieron con respeto y los brazos abiertos, recalcan ahora para subrayar lo incomprensible que resulta para ellos que el antiespañolismo se esté extendiendo donde ellos prosperaron. «Es que en Hospitalet lo mismo se celebraba la Feria de Abril que una matanza extremeña. La convivencia fue muy bonita siempre y alguna gente lo está estropeando todo», confiesa con rabia esta semana Isabel, afincada en Monesterio desde este verano después de vivir 45 años en Cataluña».

Estas familias hoy comentan lo que está pasando en Cataluña y muchas veces padres e hijos no comparten punto de vista. «Sí, mi hija es independentista», explicaba con un tono disculpa a este diario Fernando, de Vivares, una entidad local menor de Don Benito y que trabajó 42 años en una fábrica de Badalona. Por los testimonios que ha recogido HOY la tensión y la tristeza son dos sentimientos muy extendidos entre los extremeños que han vivido en Cataluña.

«Los mayores no queremos que se rompa el país»

Mario Terrón | fregenal de la sierra

Mario Terrón Díaz, de 77 años, no es optimista. «Lo único que tengo claro es que esta herida va a ser difícil de cerrar». De Fregenal de la Sierra, emigró a Madrid en cuanto acabó la ‘mili’ y de ahí viajó a Barcelona. Acabó quedándose en Cataluña más de cuarenta años, por eso tiene vivienda en Sant Boi de Llobregat. Trabajaba en una empresa de telecomunicaciones que le hacía trabajos a Telefónica y se jubiló en 2005. En ese momento regresó a su Extremadura natal, pero sigue la actualidad catalana con interés. «Veo que la situación está mal. Sé de enfrentamientos entre familias y tengo amigos allí. Es una pena que Cataluña esté dividida en dos».

Él es de los que piensan que Cataluña debe estar dentro de España. No tiene hijos, pero en Cataluña tenía un hermano que falleció, por eso allí le quedan sobrinos y nietos. Afirma que todos, pese a ser emigrantes, «se han criado en un ambiente extremeño para que no perdieran la raíz».

Según dice este extremeño, a veces quita la televisión porque las informaciones le ponen de mal humor. «Los políticos de un lado lo ven todo negro, y los del otro lo ven todo blanco. Tanto de un lado como de otro los medios de comunicación no son imparciales. Esto ha llegado demasiado lejos porque a los fuegos hay que echarles agua, no gasolina. Ahora la solución es compleja. Si se aplica el artículo 155 y la gente empieza a ir a la cárcel habrá más movida en Barcelona porque a la gente la movilizan muy fácil».

Mario, que cuando vivía en Cataluña cada verano pasaba dos o tres semanas en Fregenal y luego reservaba otros días para la romería de su pueblo, ve pocas opciones de reconciliación. «Mi predicción es que en 15 o 20 años el movimiento independentista se habrá multiplicado, porque el 80% de los más radicales son gente joven, somos los mayores los que no queremos que se rompa el país».

«Están incendiando al pueblo catalán»

José María Coloma | Higuera de Albalat

José María Coloma es hijo de un extremeño de Torrecilla de la Tiesa (1.120 habitantes) y una extremeña de Higuera de Albalat (100 habitantes). Sus padres son emigrantes, así que él nació en Barcelona, creció y trabajó allí para los supermercados Caprabo. Lo operaron de la cadera y el clima extremeño le venía mejor. Como tenía casa en el pueblo de su madre regresó hace seis años.

En este tiempo dice haber asistido espantado a una evolución en Cataluña hacia el independentismo. Su análisis es que ha sido provocada por los políticos que han sido señalados por la corrupción, como los expresidentes Jordi Pujol o Artur Mas. «Quieren jueces catalanes, no sé cómo le han vendido la moto a los universitarios, me parece vergonzoso lo que está pasando».

Según cuenta, en los cuarenta años que ha pasado en Barcelona, nunca se ha sentido señalado por ser hijo de emigrantes «ni en Barcelona ni en las zonas más radicales», dice. En su opinión, «es muy triste que ahora haya familias que ni se hablan, cuando eso antes no pasaba. Están incendiando al pueblo catalán, que en realidad también son los gallegos, andaluces y extremeños», señala.

«No me hablaban en catalán porque era el que pagaba»

Antonio Lavado | Los Santos de Maimona

Es frecuente en España que, por el boca a boca, pueblos del sur tengan una presencia acusada en pueblos del norte receptores de emigrantes. Esto ha ido dejando detalles como los que se ven, por ejemplo, en la localidad pacense de Los Santos de Maimona (8.200 habitantes), donde existe la calle Mataró, igual que en la localidad costera catalana de Calella existe ‘el carrer Los Santos de Maimona’. Antonio Lavado Castilla da su punto de vista desde este pueblo del sur de Extremadura, el cual dejó atrás siendo casi un niño. «Me fui a Barcelona con 13 años y mis padres pensaron que era una locura de adolescente. Al final terminé viviendo allí cuarenta años».

