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Eduardo Pla, con algunos de los lotes de libro preparados para el próximo curso escolar. :: Brígido
Los libreros denuncian fraude  en la gestión de las becas para libros

Los libreros denuncian fraude en la gestión de las becas para libros

Los comerciantes critican que el dinero llegue a los colegios, que pueden llegar a acuerdo con editoriales, y no a los alumnos

Antonio Gilgado

Domingo, 28 de agosto 2016, 08:49

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Ni la regulación de la Junta ha conseguido poner paz entre libreros y colegios sobre la venta de libros de textos. Los comercios especializados insisten en que para este próximo curso se mantienen las ventas en los centros y que la norma autonómica de hace pocos meses ha quedado en papel mojado. José María Casado representa a los 600 libreros de la región y denuncia el poco interés de la Consejería de Educación en proteger al gremio. Resume la situación muy gráficamente. «El año pasado nos reunimos con la consejera, nos dijeron que se mandaría una circular y se aprobaría una norma para que la venta sea en centros especializados abiertos durante todo el año, pero eso ha quedado en nada porque nadie lo controla».

Y por si fuera poco, el sistema de adquisición de los ejemplares becados es otro foco de conflicto. Según Casado permite mucho fraude porque los centros reciben el dinero de la Junta y no los alumnos, como en el resto de España, para que vayan con un vale al establecimiento que quiera. El modelo actual, explica, permite que los directores puedan llegar a acuerdos con editoriales, con una sola librería de una ciudad o, lo que puede ser peor, marginar a un establecimiento concreto. «Hay honrosas excepciones, pero el sistema actual, y lo demuestro cuando quiera, es el peor de España y el que más fraude permite».

Casado es muy critico con el reciente informe del Ayuntamiento de Cáceres en el que se indica que la adquisición en los colegios no implica un lucro. «Si la editorial le vende el libro al colegio por 10 euros y el colegio al alumno por 18, ¿eso como se llama?, se pregunta. Casado, propietario de Universitas, insiste, hay mucho dinero público que nadie sabe dónde va porque incluso a padres con becas le dan libros de otros años en los colegios a pesar de que la Junta paga al centro para que los compren nuevos.

Juan Solís, uno de los libreros más veteranos de Mérida, recuerda que ya tienen encima la sombra de los grandes almacenes -el material escolar es el reclamo y lo ponen a precio de costo- y la venta por Internet -cada vez más habitual- como para soportar ahora la competencia desleal de los colegios.

«Yo no me puedo negar a que vendan, pero que lo hagan igual que yo, pagando IBI y teniendo un local abierto durante todo el año».

Para intentar sobrevivir, cuenta Solís, la única alternativa pasa por reducir los márgenes al máximo -ahora por un lote de 190 euros no se gana más de diez en limpio- y trabajar con todas las editoriales para tener ejemplares que se agoten en otros establecimientos comerciales.

De ajustar márgenes y organizar al milímetro sabe también mucho Eduardo Pla, en su papelería tiene a una persona encargada solo para los pedidos durante estos dos meses. Es la única manera, cuenta, de que la campaña no se vaya al traste.

Un ejemplar defectuoso o un cuadernillo que se devuelve porque no se necesita pueden comerse los beneficios de todo el paquete. «Ganas muy poco». Pla también se muestra muy crítico con la venta en los centros y recuerda que en algunos se piden cantidades desorbitadas para material escolar que luego no se detalla a los padres.

También tiene sus dudas sobre la gestión de las becas. Las familias no saben hasta la segunda semana de septiembre que van tener la ayuda, pero muchos padres por temor a empezar la clases sin libros los compran en las librerías. La mayoría de los establecimientos, cuenta Pla, asume ese riesgo y lo normal es que después el colegio lo pague (lo abonan en marzo o abril), pero esta decisión la deciden los profesores, lo que implica, cuenta Eduardo Pla, que puedan marginar a una librería y manden a los alumnos a un sitio concreto.

Pesimismo y demagogia

Con todas estas complicaciones, no extraña el pesimismo de muchos en el sector.

Los comerciantes piden que los colegios sin librería fija no vendan y que la gestión de las becas se organice de forma similar a los bono culturales. En esta ayuda, el beneficiario recibe un vale y lo gasta donde quiera. «Está todo inventado. Es muy fácil, pero no hay interés en proteger a los libreros, por muchos discursos de políticos alabando nuestra labor. Es todo demagogia».

Y en mitad de esta contienda están también las asociaciones de padres y alumnos, que llevan años reclamando más vida útil a las ediciones para que las familias no tengan que gastar tanto dinero cada mes de septiembre. En algunos casos incluso también se han lanzado a la aventura de vender material para sus asociados, aunque la mayoría ya ha desistido por las complicaciones que surgen.

«La gente viene, ve la cantidad de lotes para recoger por encargo y se piensa que estás aquí ganando una fortuna y es un margen tan pequeño que cualquier error te cuesta dinero», asegura Eduardo Pla, que lleva cinco años perfeccionando su campaña de libros para que no haya errores.

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