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Manitas de cerdo melosas, deshuesadas y crujientes, en Sésamo Casa de Comidas. :: A.T.
Se come bien en Hervás

Se come bien en Hervás

Visitamos Sésamo, un restaurante de cocina elaborada y apetitosa

J. R. Alonso de la Torre

Sábado, 10 de junio 2017, 08:46

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En Hervás hay 18 restaurantes según el callejero oficial y 24 si atendemos a las indicaciones de las redes sociales. Sea como fuere, hay donde elegir y se come muy bien. Desde hace un par de años, la lista de los restaurantes favoritos de los turistas cambia poco: A fuego lento, Nardi, Sésamo, La parrilla, El almirez, La judería, El 60, Tapería del convento, Casa Luis y La vaca brava eran las estrellas la última vez que comimos allí. Fue hace un par de años, en Casa Luis, un restaurante con platos de cocina judía, y se lo contamos. Ahora se añaden Más que parrilla, Picaporte, Patagonia, Sinagoga, Brasería, Capisci, El patio, La callejilla, El mirador, Piojo's, El robleo, Cuco, Círculo La amistad y, con encanto y gracia cocinera: La andaluza.

En esta ocasión, vamos al restaurante Sésamo Casa de Comidas. Queda al principio del barrio judío, en el número 4 de la calle La cuestecilla. Tiene un comedor al aire libre muy agradable, donde no pegaba el sol a la hora de comer, y un elegante y acogedor salón interior.

El servicio en Sésamo es efectivo, explicativo y simpático sin agobiar. Cristalería, cubertería y vajilla cumplen con un notable. El pan no desmerece y el agua del grifo, tan rica, tan sana y tan barata, la sirven con clase en botellas de cristal con gran tapón de corcho. Tienen una buena selección de vinos de Toro, Duero, Rioja, Somontano y Cigales con un precio medio de 15 euros la botella y sorpresas como el Museum (Cigales, 18), el Flor de Vetus (Toro, 15) o el Pruno (Duero, 18). Se puede pedir vino por copas y, en la bodega extremeña, la oferta es corta y previsible, pero de calidad: Habla de la Tierra (14 euros) y del Silencio (17), Alius (16), un inesperado Palacio Quemado La Zarcita (15) y Huno (19).

Tras un estilizado y elegante aperitivo a base de caldo y salmón, afrontamos una carta tan entretenida como apetitosa. La diversión viene de los comentarios que acompañan a cada propuesta. Por ejemplo, los judiones del Barco (9), un plato muy común en las cartas de Hervás, se presentan como «guiso de judiones del Barco de Ávila y sus sacramentos, una legumbre delicada en un plato contundente para entonar el cuerpo». Las migas extremeñas con huevo poché (8,5), que están muy buenas, se acompañan de la siguiente explicación: «Pan de pueblo, el mejor ibérico, huevo de corral y pimentón de la Vera: Extremadura en un plato».

Disfrutamos para empezar con un refrescante tartar de salmón rojo Sockeye (18) acompañado de su correspondiente aclaración didáctica: «Salmón salvaje de Alaska de pesca sostenible marinado en casa, ligeramente macerado en mostaza, cebolleta y huevas de trucha. Sabores intensos. Espectacular». No exageran. Los entrantes, en fin, son tan atrayentes que te hacen dudar más de la cuenta: ¿risotto (12), boletus (15), pulpo (17,5), carpaccio (12), quesos (14), verduras (11), lomo de bacalao (16,5), carrilleras (13,5), coca de sardinas ahumadas (9,5) o las croquetas de morcilla ibérica y piñones con mermelada de zanahoria (8), que, con razón, pide medio comedor.

De plato principal, aunque no falta una paletilla de cordero extremeño asada con miel y romero (15) de presencia formidable y atrae la ternera en solomillo a la parrilla o con torta (19-22) y en chuletón (20), optamos por unas manitas de cerdo deshuesadas y crujientes (16,5): pura crema, sabor suave, crocanti excelso.

Hay menú infantil (10) y postres muy bien presentados para chuparse los dedos (4-5,5): brownie, mascarpone, espuma de chocolate negro y avellanas, sopa de frutos rojos con helado de yogur, helados o bizcocho de naranja . Se come bien en Hervás.

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