Borrar
María del Carmen Alba Figuero, en su despacho en la Oficina de Audiencia Nacional.
El ángel de la guarda de las víctimas

El ángel de la guarda de las víctimas

Carmen Alba Figuero | Coordinadora de la Oficina de Víctimas del Terrorismo de la Audiencia Nacional

Ana B. Hernández

Lunes, 8 de agosto 2016, 00:11

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

España suma 1.268 víctimas de terrorismo. La mayor parte de ellas, 864, a manos de ETA. Desde 1968, cuando empezó a matar, hasta 2011, cuando declara el alto el fuego. Pero el país ha seguido añadiendo nombres después a la lista. Hasta el pasado año, once más. Ahora por las bombas y pistolas de los yihadistas.

Lograr unir cada uno de esos nombres a una causa judicial en la que se explique cómo ocurrió la muerte, a manos de quién, qué proceso se siguió y cuál es su fin, si lo hay, es una labor solo apta para quien la entiende como vocación, no como trabajo funcionarial.Porque el desánimo no llega y la búsqueda incansable por archivos y sumarios repartidos por el país continúa cuando se tiene claro que eso es indispensable para hacer justicia a quienes mueren por la sinrazón, para lograr que sus nombres no se olviden y perduren en la memoria colectiva. «Porque los mataron por nosotros, porque el objetivo de los terroristas siempre es amedrentarnos a todos».

Algunos datos

  • Biográficos. Nació el 8 de abril de 1975 en Badajoz, estudió en el Sagrado Corazón y San Antonio de Padua de Cáceres, y se licenció en Derecho por la UEx. Recibió el premio COVITE en 2014.

  • Familiares. Su vínculo con Extremadura persiste no solo porque su madre y uno de sus hermanos viven en Cáceres. También por las dos calles de Badajoz que llevan nombre de sus familiares Federico Alba Quesada fue su abuelo y Rafael Morales, su bisabuelo.

Esta ardua labor la coordina en España una extremeña. Una mujer tenaz, alegre, cercana, creyente y humana, a la vez que rebelde y valiente. María del Carmen Alba Figuero dirige la Oficina de Víctimas del Terrorismo en la Audiencia Nacional. Allí ha llegado después de un periplo que comenzó en Badajoz, donde nació; continuó en Almendralejo, donde residió cinco años con su familia; y siguió después, cuando la familia regresó a Extremadura, en Cáceres, ciudad en la que se licenció en Derecho por la UEx y en la que hoy siguen viviendo su madre y uno de sus tres hermanos, y a la que regresa, por eso, cada vez que puede. Porque su vínculo familiar es muy fuerte y «porque llevo a Extremadura en el corazón».

Por eso no es de extrañar que fuera en Cáceres donde contrajo matrimonio, en la Iglesia de Santiago, y donde estrechara así, casándose con un abogado, un poco más si cabe su relación con el ámbito jurídico, al que llegó el mismo día que vino al mundo. Carmen Alba nació y creció entre sumarios. En la capital cacereña, ciudad en la que su padre fue juez decano, la familia residía en una vivienda oficial en el Palacio de Justicia. «Y una buena parte de los amigos de mis padres eran magistrados, fiscales, abogados...».

Fue un vecino del Palacio de Justicia, de hecho, el que años después le dio la oportunidad de empezar en la Audiencia Nacional. Carmen había aprobado la oposición de Gestión Procesal, tenía 25 años y llevaba cinco meses en su primer destino, en la Audiencia Provincial de Huelva, cuando recibió una llamada de Ángel Juanes. El que fuera presidente del TSJEx había sido nombrado magistrado de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. «Necesitaba una secretaria para llevar su agenda, algo que no me gustaba nada, pero también para hacer una labor de documentalista, que sí; además, mi novio ya trabajaba en Madrid, así que nos podíamos casar... Y acepté».

Y ello le permitió conocer a los magistrados de los que emana la jurisprudencia y continuar buceando entre sumarios durante cinco años, hasta que le llegó la nueva propuesta. Juanes se convertía en 2009 en presidente de la Audiencia Nacional y Carmen Alba aceptó entrar por las escaleras judiciales más famosas del país. «A pesar de que me daba respeto y temor enfrentarme a los casos de terrorismo; en mi familia siempre lo hemos vivido, no sé si porque mi padre era magistrado, de una manera especial, y yo relacionaba la Audiencia con ello».

Cuando la Fundación Víctimas del Terrorismo solicitó una reunión a Juanes y le puso sobre la mesa una relación de 349 víctimas con causas sin resolver, hubo un antes y un después en la vida de Carmen. «Abracé al presidente cuando me dijo que me pusiera al frente de la Oficina de Atención a las Víctimas de Terrorismo, es mi vocación y él lo sabía». De esa oficina no ha vuelto a salir, aunque Juanes dejó la Audiencia para convertirse en 2014 en vicepresidente del Tribunal Supremo. Pero Carmen decidió quedarse con las víctimas, a pesar del gran cariño y admiración que le profesa.

«No me imagino un trabajo más bonito, para mí es un honor». Las víctimas son, para ella, parte de su familia; por eso, quizás, compagina con alegría su trabajo con el cuidado de sus dos hijos, y no olvida tampoco lo que le gusta hacer: leer, escuchar música y, sobre todo, «bailar zumba como una loca». Y dedicar el tiempo que puede, como lleva haciendo toda la vida, a causas solidarias, a seguir ayudando a los demás.

Sin perder la alegría ni la paz interior que ha encontrado, haciendo frente al desgaste emocional que supone palpar el dolor de las víctimas en su oficina, con el convencimiento de que la bondad existe y hay esperanza en el ser humano. Porque para eso Carmen tiene su fe en Dios. Él es su foto de perfil en el wasap. «A Él le pido cada mañana nada más llegar a la oficina y sentarme en mi mesa que me ayude a ayudarles». Para continuar siendo su ángel de la guarda. Junto con sus compañeros de la oficina, y los jueces y fiscales de la Audiencia. «Nada de estrellas, sino grandísimas personas y profesionales».

Con ellos continuará trabajando por ellas. Para hacer su sueño realidad: una macrobase de datos que tenga a todas las víctimas registradas y unidas a una causa judicial. «No solo a los muertos, también a los lesionados, incapacitados, amenazados, huidos... porque son miles y deben conocerse sus nombres para la memoria de España».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios