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El día 18, más cerca

Ángel Ortiz

Domingo, 12 de noviembre 2017

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EN los quince años que llevo trabajando en este diario -desde junio de 2009 como director-, nunca había percibido un estado de empatía tan consciente de las deficiencias estructurales de Extremadura como el que vienen mostrando el titular de la cartera de Fomento del Gobierno, Íñigo de la Serna, y los presidentes de las dos empresas públicas responsables de nuestras comunicaciones ferroviarias, Adif y Renfe, prácticamente desde que fueron nombrados para sus cargos. La semana pasada, Juan Alfaro, máximo directivo de la segunda, respondía a las preguntas de este diario en una extensa entrevista. Hoy lo hace el de la primera, Juan Bravo. Por añadidura, mañana vuelve el ministro a Mérida para verse con el presidente de la Junta y firmar el protocolo que desbloqueará la Obligación de Servicio Pública (OSP) del Aeropuerto de Badajoz, lo que representará un salto cualitativo en la mejora de este servicio. Son muchas las razones de que algo así esté sucediendo. La principal es que, objetivamente, Extremadura sufre un aislamiento y una carencia de infraestructuras como ninguna otra comunidad autónoma. Somos más insulares que Canarias. Vivimos en la ultraperiferia. La empatía no se produce pues con una comunidad sumida en un agravio simbólico o figurado. Es real, es grave, es viejo, es constante. Es inaceptable. Otra razón es que ya hay suficientes antecedentes en el historial de este asunto como para que ninguno de los dos grandes partidos, PP y PSOE, se sientan ajenos a las causas. Aquí se han puesto de perfil rojos y azules, por lo que rojos y azules han aceptado una suerte de pacto de no agresión. Se ha llegado a un punto de unión pasivo, más que activo, pero punto de unión al fin y al cabo, algo primordial si queremos que nos tomen en serio, que nos tengan en cuenta en los despachos en los que se toman decisiones. Hay más razones. Las continuas e insufribles averías en los trayectos regulares, la capacidad de los viajeros de transmitir en tiempo real cada percance, con toda suerte de fotos, vídeos y relatos en primera persona, la implicación de las fuerzas vivas sociales de la comunidad, el efectivo show del colectivo Milana Bonita, el pacto por el tren, la labor de la prensa nacional, que ha puesto en el foco del debate de Madrid el vergonzoso estado de nuestra red... Y en fin, sería injusto menospreciar la preocupación de los responsables actuales, pues por el momento van cumpliendo con lo previsto en el plan de actuaciones comunicado hace unos meses por el ministro de Fomento. Sería ruin pensar que De la Serna, Alfaro y Bravo empatizan con Extremadura porque no tienen más remedio. En este contexto, el sábado que viene Extremadura tiene una cita con su principal reivindicación. En Madrid, en la Plaza de España. Allí debería estar todo aquel extremeño preocupado por el futuro de esta tierra que no tenga nada ineludible que hacer. Aunque no esté de acuerdo con el 100% del planteamiento. Por responsabilidad, el sábado Extremadura debería demostrar, como nunca, que está sensibilizada y comprometida con uno de los ejes que vertebrarán su futuro: la mejora constante de sus comunicaciones. Eso sí, el día 18 ya se debería comenzar a pensar en el siguiente hito, en la próxima cita. El secreto de que cada vez podamos estar más cerca de ese futuro es que no dispersemos la atención, que sigamos unidos y nos mantengamos constantes, firmes y desconfiados. Como sucede, por cierto, con casi todo lo que merece la pena en la vida.

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