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¿Qué ha pasado hoy, 15 de abril, en Extremadura?
¿Y si esta noche pasa algo?

¿Y si esta noche pasa algo?

Los Álvarez introdujeron el cotillón, el bufé libre y el agua caliente

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Martes, 20 de abril 2021, 10:24

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¿Y si esta noche pasa algo? La cena de empresa es el momento del año en que más rejuvenecemos porque volvemos a creer, como cuando salíamos a los 20 años, que igual esa noche pasa algo. Ser joven es eso: salir y que te pasen cosas o estén a punto de pasarte. Luego, las novedades se van atemperando y te haces mayor el día en que notas que has dejado de creer en las sorpresas. Ya estás seguro de que no te va a pasar nada, ya eres mayor.

Navidad. Sonsonete de la lotería como música de fondo y tradiciones ineludibles que nos hacen protestar y prometer que algún día cogeremos un avión y nos iremos a Madeira a pasar las Navidades en ese hotelito apartado en la playa más bella del mundo. Pero solo protestamos. Nunca escapamos. Y ahí está la cantinela de San Ildefonso para recordarnos que la felicidad por decreto ya está aquí.

En Cáceres, desde que no existe el Complejo Álvarez, la Navidad es menos entrañable. Cerró el Álvarez y parece que la crónica sentimental de la ciudad se ha quedado sin espacio escénico. Yo creo que Antonio Álvarez Rivera, su hijo y su nieto fueron los grandes revolucionarios de la hostelería cacereña. Ellos introdujeron el agua caliente, el ascensor, la centralita de recepción, el cotillón de Nochevieja, el libro de firmas y el bufé libre. Es lógico que su ausencia en el negocio nos haya dejado huérfanos de novedades.

Antonio Álvarez, el pionero, llegó a Cáceres desde Madrid en los años 20 e inauguró el 18 de mayo de 1936 el gran hotel de la ciudad, el hotel Álvarez, hoy hotel Alfonso IX, con salida a las calles Parras y Moret. El hotel de don Antonio era lo máximo en Extremadura. Tenía calefacción central, un ascensor de madera de caoba instalado por el mismísimo Jacobo Schneider, todas las habitaciones contaban con teléfono, gracias a una centralita de la marca Standard, que, tras ser prácticamente requisada, prestó muchos servicios al Estado Mayor de Franco durante los primeros meses de la Guerra Civil, y el colmo de las novedades era que de los grifos de los lavabos del hotel salía agua fría y, ¡oh, prodigio!, también agua caliente. Otra novedad era que el hotel contaba con un libro de firmas de honor repujado en cuero, obra del mismísimo Eulogio Blasco, con una reproducción en su portada del Arco de la Estrella.

Es lógico que un visionario como don Antonio Álvarez intentara estar siempre a la altura de los tiempos. Fueron él y su hijo quienes, a mediados de los años 50, introdujeron el cotillón de Nochevieja en Cáceres. Era el primer cotillón y no las tenían todas consigo así que avisaron a la familia y allegados para que fueran a hacer bulto por si resultaba un fracaso. Pero fue un éxito rotundo y los cotillones del hotel Álvarez, primero, y del Complejo Álvarez, a partir de 1973, eran el santo y seña de la Nochevieja cacereña.

También fueron los Álvarez quienes revolucionaron los banquetes de boda en su 'Complejo' y quienes trajeron en los 70 una moda sueca llamada Smorgasbord, que no era otra cosa que un bufé libre con albóndigas, arenque, salmón, paté, queso y salchichas, pero dándole un toque extremeño. En Cáceres, aquello del Smorgasbord dio mucho que hablar. La palabra provenía de los vocablos suecos smorgas (sándwich) y bord (mesa), pero sonaba divertido y los cacereños decían: «Vamos al Smorgasbord» poniendo cara y voz de José Luis López Vázquez.

Ascensor, calefacción, agua caliente, cotillón, banquetes nupciales, smorgasbord... Pero a pesar de revolucionar la hostelería y la Navidad cacereña, los Álvarez vendieron su hotel en 1977 y el complejo ya en el siglo XXI. La última vez que comí allí fue con Carlos Floriano. Yo acababa de empezar a escribir en el HOY y a los políticos les dio por invitarme a comer hasta que se percataron de que servidor era gafe. Comí con Floriano, con Paco Muñoz y con Carmen Heras, los tres acabaron apartados de la política activa en Extremadura y los tres restaurantes donde comí con ellos acabaron cerrando. En aquel tiempo, todavía me pasaban cosas.

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