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Patines segway en una calle de Trujillo. :: E.R.
El barrio del 'Benebé'

El barrio del 'Benebé'

El turismo del clic también revoluciona las ciudades extremeñas

J. R. ALONSO DE LA TORRE

CÁCERES.

Miércoles, 6 de septiembre 2017, 07:37

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Los dos últimos supermercados que han abierto en Cáceres participan de un concepto nuevo: el súper para el turista. El Spar de San Pedro y el Mas de Virgen de Guadalupe tienen un mostrador a la calle para despachar a los viandantes y, sobre todo, a los turistas, emparedados, bocatas, bollería, bebidas, fruta y golosinas. Cáceres, la ciudad que recibe más turistas en la región, está viendo cómo el centro está cambiando poco a poco.

Si en Venecia, todo lo que rodea al puerto se ha convertido en un gran emporio comercial lleno de tiendas para los cruceristas, en Cáceres, a falta de puerto, el entorno de Obispo Galarza, donde amarran las 'naves' que llegan a la ciudad, ha cambiado en un par de años y hoy es un espacio comercial lleno de bares, apartamentos y tiendas de recuerdos y productos gastronómicos.

La calle Pintores se recupera a base de tiendas para turistas y aquel comercio clásico cacereño es hoy un comercio globalizado semejante al que se puede encontrar en Florencia, Canterbury o Amsterdam: tentempiés, souvenirs, gastronomía típica y tiendas de prendas deportivas y de grandes cadenas de moda barata, que tanto entretienen al turista.

Fíjense que he escrito siempre turista, no viajero. El turista va a ver lo que ya sabe que existe y si lo ha visto en 'Juego de tronos' o en 'La catedral del mar', mejor aún. El turista, además, busca que le muestren lo ya visto y esperado de manera diferente, por eso triunfan los segway o patines eléctricos en Trujillo y los 'triciclos' motorizados en Cáceres, donde ejercen unos guías low cost que cobran la voluntad. Lo llamativo es que pueden mostrar la ciudad de dos maneras: una histórica y rigurosa y otra basada en leyendas y anécdotas, más peliculera, que tiene gran éxito porque el turista quiere entretenimiento como sea.

El viajero, sin embargo, busca lo inesperado, empaparse del alma de la ciudad, algo imposible si se siguen las rutas turísticas establecidas. El viajero que, en Cáceres, al llegar a la iglesia de Santiago, se escapa y desciende hacia San Blas, descubrirá el Cáceres auténtico, el de barrio, con sus bares de morros y callos, sus fruterías y sus tiendas de toda la vida. Aunque en las ciudades muy turísticas como Barcelona, Florencia o Sevilla también esa vida de barrio empieza a ser un recuerdo por la inflación de pisos alquilados a turistas.

Al barrio de Triana ya lo llaman el barrio del 'Benebé' y en toda la ciudad hay más oferta de plazas en pisos para turistas que de plazas hoteleras regladas. La Barceloneta, Lavapiés, el Gótic y el Raval, más barrios llenos de pisos de Airbnb porque es mucho más rentable alquilar a turistas de manera discontinua que alquilar a una familia o a unos estudiantes durante un año.

Sin vecinos estables y sin tiendas de toda la vida, los barrios del centro de las ciudades pierden su gracia y su idiosincrasia para globalizarse. La ventaja en Extremadura es que los precios de las tiendas de productos extremeños son muy competitivos: es más barato comprar queso, vino o aceite en algunos de estos establecimientos que en una gran superficie o en una tienda del ensanche moderno. Pero esa es, una vez más, la excepción extremeña.

Hace diez años, viajar exigía un esfuerzo: visitar la agencia de viajes, repasar folletos, contratar un poco a ciegas. Hoy, viajar es un impulso que no requiere esfuerzo. Es medianoche, te entran ganas de hacer turismo, buscas ofertas de trenes o de vuelos, las combinas con hoteles baratos, habitaciones tiradas de precio o incluso con un sofá de alquiler, dos clics, subidón de adrenalina y ya eres turista o viajero, lo que prefieras.

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