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Moderna esquela con Emoji de WhatsApp. :: hoy
Esquelas con emoticonos

Esquelas con emoticonos

Cada persona y cada territorio anuncian la muerte a su manera

J. R. Alonso de la Torre

Lunes, 31 de octubre 2016, 08:19

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Semana de difuntos y lenguaje de difuntos: la esquela con sus claves y sus códigos. Camilo José Cela guardaba una colección de esquelas aparecidas en los periódicos gallegos. En todas ellas, bajo el nombre del finado, aparecía su mote. Este hábito se conserva aún en Galicia, donde los muertos son honrados en las esquelas con su remoquete: Pepiño 'O Alta Traición' entregó su alma al señor. Lo de Alta Traición era porque faltó a un compromiso amoroso cuando era joven. Paco 'O Sete Patacos' murió reconfortado por los Sacramentos. Se refería el mote a un concurso de longitud de penes que ganó en tiempos porque el suyo midió siete patacones o monedas de cobre.

En Portugal, la costumbre es que en la esquela, encima del nombre del fallecido, aparezca su foto. Si las esquelas gallegas provocan una sonrisa, las portuguesas son muy tétricas y dan un poco de yuyu. Aunque lo último en esquelas es poner un emoticono como encabezamiento. Sucedió el pasado mes de mayo en Barcelona, donde una señora de origen menorquino llamada Carmen Bustamante encargó que en su esquela apareciera un emoji de WhatsApp, en concreto, ese en el que el monigote, divertido, guiña el ojo derecho y saca la lengua.

Las esquelas son una de las secciones más consultadas de los periódicos, sobre todo a medida que los lectores van teniendo cierta edad. Su origen está en el diminutivo griego 'skhidé', que significa hojita y se usaban para cualquier invitación o convite, no solo para las ceremonias fúnebres. Serán los romanos quienes conviertan esas hojas en anuncio exclusivamente mortuorio, añadiendo la Iglesia, ya en la Edad Media, el borde negro, la cruz en la parte superior izquierda y hasta el 'Requiescat in pace' o RIP.

En el siglo XIX, las esquelas empiezan a publicarse en los periódicos, al tiempo que empiezan a escribirse los obituarios con semblanzas necrológicas que se elaboraban con tiempo para ser publicadas cuando los personajes populares o prestigiosos fallecieran. A eso se le llamaba en la prensa norteamericana «el depósito de la morgue». De hecho, esta práctica persiste y conozco a un cacereño, Michi Huerta (Cáceres, 1973), responsable del Master de Guiones de la Universidad Pontificia de Salamanca y profesor de su facultad de Comunicación, que escribía con antelación excelentes necrológicas de actores y directores de cine para la prensa madrileña.

La esquela tradicional tiene sus partes y sus claves como las cartas, los informes, las instancias o los currículos. La primera parte es el encabezamiento, donde se presenta el nombre del fallecido con, normalmente, su profesión, sus reconocimientos, títulos y medallas. Es en ese encabezamiento o parte primera de la esquela donde se coloca el RIP o el QEPD (que en paz descanse) y será ahí donde vaya el mote o la foto.

En la segunda parte aparecen los familiares o deudos del muerto. No puede faltar ninguno y se sigue un estricto orden protocolario. Es en este punto donde se suelen analizar las esquelas para comprobar si algún pariente, del que se conocía su mala relación con el finado, aparece en la esquela o, en venganza, ha sido excluido. Es también en la segunda parte de la esquela donde se ruegan oraciones por el alma del fallecido y se invita a quienes lo apreciaban a acompañar a la familia.

En la tercera parte, se plasma el agradecimiento familiar y finalmente, a pie de esquela, se informa de lo fundamental: dónde, cuándo y cómo se despide el duelo y se da el pésame. Todo ello rodeado del borde negro medieval y coronado por un emoticono, una cruz o el motivo que haya escogido el protagonista en sus últimas voluntades.

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