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Al fondo, un grupo toma café a media mañana. :: HOY
Mi hígado de borrachín

Mi hígado de borrachín

Jamón ibérico y aceite de oliva: de sospechosos a maravillosos

J. R. Alonso de la Torre

Miércoles, 29 de junio 2016, 07:28

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No soy la Universidad de Harvard ni la Organización Mundial de la Salud, pero mi hígado graso se está desengrasando y lo único diferente que hago con respecto al tiempo pasado es tomar dos o tres cafés solos cada día. Ni es serio, ni es riguroso ni es científico, se trata más bien de una ocurrencia insensata, pero yo estoy tan contento con la feliz circunstancia hepática y bebo mis cafés con alegría. Además, me gustan y no me ponen nervioso. Será el hábito.

Tengo hígado de bebedor sin probar prácticamente el alcohol, aunque, gracias a un programa de vinos que hice para Canal Extremadura, los gitanos me llamen vinatero (ellos ven mucho la tele y si apareces en ella, te consideran prácticamente uno de los suyos y hasta te ponen un mote cariñoso). El hígado graso se mide gracias a un indicador que aparece en los análisis. Son las Gamma GT. Ustedes tendrán etre 10 y 20, supongo. Servidor ha llegado a cerca de 200, pero desde hace un tiempo rondo las 70, que no es muy peligroso. Y lo único nuevo que hago es tomar café negro varias veces al día, una práctica, por otra parte, recomendada por un foro francés de conductores castigados por beber demasiado al volante y haber superado en un control la tasa de alcoholemia.

En Francia, por lo que he leído en ese foro, cuando superas la tasa de alcoholemia al volante reiteradamente, te quitan el carné, te miden las Gamma GT y hasta que no recuperas los niveles normales, no te lo devuelven. Consecuentemente, los conductores bebedores recurren a todo tipo de trucos y bebedizos para 'perder gammas', intercambian experiencias en el foro y ahí es donde he descubierto infusiones extrañas, preparados mil de extracto de alcachofa y café, mucho café.

Como ven, nada científico ni serio. Sin embargo, hace unos días sí que pude leer informes rigurosos de Harvard y de otras instituciones respetables donde se desmontaban diferentes creencias sobre el café como que era malo para el corazón, para el hígado, para el estrés, etcétera. Ahora resulta que no, que consumir entre tres y cinco tazas reduce el riesgo de obstrucción arterial. También es bueno para limpiar el hígado y ayuda en la prevención de determinados tumores.

Por favor, no me hagan caso y no se pongan a tomar café como descosidos porque, si no están acostumbrados, se pueden poner como una moto y a ver quién les aguanta hoy, con tanto calor y tanto nervio. Pero sí quiero que se fijen en cómo estos estudios serios y menos serios nos están volviendo locos. No se pueden demonizar hoy los alimentos y santificarlos mañana. ¿Recuerdan lo mala que era el azúcar? Nos pasamos a la sacarina y resulta que no era buena. Ahora estamos con la estevia. Ya veremos dónde acabamos. El aceite de oliva, que hoy es un producto fundamental para estar sanos, fue también desprestigiado en su momento hasta que lo sustituyó el aceite de girasol como enemigo. ¿Y qué decir de las carnes rojas y procesadas, convertidas en la fuente de todos los males tras un metanálisis internacional?

Según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en los años 60, los españoles comíamos equilibradamente porque el 57% de nuestra dieta estaba formado por hortalizas, cereales, patatas y frutas. La carne y el pescado solo suponían el 6.3%. Hoy, el consumo de carne y pescado supone el 16% (140 gramos diarios de carne y 72 de pescado según el Ministerio de Agricultura). Quizás nos hayamos apartado un poco de nuestra magnífica dieta mediterránea.

Sospecho que la clave, como en todo, es el equilibrio y no alarmarse ni creer en milagros prodigiosos ni en venenos infalibles. El jamón ha pasado de sospechoso a maravilloso y el salmón ahumado era saludable y ahora es enemigo. Si seguimos el juego, lo mejor será dejar de comer. En fin, me voy a tomar un café solo con estevia. No sé si lo agradecerá mi hígado. Solo sé que está muy rico y que me ayuda a escribir.

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