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Calle de San Antón, con las aceras llenas de cacereños. :: hoy
¡San Antón, peatonal!

¡San Antón, peatonal!

En Badajoz, hay que buscar el párking; en Cáceres, ya te busca él a ti

J. R. Alonso de la Torre

Jueves, 7 de abril 2016, 07:55

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Cuando uno llega a Badajoz en coche propio, ha de buscarse la vida para encontrar un párking. Si te equivocas de puente, de calle o de carril, acabarás en una avenida, en un barrio o en el Casco Antiguo y solo encontrarás el aparcamiento subterráneo por azar tras dar unas vueltas. En Cáceres, no. Aquí se dice que todos los caminos conducen a Roma y al párking de Obispo Galarza.

El aparcamiento público más grande y más popular de Cáceres está enclavado en un lugar que primero fue seminario, después, cuartel, se convirtió más tarde en mercado de abastos y ha acabado siendo un cómodo y barato aparcamiento con un buen restaurante, una magnífica terraza, un ascensor ultramoderno, que no sirve para nada, y otro convencional, que da servicio a los conductores, a los comensales y a los vecinos del barrio de arriba.

La zona de Obispo Galarza está llena de curiosidades. Por ahí estaba, por ejemplo, el último barrio chino de Cáceres, cerrado por el obispo Llopis Ivorra, recordado oficialmente por su barrio obrero y extraoficialmente por haber acabado con los últimos destellos del Cáceres canalla: cerró el barrio chino y obligó a que los hombres y las mujeres se bañaran en las piscinas en días alternativos para no coincidir y evitar así cualquier asomo de concupiscencia acuática.

Los obispos de Coria siempre han dado mucho juego en Cáceres y el que más, el obispo Galarza, que era uña y carne con el rey Felipe II y esa fue la razón de que, donde hoy está el párking, estuviera en tiempos recluido de incógnito el hijo del prior de Crato, que podría haber sido rey de Portugal, pero acabó siendo, según aventuran algunos estudiosos, señor de Villanueva de la Sierra, un bello pueblo serrano bastante menos agitado que Portugal.

Cuando el seminario del obispo Galarza se derribó, su puerta fue trasladada al palacio episcopal y colocada, en un divertido ejercicio de pastiche, frente al Arco de la Estrella. El problema es que los operarios trastocaron las letras y sobre la puerta se puede leer 'Calarza obispo de Goria'. El caso es que en el antiguo solar del seminario se levantó un mercado moderno y funcional, que nunca tuvo el éxito de la antigua plaza de abastos del Foro de los Balbos, y el experimento acabó sustituyendo las pescaderías, charcuterías y encurtidos por plazas de aparcamiento.

En Cáceres, cualquier conductor que entre en la ciudad será guiado hacia un embudo llamado calles San Antón y Parras que lo dejará justo en la puerta del párking Obispo Galarza. Hasta ahí, todo correcto: el turista no tiene que volverse loco para encontrar aparcamiento de pago y así su viaje es más cómodo. Pero...

El pero de este embudo obligatorio es que transcurre por la calle San Antón, arteria fundamental de la ciudad, etapa clave de la 'Calle Mayor' cacereña entre La Cruz y La Plaza, vía estrecha con aceras más estrechas aún por donde pasa cada día todo el mundo y donde los cacereños acostumbran a detenerse a charlar en grupo, formando unos atascos peatonales de mil demonios y convirtiendo el paseo provinciano del atardecer en una peligrosa prueba de habilidad consistente en saltar al asfalto sorteando coches y autobuses urbanos y discrecionales.

Durante el invierno, la situación es soportable. A partir de Semana Santa, la situación es imposible y uno entiende por qué la corporación municipal dejó de dedicar esa calle al comunista Miguel de Cervantes, en agosto de 1936, para consagrarla a San Antón, un ermitaño 'egipcio' capaz de hacer varios milagros cada día, entre marzo y julio, para que no haya ningún atropello en su calle.

Cáceres tiene cada vez más habitantes y los turistas se multiplican. No se puede seguir así. ¡San Antón ha de ser peatonal ya! Llegan la Virgen, San Jorge, el Womad, la Feria, Extregusta y no sé cuántas cosas más. La multitud tomará la calle San Antón y hay que buscar una alternativa para que todos los caminos sigan llevando a Obispo Galarza, sí, pero por otro embudo.

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