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J. R. ALONSO DE LA TORRE
Miércoles, 29 de marzo 2017, 07:56
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El Guadiana podría haber sido un río navegable desde Villanueva de la Serena hasta su desembocadura en Ayamonte si no fuera por el Pulo do Lobo. Con algunas obras de menor envergadura, el río hubiera tenido sus puertos fluviales y su tráfico de barcos desde muy antiguo y Badajoz se habría convertido en una capital portuaria de comercio activo con medio mundo, pero el Pulo do Lobo lo impidió.
¿Qué es el Pulo do Lobo? ¿Dónde queda este enclave que todo lo que tiene de bello lo tiene de obstáculo? Buscando el paraje más singular del río más sorprendente de la Península Ibérica, hemos bajado hasta donde el Alentejo portugués empieza a convertirse en Algarve para visitar este espectacular Salto del Lobo. Porque el Guadiana, que aparece y desaparece, que se demora en lagunas y se remansa en azudes, se hace también catarata inesperada en este paraje imprevisto situado entre los municipios de Serpa y Mértola, dos ciudades bellísimas, con magníficos cascos antiguos y una historia de esplendor durante el periodo musulmán.
El Salto del Lobo es un desfiladero donde el Guadiana, que a su paso por Serpa medía 25 metros de anchura, se estrecha para convertirse en un profundo torrente encabritado de solo tres metros de ancho. Primero se forma una formidable cascada de 15 metros en un entorno salvaje y pétreo. El agua cae con estrépito y se remansa en un embalse natural, antes de volver a discurrir constreñida entre paredes de roca durante algún kilómetro. Después del Pulo do Lobo, el Guadiana es navegable hasta su desembocadura.
Este lugar se llama así porque, según la leyenda, un lobo perseguido por unos cazadores llegó hasta este punto, dio un salto, pasó al otro lado del río y escapó. Las vistas son preciosas desde lo alto, contemplando el desfiladero con el agua discurriendo en el fondo, y también impresiona acercarse a la cascada para sentir el ruido de la catarata y la salvaje naturaleza del entorno.
Al poco de dejar el Pulo do Lobo, el Guadiana llega a la ciudad alentejana de Mértola, que fue capital de reino taifa musulmán y puerto fluvial importante desde donde partían expediciones hacia África. Mértola está a 67 kilómetros por carretera de Ayamonte y a 72 kilómetros si el viaje se hace en barco por el Guadiana. Tras el Salto del Lobo, se entra en una zona minera importante: la faja piritosa ibérica. El zinc, el plomo, el azufre y el cobre, que se extraía de las minas de Huelva y de São Domingos (Mértola), se transportaba en grandes mercantes desde los puertos portugués de Pomarão y español de Puerto de La Laja, muy activos hasta los años 60 del siglo XX. Valga un dato para entender la importancia comercial de la navegabilidad del Guadiana: en 1864, entre Pomarão y Vila Real de Santo António circularon 563 navíos mercantes.
Esta actividad comercial a través del Guadiana solo era posible a partir de este sorprendente Pulo do Lobo, al que se puede llegar por dos caminos diferentes. Uno parte de Serpa, al norte, y el otro llega desde Mértola, al sur. Si se va por la mañana, recomendamos ir desde Serpa porque tendremos el sol a la espalda. Consecuentemente, la hora mágica del atardecer es el momento para llegar desde Mértola. Si no están dispuestos a bajar andando por complicadas cuestas (y después subirlas), es mejor que vayan desde Mértola.
A Serpa se puede llegar desde Beja, pero lo mejor es entrar en Portugal por Rosal de la Frontera y, tras pasar la frontera, escoger itinerario. Si van hacia Mértola, pronto encontrarán señales indicadoras del Pulo do Lobo. Si van a Serpa, mejor pregunten o sigan Google Maps (Vía Michelín y Apple Maps no encuentran bien el Pulo). En todo caso, deberán circular algunos kilómetros por una pista de tierra practicable para los turismos y, desde Mértola, hay que abrir una cancilla y cerrarla tras franquearla. El premio al esfuerzo viajero será este regalo visual y geológico: la cascada más meridional de Europa en el río más travieso del continente.
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