Su peripecia catalana es la de un emigrante que triunfó, en su caso fundando con 23 años una empresa textil de ropa para mujer. Tenía la fábrica en Mataró y la cerró en 2006 cuando regresó a su pueblo para montar una empresa de construcción. Finalmente la diabetes le obligó a retirarse hace nueve años. «Siempre fui un empresario muy activo y ahora soy un jubilado forzado», dice este extremeño de 58 años y que afirma que cuando puso por primera vez los pies en Cataluña «llegué al lugar ideal».

Nunca lo han mirado mal por ser emigrante, pero lo razona en que siempre ha tenido una posición económica boyante. «Me veían como a un empresario que daba trabajo a 200 personas y nadie me hablaba en catalán porque el que pagaba era yo y los catalanes son muy listos. Algunos se consideraban mejores que el resto por ser catalanes, pero es que yo nunca me he considerado menos que el resto».

Rememorando, cuenta que empezaron a molestarle algunos aspectos del catalanismo cuando a mediados de los ochenta le enviaban los informes del colegio de su hijo en catalán. «Les dije que no era correcto y me respondieron que estaba en Cataluña. Nos fuimos a otro colegio».

Casado con Matilde Ribera Labrador, tuvieron tres hijos. El mayor vive en Barcelona y los otros dos en Los Santos. Él se siente «muy catalán, muy extremeño y muy español». Por eso afirma que estas semanas lo está pasando muy mal pues cree que durante su vida allí él ha conocido a otro tipo de gente diferente a la que retratan hoy los medios.

«Veo a los que salen a la calle y están locos, pero en mi familia no todos opinamos lo mismo. Ellos (sus hijos) no vieron bien que a la gente se le pegara el día del referéndum. Y les digo que si los antidisturbios van a por una urna y no los dejas pasar pues eso también es violencia y la agravas si te llevas al niño y a la abuela. Yo estuve en las huelgas del sector textil hace años y eso sí que eran palos. No obstante, en mi casa se puede hablar del tema aunque no estemos todos de acuerdo. Yo soy más rupturista, a favor de aplicar el 155 y de quitar a estos políticos. El resto de mi familia es más conciliadora. Sin embargo, los que están en Cataluña lo viven de otra manera y hay padres e hijos que no pueden hablar del tema. Tengo una sobrina de veinte años que se quiere independizar y que parece que le hayan puesto en la frente lo del ‘España nos roba’. Yo a mis hijos nunca les quité a Cataluña de la cabeza, de hecho mi hijo mayor salió en la marcha silenciosa porque allí es muy difícil hablar de este tema. Tengo muchos amigos españolistas en Cataluña que contratan con ayuntamientos pequeños y que me dicen que no pueden expresar lo que piensan porque se quedarían sin trabajo».

«¡Algunas familias han dejado de hablarse!»

Fernando Vivas | Vivares

Fernando Vivas sonríe cuando le preguntas por qué opinan sus hijos del desafío independentista. «Ahí me has dado», reconoce. Él es de Vivares, un pequeño pueblo de las Vegas Altas del Guadiana, pero emigró a Badalona, donde trabajó 42 años en una fábrica de frenos de coches. Junto a su mujer, Isabel Sierra, regresó a Extremadura cuando se jubiló, pero pasa el año entre Vivares y Cataluña. Sus hijos, él de 37 y ella de 33, se han quedado en Badalona.

«Mi hijo es electricista y acepta que somos españoles, pero mi hija no, ella es más de Cataluña, es independentista. En casa se habla castellano y cuando digo que es porque yo soy extremeño empieza el debate. Cada uno da su punto de vista. Pero nos hablamos. ¡Es que hay algunas familias que han dejado de hablarse! Tengo muchos amigos con los que no se puede sacar el tema. Les digo que es mejor que no mezclemos la política y la amistad y están de acuerdo, aunque a mí me parezca mentira que tenga que hablar de que Cataluña está en España con alguien que es de Ciudad Real».

«Cataluña ha sido lo mejor que me ha podido pasar en mi vida, por eso lo que está pasando no me gusta –dice Fernando– Y yo soy, por este orden, español y catalán, por eso he protestado cuando me han mandado cartas oficiales en catalán y he ido al Ayuntamiento a decirlo hasta que me han atendido en castellano».

Su visión del tema es que los catalanes siempre han querido ser independientes, pero por unas causas u otras nunca han podido. «Los políticos de ahora han vuelto a despertar el independentismo. No estoy de acuerdo, pero por lo que veo esto va a ir a peor porque no se cuenta con la gente que hemos llegado de fuera. Hace cuarenta años todos éramos emigrantes españoles en mi barrio, ahora no, solo hay extranjeros. Lo que más rabia me da es que Cataluña ya no va a ser la misma de antes».

«Mis hijas me dicen que si estás al margen no pasa nada»

Teresa Perera | Villanueva del Fresno

Teresa Perera es de Villanueva del Fresno, otro pueblo donde abundan familias que emigraron a Cataluña.

