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La vedette Manolita Chen. :: hoy
«Arrímame la estufita»

«Arrímame la estufita»

Manolita Chen animó durante 40 años las ferias extremeñas

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Martes, 17 de enero 2017, 07:47

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Manolita Chen... Si tiene usted menos de 40 años, ese nombre quizás no le diga nada. Si tiene más de 40, seguramente se disparará un resorte en su memoria sentimental y recordará aquel Teatro Chino que se colocaba al final de los recintos feriales de Plasencia, Cáceres, Badajoz o Mérida. Entre 1947 y 1986 se convirtió en lo que Francisco Umbral llamó el cabaret de los pobres y que fue admirado por Nureyev, Almodóvar o la mismísima Celia Gámez, un teatro en el que triunfaron extremeños como Florinda Chico, Los Hermanos Calatrava o Porrina de Badajoz, un Teatro Chino cuyo solo nombre, Manolita Chen, evoca fascinación, pecado y prohibición.

Hace hoy nueve días, falleció Manolita Chen (Madrid, 1927-Espartinas, 2017) y la noticia de su muerte nos ha hecho recordar a la primera vedette que empezó a hablar con el público: «¿Te mido la temperatura, chato?», a 'La vedette que desafió a Franco', como titula su libro sobre Manolita el doctor Montijano Ruiz, profesor de la Universidad de Granada. Pero, sobre todo, nos ha hecho recordar aquellas ferias extremeñas de los 60 y de los 70, cuando, más allá de los carruseles y las tómbolas, entrábamos en el espacio mítico del Teatro Chino y de los circos Mundial, Price o Krone (¿recuerdan el accidente de una avioneta que anunciaba el circo Krone en las ferias de San Juan de Badajoz de 1967? Cayó en Pardaleras y murieron el piloto y un payaso que lo acompañaba).

Manolita Chen, o sea, Manuela Fernández Pérez, era hija de un conquense repartidor de gaseosas La Revoltosa y de una gallega empleada de hogar. Nació en Vallecas, estudió danza y entró como bailarina en el grupo 'Las Charivaris' del circo Price. Allí conoció al malabarista chino (giraba platos, se colgaba de los pelos y lanzaba cuchillos) Chen Tse-Ping (1903-1997), un viudo de 41 años conocido como Chepín, que se casa con la bailarina adolescente de 17. Compran un viejo circo en 1947 y montan el Teatro Chino de Manolita Chen, que recorrerá hasta 1986 todas las ferias importantes de España con un espectáculo de variedades: «Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público».

Manolita y su teatro eran el paradigma de la insinuación, un espectáculo en el que el espectador debía completar los textos de las artistas e imaginar todo lo imaginable. El problema y la bendición de este cabaret ambulante era la censura porque también el censor imaginaba y actuaba en consecuencia. Un caso real: un humorista le decía a otro en escena que tenía cinco hijos y venía el sexto de camino; su replicante le comentaba que entonces su mujer estaba en cinta y el padre replicaba que no estaba encinta, sino en Burgos. El censor, nada más escuchar el chiste, multó al humorista 'padre' con mil duros porque interpretaba que su mujer estaba cometiendo adulterio con un señor de Burgos que era el padre real de su sexto hijo.

Así funcionaban las cosas, hasta el punto de que los porteros del Teatro Chino de Manolita Chen, cuando veían entrar al censor, tocaban un timbre, se encendían unas luces rojas en el escenario y las chicas se ponían pezoneras, medias negras y no utilizaban la palabra prohibida: cachondeo.

A pesar de ello, la bella Manolita no se arredraba y cantaba sus famosos cuplés: 'Arrímame la estufita', 'Mi fiel pajarito' o 'Qué justito me entra', que hacían las delicias de mis tíos, entonces jóvenes mozos que no se perdían la función de la Chen en las ferias de Cáceres. Y tenían dónde elegir porque el chino empezaba a las cuatro de la tarde y a veces acababa a las siete de la mañana. Su récord: siete funciones en un día.

Cuando la censura desapareció, el destape llegó y la insinuación fue derrotada por lo obvio, el Teatro Chino de Manolita Chen cerró. Era 1986. En 1997 moría Chepín y 20 años después nos ha dejado Manolita, a la que algunos comparan con Gloria Swanson y la mayoría evocamos como un mito al que nunca vimos, pero nunca olvidamos.

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