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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Sara Cabrera, en su frutería de Reyes Huertas. :: Jorge Rey
Sopas de sobre

Sopas de sobre

Las cuestas de enero y febrero se suben mejor comiendo de sequillo

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Lunes, 16 de enero 2017, 08:02

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Procuro no ser caprichoso: si un vehículo me funciona, no lo cambio. Mi Opel del 98 va como la seda, con los años, se ha vuelto un poco ruidoso y es de radiocasete, ni siquiera puedo poner cedés, pero el motor está impecable, así que paso la ITV cada enero sin problema y presumo de berlina vintage.

Caso distinto es el de mi 4x4, o sea, mi carrito de la compra, que es una birria. Lo compré hace nada y lo cogí de cuatro ruedas para poder empujarlo y no tirar de él, que dicen que es malo para la ciática. En realidad, compré dos iguales: uno para mi suegra y otro para mí. Pero mi suegra, que como mecánica hubiera hecho una fortuna, le echó un vistazo y, aun sin probarlo, dijo que naranjas de la China, que ella no se quedaba con aquel cacharro ni regalado, que lo devolviera.

A mí me pareció que su rechazo era un capricho de senectud y devolví su carrito, pero me quedé con el mío. Nunca lo hubiera hecho: las ruedas delanteras se pliegan cuando les da la gana, se atasca en las rampas de las aceras, se vence en las curvas, se cae en cuanto no lo agarro con fuerza y si lo empujo, acabo con un dolor muscular intenso. Como no lo cambié a tiempo, ahora tendré que tirarlo porque no soy caprichoso con los vehículos, pero tampoco voy a sufrir si sus prestaciones son mediocres.

En tanto me decido a cambiar de carrito y mientras convenzo a mi suegra para que me ayude con su buen ojo, he de seguir sufriendo con mi 4x4, que en estos días de enero se carga, como todos los carritos de la compra, de alimentos, digamos, singulares.

Mi suegra, por ejemplo, dice que ella, en enero, el famoso mes de la cuesta, come más de sequillo, como los gitanos. Sorprendido, le ruego que me explique y ella aclara que, desde siempre, los gitanos gustan mucho del queso, las latas y, sobre todo, los fiambres, y que ella, en enero, cena mucho de esta manera económica, ligera y sencilla: de sequillo, que tiene, además, la ventaja de que no hay que cocinar tanto tras las palizas de Navidad.

Cada uno tiene su particular manera de enfrentarse a la cuesta de enero. Julio Saavedra, compañero de columnas en este diario, me comentaba el otro día que él come al revés: durante las fiestas, toma apio, escabeche de pencas y agua, mucha agua. Así, al llegar enero puede darse el gusto de ir a las pescaderías y comprar sin colas y a mitad de precio.

Otra amable lectora, Caritina Sánchez, me cuenta que su hermano mayor, hace de esto 40 años, tenía una tienda de alimentación en Cáceres y, cuando comentan los despilfarros de las Navidades, él recuerda que, en su época, no había en diciembre un representante de empresas de alimentación que tuviera más pedidos que el proveedor de sopas Gallina Blanca.

Los tenderos sabían que, en enero, con la cuesta, las amas de casa no dejaban de venir a por sobres de sopas, que también tiene algo de comida de sequillo, aunque le añadas un poco de agua caliente a los polvos y la cuezas un rato. Ahora, con las tarjetas, especifica Caritina, los pagos de los gastos se aplazan, los cargos llegan a finales de enero y las sopas Gallina Blanca y la comida de sequillo en general aplazan su triunfo hasta febrero, que es el mes del caldo Avecrem, las sopas de sobre y de cualquier cosa, el hígado de cerdo encebollado, las patatas con carnes de tercera y los cocidos para dos días.

Mi suegra, los lectores observadores y los tenderos previsores saben de carritos y de cuestas, de cómo comprar un 4x4 y de cómo sortear los achuchones económicos con sopas de sobre, pescaderías con ofertas y sin colas, cenas de sequillo y verduras depurativas como las que vende Sara Cabrera, frutera adelantada donde las haya, que conoce el furor por el caldo de principios de enero, hace acopio de apio y surte a medio Cáceres de esta verdura en su tienda a dos calles de Reyes Huertas y Ronda del Carmen. Con ellos como guías, las cuestas de enero son menos empinadas.

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