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Victoria Valle, interventora de la Diputación de Cáceres. :: hoy
El país de las interventoras

El país de las interventoras

Políticos y funcionarios viven acongojados por el miedo al error

J. R. Alonso de la Torre

Miércoles, 4 de enero 2017, 08:33

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En el centro educativo donde trabajo, se estropeó la calefacción y hemos estado pasando frío hasta mediados de diciembre. Los trámites para arreglar la avería se hicieron diligentemente, pero estuvimos un mes congelados. El problema no era la desidia, sino la puntillosidad con que funciona la administración desde hace un tiempo. A raíz de la ola de corrupción que amenazaba con ahogarnos, los mecanismos de control son exhaustivos y continuos y para arreglar una calefacción, asfaltar una calle o plantar los árboles de un parque se exigen informes, proyectos, presupuestos, estudios detallados, aprobaciones varias, documentaciones precisas, certificaciones de toda índole... Todo se revisa y todo se rechaza a la menor duda para que se corrija.

Al conocer el caso de la interventora de la Diputación de Cáceres, los trámites iniciados para sustituirla y las quejas por la excesiva prolijidad en su trabajo, que, según el equipo de gobierno provincial, ralentiza el funcionamiento de la institución, he recordado el caso de la calefacción y también los comentarios de familiares que trabajan en empresas de obras públicas y están desesperados porque, aseguran, los alcaldes están acongojados y cada vez les cuesta más mover un papel por miedo a acabar en un banquillo.

El otro día, me llamó la exalcaldesa de Cáceres, Carmen Heras, para comentarme un detalle referente a un artículo. Me interesé por su estado anímico tras su paso por los tribunales y su condena y me confesó que ya estaba mejor, pero que se había sentido muy sola y lo había pasado muy mal porque no entendía qué estaba pasando. Era consciente, y todos con ella, de que no se había quedado con un euro, de que había obrado con la única preocupación de agilizar el funcionamiento del ayuntamiento y de que nadie la había prevenido de ilegalidad, pero había acabado como había acabado.

Por eso, por agilizar trámites o por desear favorecer el desarrollo de sus pueblos, sin robar un euro ni primar los intereses de ninguna empresa ni amigo, hay varios alcaldes extremeños que han debido dejar su cargo. Cometieron ilegalidades con la mejor intención, pero la ley es la ley y no hay peros que valgan. Y en su situación hay muchos otros, la diferencia es que no han chocado con un funcionario, vecino o político con tiempo y dinero para buscarles las vueltas y denunciarlos.

Basta con no entregar a tiempo un documento solicitado por la oposición, aunque esta pida diez cada día para paralizar el ayuntamiento, o basta con dejarse llevar por las buenas intenciones y facilitar que un emigrante retornado haga una casa donde no debía, para que se acabe tu vida política e incluso tu vida personal. Y con razón y justicia, aunque parezca kafkiano e insensato.

No hace mucho, un alumno me reclamó por escrito un trabajo de fin de curso del año anterior. El trabajo no aparecía y el profesor que lo había corregido había sido trasladado y no lo localizábamos. El alumno amenazó con una denuncia por no custodiar convenientemente un documento público. No llegué a consultar con un abogado porque, al fin, encontramos el trabajo en un cajón cuya llave se había llevado por despiste el profesor trasladado. Pero yo ya me veía inhabilitado por no custodiar un examen. ¿Se imaginan que los padres extremeños denunciaran a los profesores de sus hijos por perder los exámenes de los cursos anteriores?

Comprendo a la interventora de la Diputación y comprendo a los diputados provinciales cacereños, comprendo a los alcaldes asustados, a los funcionarios puntillosos y a las empresas privadas desesperadas. A este paso, lo decidido durante una legislatura se hará realidad la siguiente y el país acabará paralizado. En el norte de Europa, nos ven como un país excesivamente burocratizado y nuestros emprendedores temen más el papeleo que la falta de dinero. Algo hay que hacer. Cesar a la interventora es un parche. El problema es más de fondo.

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