La mayoría se instaló en el cinturón que se forma entre las poblaciones de Llobregat y Cornellá. Hasta allí se fue esta extremeña cuando tenía 18 años. Al cabo de un año volvió para casarse con su marido, Juan Baladón, también del pueblo, y regresaron a Cataluña, donde han trabajado 34 años, ella como cocinera y él en una empresa. Regresaron a Extremadura hace ocho años y dejaron allí a dos hijas que son gemelas, una en Cornellá y otra en Lloret. Ahora tienen 38 años. La mayor, de 42, volvió a Villanueva del Fresno.

Preguntada por la actualidad responde con preocupación. «La cosa está muy alterada porque unos están en un bando y otros en otro. Mi marido se entera de lo que pasa en Cataluña por la tele, pero yo prefiero hacerlo hablando con mis hijas. Ellas son catalanas, pero se sienten españolas y me dicen que no me preocupe. Pero claro, yo los nervios los tengo, sobre todo por mi nieta mayor, que ya tiene 18 años y ha empezado a ir a la universidad».

Según Teresa, el día 1 de octubre estuvo en contacto permanente con sus hijas. «Me dijeron que no salieron a la calle. Creo que si estás al margen no te pasa nada. Pero si vas a algunos sitios entonces corres riesgos».

«Discuto con mis tíos y con mis primos»

Laura Carranza | Villanueva del Fresno

Laura Carranza es paisana de Teresa Perera. Ella nació en Sabadell en 1978 y residió en Cerdanyola. Es hija de Carmen, de Villanueva del Fresno, y de Pedro, sevillano, una pareja de emigrantes que en realidad acabó en Cataluña por sus padres, esto es, los abuelos de Laura. Pero ninguna de las tres generaciones dejó de visitar Extremadura. «Aquí pasábamos los meses de verano y acudíamos a bodas, bautizos y comuniones. En una de estas celebraciones conocí al que hoy es mi marido», dice Laura para explicar por qué se instaló hace quince años en Extremadura y dejó atrás la Cataluña donde nació.

Hace cuatro años que es concejala por el PSOE en el Ayuntamiento de Villanueva del Fresno. Su hermano fue quien envió una senyera, la bandera oficial de la comunidad catalana que hoy ondea en el balcón del Ayuntamiento tras aprobarse en pleno como gesto de cariño a todos estos emigrantes. «Veo el proceso con preocupación por la gente de allí. Se tendría que haber atajado antes y por la inacción del Gobierno central esto se veía venir. A corto plazo no le veo solución y con la aplicación del artículo 155 habrá más protestas en la calle y todo se va a agravar». Hasta ahí su análisis político.

En lo social, Laura observa que el desafío independentista está haciendo mella en la unidad familiar. «Parte de mi familia está muy radicalizada, a favor de la independencia, así que chocamos y discutimos. Con mis primos y con mis tíos uso el argumento de que ellos no son catalanes, o nacieron allí por casualidad, como yo. Pero me dicen que es Cataluña la que les da de comer. Al final intentamos evitar el tema y el grupo de 'WhatsApp' que tenía con mis primos hace tres o cuatro años ha dejado de funcionar y hay gente que se ha salido. Hay posiciones muy enconadas y estas navidades van a ser ..., curiosas».

«Veo la noticias y me da mucha pena»

Isabel Bayón | Monesterio

En 1962 el marido de Isabel Bayón, Manuel Chavero, se fue a Hospitalet. Diez años después se casaron y ella emigró también. 45 años han vivido en Cataluña. Hace tres meses regresaron a Monesterio, su pueblo de origen. «Me encuentro bien en los dos sitios, ahora tengo que volver porque tengo médico, pero en el pueblo tengo a mi familia. Lo que pasa es que allí tengo a mi hijo, que nació en Barcelona, ahora tiene 43 años y trabaja en la Seat. Siempre ha venido con nosotros, así que aunque es catalán está muy integrado en Extremadura», decía Isabel esta semana.

«Veo las noticias y me da mucha pena –comenta al ser preguntada por la actualidad– Nosotros nunca hemos tenido pegas allí. En mi bloque había de todo menos catalanes y yo este año no lo estoy pasando bien, estoy triste porque entre cuatro lo tienen todo revuelto y están enfrentando unos a otros».

Según explica, cuando le han hablado en catalán y ella ha respondido en castellano, le han seguido hablando en castellano. «No tengo pega ninguna hacia los catalanes. Pero no queremos saber nada de los separatistas, ni nosotros ni mi hijo».

A su lado, tercia Manuel, su marido. «La cosa está revuelta y esto compete a los políticos solucionarlo porque es una minoría muy pequeña la que está provocando los enfrentamientos. Yo nunca tuve problemas en Cataluña y solo queremos vivir en paz quienes nos sentimos, como yo, primero extremeños y después españoles», zanja este emigrante recién retornado.

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