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Lunes, 26 de abril 2021, 17:15
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Pocos lugares tan agradables para comer como los restaurantes de los museos. Al placer de la comida, se une la belleza del entorno, el ambiente, las sensaciones... Es algo más que comer, pero también es comer: si la oferta es buena, el entorno ayuda y el restaurante del museo triunfa. Si no es así, desastre. En el restaurante del Reina Sofía ponían un aparente menú del día y estaba lleno. Cambió de concesionario, se eliminó el menú, solo había carta y el restaurante empezó a renquear.
En Extremadura, el único museo donde se puede comer es el Vostell de Malpartida de Cáceres, que tiene la gracia del entorno fluxus, del espacio natural imponente y de estar de moda por su aparición en la serie más premiada: Juego de tronos, vista cada semana por 18 millones de personas y en la que los Barruecos serán escenario de una formidable batalla con dragones en el tercer capítulo de la próxima temporada.
Comimos allí el sábado pasado. La terraza estaba ocupada por 100 jóvenes estudiantes de excursión y la sala interior estaba completamente reservada por familias enteras, grupos de amigos y parejas. ¿Pero este éxito es solo por el entorno, por la moda, por la belleza, por el arte o tiene que ver también la comida?
Indudablemente, para comer en el restaurante del museo Vostell, sobre todo los fines de semana, es imprescindible reservar (691713204) porque se come bien.
Han optado por el menú cerrado en los entrantes y en los postres, mientras que el plato principal se escoge a la carta. El menú cuesta 15 euros e incluye la bebida, con un tinto rioja garnacha Real Agrado que se bebe muy bien y se sirve en escanciador aparente. Vajilla, copas y cubertería son correctas. El servicio es muy profesional, sabiendo mantener el equilibrio entre discreción y amabilidad. Las servilletas son de papel y cambian platos y cubiertos en el tránsito de los entrantes al plato principal. El pan llega en cesta: bollitos, picos y tostadas.
Al poco de hacer la comanda, empiezan a llegar los entrantes para compartir: Primero, un pastel de patatera y otro de verduras y pescado. Después, una tabla de quesos y de ibéricos sin fallos porque el jamón y el lomo están ricos, el chorizo no desentona y la patatera es sublime. Cuatro quesos extremeños completan la experiencia. A continuación, ensalada de verduras y lomo a la sal y culminando los entrantes, un delicado revuelto de setas y hongos con puntitas de jamón. Si no son ustedes de mucho comer, a estas alturas ya estarán saciados.
Pero llega el plato fuerte. Podrán elegir, en los pescados, entre merluza rellena de frutos de mar, salmón con setas, rulo de salmón frito en hojaldre, bacalao con muselina de naranja, que recomiendan quienes lo prueban, sepia a la parrilla con ensalada de ajos o pimientos del piquillo rellenos de brandada de mar. En las carnes, confit o magret de pato, carrilleras, civet de toro de lidia, solomillo de cebo con foie de oca, lomo de ciervo, pluma ibérica, codillo de cerdo meloso (y formidable) o caldereta de cordero.
Dirección Camino Barruecos S/N
Localidad Malpartida, Cáceres
Teléfono 927005982
Horario Cierra los lunes
Terraza Sí
¿Tiene Cruzcampo? Consultar
Existe la posibilidad de tomar rodaballo o entrecot por tres euros más, chuletón de buey con suplemento de seis euros o cochinillo o paletilla de cordero por cinco euros más. El postre es un plato individual con pastelito, profiterol, kiwi, fresa, almíbares y helado con teja.
Tomamos los pimientos, muy ricos, muy bien presentados y con una brandada sustancial y sustanciosa y la paletilla asada, que estaba de chuparse los dedos. Es un orgullo tener un museo tan especial, en un entorno tan bonito y con un restaurante tan atractivo en el que priman la profesionalidad y la calidad.
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