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'Fermi' está en una peña motera, 'Renegados', y monta una Honda Shadow de 750 cc. :: Pakopí
Romper cadenas sobre una moto

Romper cadenas sobre una moto

'Fermi' Sedas de la Cruz Motera y abuela | Divorciada hace tres años, abuela por tercera vez el mes pasado y recién iniciada en el aprendizaje de la música

J. López-Lago

Lunes, 17 de abril 2017, 00:25

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Rebosa vitalidad en sus palabras y por las cosas que cuenta a ilusión no le gana nadie. Divorciada hace tres años, abuela por tercera vez el mes pasado y recién iniciada en el aprendizaje de la música, 'Fermi' Sedas se empeñó en cumplir su sueño de hacerse motera y lo ha conseguido. Desde entonces asegura que es otra persona.

  • Biográficos.

  • Fermina Sedas de la Cruz nació en Badajoz en 1964 y tiene dos hijas (Sandra, 33 años, Isabel, 29) y un hijo (Félix, 26). También tiene dos nietos y un tercero que falleció. Sus nombres los lleva tatuados. Está divorciada.

  • Profesionales.

  • Es auxiliar de Enfermería en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz a media jornada, trabajo que compagina con el restaurante que tiene una de sus hijas.

  • Su afición.

  • Se considera motera de toda la vida, pero fue hace cinco años cuando decidió cumplir su sueño y se sacó el carné de motocicleta. Se compró una Honda Shadow 600 y recientemente se ha pasado al mismo modelo pero de 750 centímetros cúbicos. Pertenece a la asociación cultural turística 'Renegados', una peña motera que es mixta. «Ser motero es como una religión, se lleva en la piel. En mi caso la moto forma parte de mi vida», declara tajante.

«La moto siempre ha sido parte de mí, igual que la música. De pequeña intentaba quitarle la moto a mi hermano, aunque ni me llegaran los pies al suelo. Después, cuando él iba a las carreras de motocross yo también quería ir». ¿Por qué no tuvo su propia moto en cuanto se hizo mayor? «Pasa que luego tienes hijos, que hay que comprarse una casa... Y al final tus ilusiones pasan a ser lo último de esa lista, pero yo siempre estaba pensando en las motos y cuando pasaba una siempre volvía la cabeza, hasta que al final convencí al que era mi marido para comprarme una y me saqué el carné hace cinco años».

Hasta entonces 'Fermi' iba detrás de acompañante, pero en cuanto se compró su primera moto, no una cualquiera, sino una Honda Shadow, de 600 centímetros cúbicos, sintió la verdadera libertad que supone ir sobre dos ruedas. «Ir de paquete era un sufrimiento, conducir la moto es otra cosa», dice esta auxiliar de enfermería que trabaja en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz y compagina su media jornada con la terraza-restaurante que tiene su hija junto al Guadiana, donde también echa una mano.

Rubia, cazadora de cuero, tatuajes (uno de ellos con el nombre de su mono, King-kong, que murió recientemente), y ahora una moto custom de 750 centímetros cúbicos más grande que la primera que tuvo.

Según cuenta, «al principio despertaba curiosidad, no sé si envidias, el caso es que tuve críticas, pero nunca me importaron, aunque también mucha gente me apoyó, ¿sabes? Por mi trabajo en el hospital estoy en contacto a menudo con la muerte y sé que una enfermedad te sorprende en cualquier momento, así que pienso que la vida es muy corta y no hay que desperdiciarla. En mi caso, las ilusiones me mantienen viva, así que siempre haré todo lo que me haga feliz».

«Me siento respetada»

'Fermi' no ha dejado de estudiar cada vez que ha surgido algún curso que le interesara y la última cosa a la que se ha apuntado ha sido a música (lo cuenta a este diario un día antes de comenzar su primera clase, lo cual lleva casi en secreto). «Siempre me ha gustado la música, tanto el rock como el flamenquito, y como no sé solfeo ni tengo estudios musicales, me acabo de apuntar a clases para aprender a tocar el cajón flamenco. Quizás, aún no lo sé, algún día me apunte también a tocar la batería. Mañana empiezo en la academia», revela ilusionada.

En cuanto al mundo de las motos, esta pacense reconoce que es un ambiente muy masculino, y aunque a veces ha observado algún detalle machista, esta no es la actitud que prevalece hoy día. «Lo que sí se nota es que los chicos con moto prefieren llevar a su chica de paquete y en cuanto a la conducción también hay machismo cuando vas en coche, no es una cuestión del mundo de las motos. Yo me siento respetada, y si bien es verdad que no sé mucho de mecánica y tengo amigos que me ayudan, con la gente con la que yo salgo nunca he tenido ningún problema».

'Fermi' sabe que hay peñas moteras solo de hombres, pero ella está en un grupo mixto y es aceptada como una más. Es una asociación cultural turística y se hacen llamar 'Renegados'.

Asidua a las concentraciones moteras y usuaria de las dos ruedas a diario para ir al trabajo, aún no tiene una ruta larga en su curriculum, pues como muy lejos de momento solo ha ido hasta Faro (Portugal). Sin embargo, esto lo va a remediar en breve. «Tengo pensado cumplir un sueño y es hacer la Ruta-66 en Estados Unidos montada en una moto. Me iré sola, aunque allí haré el viaje con una moto alquilada y un grupo organizado cuyas personas no conozco».

Según esta extremeña de 52 años, su vida cambió en dos momentos, uno hace cinco cuando se compró su Honda, y después hace tres cuando se divorció. «He sido motera toda la vida, pero solo me he sentido realizada ahora, cuando he pegado un puñetazo en la mesa. ¿Sabes qué pasa?, que quizás por la educación que hemos recibido las mujeres de mi generación vivimos en una zona de confort que en realidad es mentira. Hay que romper cadenas de vez en cuando y luchar por los sueños. Muchas mujeres no lo hacen porque viven en ciudades pequeñas donde se conoce todo el mundo y piensan que serán criticadas. Yo me dije, 'voy a pasar de la gente', y no sé por qué, pero últimamente me dicen que parezco más joven. Yo creo que es por mi felicidad interior».

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