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Ave bajo el puente del AVE

Ave bajo el puente del AVE

La fábula del niño y el cigüeñino o cómo ser flexibles y sostenibles

J. R. Alonso de la Torre

Miércoles, 8 de febrero 2017, 08:39

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Un empresario extremeño dedicado a los cruceros turísticos fluviales ha comprado un nuevo barco para ofertar novedosos recorridos por el río Tajo. Una de las rutas subirá por el río Alagón desde su desembocadura en el Tajo en Alcántara. Ya ha realizado algunos viajes con expertos en turismo e interesados en el tema, pero los accesos en Alcántara al embarcadero no son cómodos y parece que su iniciativa aún deberá aguardar. Otra de las rutas iría Tajo arriba, pero de pronto ha surgido un problema: un águila ha anidado bajo el nuevo puente del AVE y el empresario teme que ese nido, más las dificultades para embarcar en Alcántara y alguna exigencia estricta desde la Administración lo obliguen a comerse su barco con patatas.

Extremadura es así, mucho antes de que llegue el AVE, llegan las aves. Y bienvenidas sean porque nuestro atractivo ornitológico es fundamental para nuestro desarrollo turístico. La ornitología no es solo fuente de riqueza, sino indicador de calidad de vida, sin dejar a un lado el respeto y la devoción a los animales.

Me comentaba la semana pasada un investigador y profesor universitario experto en turismo que, en Extremadura, a veces, nos dispersamos demasiado a la hora de ofrecer una imagen de marca. Comparaba con el caso de España, que lleva ofreciendo sol lustros y lustros, machacando esa imagen hasta convertirla en marca y referencia. Aquí, sin embargo, aunque está claro que ornitología y naturaleza son nuestras dos banderas sin competencia, nos dispersamos a veces explorando nuevos atractivos, que son ciertos e importantes, pero que apartan al posible cliente de nuestros valores únicos y característicos.

Ahí está el caso de la apuesta por las estrellas y Extremadura como un lugar estupendo para observar el firmamento. Eso está muy bien, pero es una oferta que se repite en muchos lugares de España, que no nos permite diferenciarnos de manera clara y que distrae de la imagen que realmente nos identifica en exclusiva. Parece como si la naturaleza, a ras de suelo, no fuera tan sofisticada, brillante y 'modelna' como el firmamento. En ese punto, incluiríamos también lo de vender la región y sus ciudades como espacios de película, que está muy bien, pero no deja de ser un contenido turístico episódico y temporal, que podría distraernos de la idea fuerza atemporal que hay que machacar: nuestras ciudades como esencia monumental fascinante.

Cuestión aparte es que la importancia de Extremadura como paraíso ornitológico y natural no debe llevarnos a posturas dogmáticas demasiado estrictas. Ahí está el caso del nido del ave en el puente del AVE. ¿Qué deben hacer los técnicos de Medio Ambiente de la Junta: prohibir el paso del AVE y del crucero fluvial para no molestar al águila... Prohibir solo el crucero... Permitir el paso de barco y tren? Parece que podrían convivir todos y que es necesaria cierta flexibilidad. No se trata de que el barco pase por El Salto del Gitano de Monfragüe, ni mucho menos, sino bajo el puente del AVE, muy por debajo del nido y así combinar turismo, naturaleza y ornitología. Pero el empresario fluvial no las tiene todas consigo.

Este caso me hace recordar el fallido aeropuerto de Cáceres. Cuando se planteaba su construcción, se avisó de que no se podía hacer porque a menos de un kilómetro de las hipotéticas pistas anidaba una pareja de cigüeñas negras. Yo me hice una pregunta quizás equivocada y demagógica, pero que me rondaba la cabeza y me vuelve a rondar con el caso del ave en el puente del AVE: ¿Es más importante que vinieran aviones, en su momento, o turistas de crucero, ahora, y mi hijo cocinero tenga trabajo y no emigre o es más importante que los cigüeñinos negros y los aguiluchos estén tranquilos y no emigren?

Sé que la pregunta es discutible y hasta tramposa, pero también sé que se puede buscar un equilibrio y procurar cierta flexibilidad para que no emigre nadie: ni los hijos de las cigüeñas y las águilas ni nuestros hijos.

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