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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?

LA BALA QUE PASÓ ROZANDO

LA SEMANA POLÍTICA ·

Los jefes de Cofely habían entrado hasta la cocina en el Ayuntamiento de Almendralejo; se habían preparado el menú a su gusto y estaban a punto de zampárselo cuando al juez Velasco le dio por empezar a detener gente y ordenar registros y les reventó el banquete

Manuela Martín

Badajoz

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Domingo, 17 de septiembre 2017

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Cada vez que se reactiva la investigación sobre el caso Púnica y su relación con Almendralejo, -y en los últimos días lo ha hecho de nuevo con el demoledor informe de la UCO-, un compañero de Redacción resume el asunto con una imagen cinematográfica: «al alcalde de Almendralejo la bala le pasó rozando».

¿Significa eso que quienes diseñaron desde el Ayuntamiento y fuera de él el contrato a la medida para Cofely no son responsables de ningún delito, como defiende el propio alcalde?

Yo no soy jurista ni policía judicial, solo una simple periodista con curiosidad, por lo que sería temerario por mi parte predecir qué recorrido judicial puede tener el caso Púnica en Almendralejo. No lo sé. Pero esta semana, en lugar de un 'thriller' sueco, he leído el minucioso informe en el que la UCO recopila y ordena los datos que tiene sobre Almendralejo y su ya famoso contrato de alumbrado. He examinado los correos, las escuchas en las que se habla de dinero a cambio de la adjudicación de un jugoso concurso de más de 20 millones de euros pero se evita concretar demasiado y se corta la conversación con un «vale, vale, no coment». (Hay que reconocer que nuestros presuntos corruptos han incorporado con desparpajo ese lenguaje del cine que le da una especie de glamour a los tratos más canallas).

Un agente de la Benemérita en los pasillos de la UCO en Madrid
Un agente de la Benemérita en los pasillos de la UCO en Madrid

De la lectura de ese informe, les decía, una persona lega en la materia como yo extrae como primera conclusión que los jefes de Cofely, la empresa muñidora y beneficiaria de todo el tinglado, habían entrado hasta la cocina en el Ayuntamiento de Almendralejo; se habían preparado el menú a su gusto y estaban a punto de zampárselo cuando, miren ustedes por dónde, al juez Velasco le dio por empezar a detener gente y ordenar registros y les reventó el banquete.

El tráfico de correos entre gobernantes municipales, intermediarios y empresarios era más intenso que el de la M-30 madrileña en hora punta.

¿Es delito que cargos públicos no sólo faciliten documentos oficiales reservados a una empresa privada, sino que se pongan a sus ordenes para que sus directivos elaboren a su medida y en su favor el pliego de condiciones de un concurso público?

A la UCO le parece que sí. Que en estos tejemanejes en que andaban metidos el alcalde de Almendralejo y otros 11 investigados, hay no uno sino hasta cuatro delitos. Todos muy feos para un cargo público: cohecho, fraude, tráfico de influencias y revelación de secretos.

El juez, que es quien tiene la última palabra en este estado de derecho que, por desgracia, algunos quieren atropellar en estos días, todavía no se ha pronunciado. El gigantesco caso Púnica, del que Almendralejo es una pieza menor, va a costar años desentrañarlo para adjudicar no ya contratos y comisiones, sino responsabilidades a cada una de las 170 personas acusadas, algunas de las cuales ya han pasado una temporadita en el cárcel.

La teoría que mantienen quienes exculpan a los investigados en Almendralejo es que dado que no hubo consumación/adjudicación del contrato y, previsiblemente, Cofely no pagó esas comisiones que aparecen en correos y conversaciones telefónicas, no hay nada de lo que preocuparse. El complot falló por una minucia, el guardia civil bocazas que quizá porque quería dárselas de importante le soltó a Granados que la UCO le tenía pinchado el teléfono e iba tras él.

«Tengo las manos muy limpias», insiste José García Lobato, convencido de que no le van a encontrar en Suiza o en Mónaco una cuenta como las que le rastrean a Francisco Granados. Y seguramente es así. El alcalde de Almendralejo era un alevín en un banco de tiburones.

Ahora García Lobato y quienes le acompañaron en sus peligrosos devaneos con los empresarios que tenían controladas las adjudicaciones de ayuntamientos de Madrid, Murcia o Valencia y querían extender el 'negocio' a Extremadura, creen, y quieren hacernos creer, que aquí no ha pasado nada, que todo fueron tonteos sin consecuencias, pecadillos que los ciudadanos de Almendralejo y el PP no deben tenerle en cuenta.

Quizá, como dice mi colega, la bala de la Púnica le pasó rozando. O quizá, como documenta la UCO, le alcanzó y Lobato es ya un zombi político. Aparenta que está vivo, pero no, no lo está.

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