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Jesús Lucas Baonza, en su boutique de Cáceres. :: HOY
Adiós, 'personal shopper'

Adiós, 'personal shopper'

Jesús Lucas nació en un probador y vistió a cientos de extremeños

J. R. Alonso de la Torre

Viernes, 22 de abril 2016, 07:18

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Jesús era mi 'personal shopper', o sea, esa persona que me aconsejaba qué vestir en los momentos trascendentes. Él me vendió la americana que me puse cuando presenté mi primer libro, escogía las camisas que debía llevar cuando iba a las tertulias de la tele y sabía los pantalones que me quedaban bien en las ceremonias familiares y en las fiestas del HOY. Sus consejos impidieron que hiciera el ridículo en momentos fundamentales y su conversación me enseñó los secretos del arte del comercio y de la psicología del comprador. Jesús vestía a mi padre y me vestía a mí.

Jesús Lucas Baonza era mi personal stylist, mi sastre de cabecera, mi consejero en el vestir y era un descanso saber que si me ponía en sus manos y en su gusto, nunca daría la nota estridente. El otro día fui a su tienda, Zanoba, pensando en la boda de una sobrina, y me quedé de piedra: Jesús ya no estaba, había fallecido días atrás y, aunque su hijo y su esposa siguen atendiéndome muy bien, me va a costar reponerme de su pérdida y despreocuparme del qué me pongo.

Jesús era tan bueno en lo suyo porque había vivido la moda masculina literalmente desde la cuna. Tanto que había nacido en el probador de la sastrería Lucas, en la calle Ramón Albarrán de Badajoz. La había abierto su padre en 1941. En ella se vestía la clase alta de Badajoz: los Albarrán, los Ambel, los Almeida... Cogió fama porque había empezado a vestir a un gobernador civil, que se lo comentó a su sucesor y acabó convirtiéndose en el sastre de los gobernadores.

En esa época, me contaba Jesús mientras me cogía el dobladillo de los pantalones, en Extremadura había dos grandes sastrerías donde se vestían los abogados, los médicos, los gobernadores. Eran Rafael en Cáceres y mi padre en Badajoz. Cuando mi padre discutía con un cliente por una rebaja, siempre le decían: «Mira que me voy a Rafael a Cáceres». Y en Rafael, igual: «Que me voy a Lucas». Era un pique de clientes porque mi padre y Rafael nunca llegaron a conocerse".

Jesús trabajó con su padre desde los 14 a los 28 años. Después quiso volar solo y se vino a Cáceres en 1973 como encargado de 'La Meca de los Pantalones', donde aprende a tratar al cliente de la provincia. La Meca fue un comercio innovador que implantó el dos por uno y el tres por dos y fue una escuela fundamental para Jesús. «Aprendí a ser psicólogo. Hasta entonces, solo era artesano», me confesaba.

Es contratado como encargado de 'Kuka', una boutique de moda que era referencia en el Cáceres de finales de siglo, y finalmente se establece por su cuenta a la entrada del barrio de Los Fratres de Cáceres, en una tienda que se llama como su segundo apellido, Baonza, al revés: Zanoba. Allí me definió lo que significa el concepto «saber estar» para un comerciante: «Si estás en una tienda, no te puedes sentar aunque no haya nadie. Cuando entra alguien, hay que ir a recibirlo y atenderlo. También depende de la tienda. El cliente que va a un comercio personalizado necesita que lo ayudes, que lo orientes, pero el que va a una tienda de grandes superficies prefiere mirar, pasar la mañana, estar a su aire».

Su especialidad eran los trajes de novio y en ese punto sabía manejarse con suma habilidad. «Es preocupante cuando vienen la madre del novio, la madre de la novia, la novia, el novio... Y ves que la novia está callada y no dice nada, pero ves que a la madre le está gustando el traje... Entonces ya sabes que va a haber problema, que van a decir que se lo pensarán. Luego, a los pocos días, lo normal es que venga la novia sola y decida», relataba.

Jesús me contaba que, ahora, los novios ya no se compran los trajes a 15 días de la boda, sino medio año antes, los pagan y los dejan en la tienda para que las madres no se cansen de ellos de tanto mirarlos y remirarlos. Jesús, mi 'personal shopper', mi sastre, mi consejero textil, me vestía, me ilustraba, me entretenía... Lo voy a echar de menos.

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