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Enrique Moradiellos presenta un libro sobre la Guerra Civil. :: hoy
Los héroes de Santibáñez

Los héroes de Santibáñez

Don Rufino y don Fulgencio salvaron la vida de 22 vecinos en 1937

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Martes, 21 de febrero 2017, 07:47

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En 1937, hace ahora 80 años, con la Guerra Civil española alcanzando toda su crudeza, las venganzas y las ejecuciones se multiplicaron por la geografía extremeña. Pero también aparecieron en los pueblos de Extremadura héroes desconocidos que, jugándose su posición y hasta su vida, se opusieron a la venganza y a la violencia indiscriminada. Ya hemos honrado en esta página a varios alcaldes que evitaron muchas muertes, pero hay lectores que siguen contándome hazañas de más héroes desconocidos de la Extremadura del 37.

Cuando contamos estas historias tremendas de la Guerra Civil, otros lectores protestan como dice el escritor Javier Cercas que protestó su amigo, el cineasta David Trueba, cuando le confesó que iba a escribir 'El monarca de las sombras'. «¿De verdad vas a escribir otra novela sobre la Guerra Civil? Pero ¿tú eres gilipollas o qué? (...) Te van a dar de hostias hasta en el carné de identidad, chaval», le soltó Trueba a Cercas.

Efectivamente, cuando se escribe sobre la Guerra Civil en Extremadura, hasta mi padre me dice que no me meta en berenjenales, pero lo cierto es que el tema provoca multitud de reacciones y de mensajes interesantes, nada sectarios, como los que me han enviado ensalzando la figura de otro alcalde bueno. En este caso, se trata del alcalde de Santibáñez el Bajo: Fulgencio Corrales Martín.

Para que entiendan la trascendencia e interés que despierta todo lo que se escribe sobre 'nuestra guerra', baste un dato: hasta 2007, se habían publicado 40.000 libros diferentes sobre el tema. La cifra la recoge Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, en el libro 'Historia mínima de la Guerra Civil española', que se presenta mañana miércoles, a las 20 horas, en el salón de actos de la Biblioteca Pública de Cáceres. En él, se recoge una reflexión hecha por el dramaturgo norteamericano Arthur Miller en 2003: «No hubo ningún otro acontecimiento tan trascendental para mi generación en nuestra formación de la conciencia del mundo».

En esa «guerra internacional librada en España», en palabras del historiador británico Toynbee, Extremadura volvía a convertirse, como tantas veces a lo largo de la historia, en campo de batalla y represión. Y es en ese contexto internacional donde surge la hazaña local, devenida universal, de nuestro héroe de hoy.

«En mi pueblo, Santibáñez el Bajo, hubo un buen alcalde (o mejor dicho, presidente de la gestora nombrada por los franquistas al tomar el pueblo a finales de julio de 1936), que logró que 22 vecinos (entre ellos cuatro mujeres) no fueran asesinados», me cuenta Félix Barroso, incansable estudioso y divulgador de la historia, las costumbres y la etnografía de Extremadura.

Ese héroe era Fulgencio Corrales Martín, natural del mismo Santibáñez, donde ejercía la medicina, y jefe local de Falange. Barroso y otros conocedores de esta historia cuentan lo que han narrado los testigos de lo sucedido, a saber, que cuando esos 22 vecinos de Santibáñez ya estaban en una camioneta y a punto de partir para ser paseados o fusilados, apareció don Fulgencio, pistola en mano.

Cuenta Barroso que lo acompañaba «el cura párroco (otro héroe), don Rufino García Flores, natural de Casillas de Coria, el cual traía una escopeta entre sus brazos». Ambos se encararon con el jefe de los pistoleros y sus secuaces, que al ver la valiente decisión del alcalde en funciones y del párroco, «rápidamente desataron a los condenados a muerte por el simple hecho de ser republicanos y los soltaron». Los pistoleros se fueron a Valdeobispo y a Ahigal, donde no había peligro de encontrarse con alcaldes valientes, y en Santibáñez no hubo fusilamientos.

Al llegar la democracia, don Fulgencio y don Rufino, ya difuntos, fueron homenajeados por la corporación municipal de Santibáñez, presidida por Eloy Gutiérrez Montero, dedicándoseles sendas placas. Sirva esta contraportada como homenaje a estos dos héroes anónimos de Extremadura.

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