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Teresa Gibello, con una cabeza de Juan Pérez. :: A.T.
«He de sentir lo que vendo»

«He de sentir lo que vendo»

Teresa Gibello tiene una hermosa tienda en el barrio judío de Hervás

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Martes, 25 de abril 2017, 08:02

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Donde Hervás se hace barrio judío, justo en ese punto donde las calles descienden hacia el río y se estrechan, donde la villa se convierte en uno de los pueblos más bellos de España, una tienda sorprende a los turistas y los hace exclamar frases tan tópicas como significativas: «Esta tienda parece del barrio gótico de Barcelona. Es como si estuvieras en una ciudad». Dejando a un lado estas frases hechas y simples, la verdad es que el comercio de Teresa Gibello es un espacio que atrapa y arrebata: entras y te sientes en un lugar mágico, sensible y distinto. Es decir, en Hervás.

Teresa Gibello (Cáceres, 1966) abrió en el número 12 de la calle Pizarro de Cáceres la primera tienda propia de diseñadora que hubo en Extremadura. Era el año 1989 y la experiencia, una pequeña revolución en la historia de la moda extremeña, consistía en ofrecer a las clientas prendas únicas y exclusivas que Teresa diseñaba y confeccionaba.

Cuatro años duró aquella aventura pionera. En 1993, Teresa se fue a Lisboa con sus máquinas de coser y montó un atelier de ropa muy cerca de la emblemática plaza del Comercio. La experiencia lisboeta durará otros cuatro años y prosigue a partir de 1997 en Malpartida de Cáceres. Pasado otro cuatrienio, que parece el tiempo que marca las experiencias de esta inquieta diseñadora, Teresa se embarca en una nueva aventura: se marcha a Cáparra con su hermano para trabajar en el mundo de la arqueología.

Se instala en Hervás, se enamora del lugar y decide quedarse. «Me cautivaron las montañas del entorno, cogiendo un color rosa al atardecer. Volví a coser, hice algún traje de novia, expuse mis diseños en el cacereño palacio de Carvajal y entonces conocí a Miguel, mi pareja, y nos fuimos a vivir al campo, a un olivar», detalla Teresa los inicios de su pasión por Hervás.

Hace 16 años que vive en el campo con Miguel, profesor de Lengua y Literatura española. Descubre la vegetación autóctona del valle del Ambroz y empieza a elaborar cosmética natural, jabones con las plantas de cada temporada. «Justamente ahora estamos en plena recogida de plantas frescas: romero, saúco, espino albar. Esto me proporciona incluso más satisfacciones que la ropa: saber, por ejemplo, que podré aliviar la dermatitis de algunos niños», confiesa. Cuatro años, de nuevo los cuatrienios, lleva Teresa haciendo jabones naturales, que vende en el mercado de artesanía de Hervás e incluso los llevó en una ocasión al Womad.

En 2016, Teresa Gibello decidió abrir una tienda y lo hizo en un local que sorprende y enamora, en la calle de Abajo, 1, una especie de prólogo estético y armónico que nos introduce delicadamente en la belleza del barrio judío. Sus paredes son de ladrillo visto y de piedra, sin añadidos ni artificios. En el techo, vigas de madera y en las estanterías y vitrinas, obras de artistas y creaciones singulares de artesanos.

Teresa sigue vendiendo sus diseños propios de ropa, modelos exclusivos y únicos. Pero también ofrece libros ilustrados, sus jabones, joyas de autor, mantas portuguesas de pura lana, que se acerca a comprar a los pueblos de la portuguesa Sierra de la Estrella. Despacha Teresa bonitas fotos, artesanía lusa de Rosario Fonseca, diseños de la arquitecta Rosa Bengala y obras de arte de María Jesús Manzanares, Valentín Batalla, Perico Valhondo, Miguel Sansón, Javier Rubio, Juan Gila, Delia Sánchez Mata y otros artistas con prestigio y trayectoria.

«No vendo nada que no me guste», especifica. Y se nota en su entusiasmo y en los detalles de este lugar, que es más que una tienda y al fondo se convierte en agradable tetería donde probar infusiones diferentes con bizcochos caseros. «Tengo que sentir lo que vendo», resume Teresa la filosofía que ha marcado su vida, pero que se extiende por esta villa de Hervás, donde los comercios, los restaurantes y las pastelerías no te dejan indiferente y conforman un pueblo y un entorno que, como dice Teresa, cautiva.

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