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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Manuel y Montse en su Quinta de la Concepción, en los Arribes del Duero por Salamanca. :: E.R.
Desayunar en los Arribes

Desayunar en los Arribes

Cómo espantar el estrés en el Duero, a una hora de Extremadura

J. R. Alonso de la Torre

Sábado, 2 de abril 2016, 09:58

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Manuel y Montse se extrañan de no tener huéspedes extremeños. La situación en su quinta es extensible a los Arribes del Duero, una zona preciosa, a una hora de Extremadura, que los extremeños no visitamos mucho. Manuel y Montse abrieron en 1997 la Quinta de la Concepción, una Posada Real situada en Hinojosa de Duero (Salamanca), a un paso del río, en pleno embalse de Saucelle.

Es una antigua mansión, entre naranjos y olivos, en el único enclave castellano-leonés de clima mediterráneo: este valle profundo tiene un microclima sorprendente que favorece cultivos inimaginables en el resto de la región. La casa ha sido convertida en posada con unas completas habitaciones (60 euros la noche con desayuno) con terraza, que dan al río. Un paisaje formidable sosiega y elimina el estrés de una mirada y el comedor y el salón se abren a la belleza escarpada y voluptuosa, salvaje y dulce a la vez, de los Arribes del Duero.

Esta quinta recuerda a los hoteles belgas de etapa gastronómica, establecimientos delicados y familiares donde todo es mimo: desde la comida hasta las toallas del baño. En la Quinta de la Concepción solo se desayuna y se cena. Nada más levantarse, mientras la neblina juguetea entre el agua y las laderas empinadas, Manuel trae a la mesa zumo natural de las naranjas de su huerta, kiwis de cosecha propia troceados y aderezados, café con leche, una gran tostada de pan de pueblo, tarrinas con preparados caseros de mermelada de mora y manzana y de tomate y miel, de crema de queso con especias y paté de bacon y queso. Unas rebanadas de suave pan de hornazo y unas perrunillas completan el desayuno.

Manuel y Montse andan por los 50 y son de Lumbrales, un pueblo cercano. Fueron los primeros en abrir una casa rural en la zona y por ello fueron tachados de locos. Todo lo han hecho sin subvenciones. «Somos ese 2% de turismo rural español que no ha recibido ninguna ayuda», ironizan. Entre sus clientes, son mayoría los españoles y los holandeses. «Hemos tenido, en las últimas semanas, rusos, ucranianos, israelitas y americanos. Han venido asturianos, catalanes, andaluces, gallegos, valencianos. Lo que no tenemos es extremeños y es algo que no entendemos porque estamos a un paso», se extrañan.

A su clientela de belgas y holandeses les gusta mucho la cocina y las salsas de Montse. La verdad es que merece la pena cenar frente al espectáculo de Los Arribes. El precio es el mismo que la última vez que estuvimos aquí en 2012 (18 euros) y el menú es cerrado. Manuel lo trae a la mesa escrito en un papel sobre un pequeño atril y se lo explica a cada comensal. Hoy toca tosta de verduras, ¡deliciosa!, unas gustosas patatas rellenas de carne, delicada pluma ibérica macerada y sin grasa con salsa de mostaza y arroz salteado y una inolvidable tarta de yema. Todo ello lo regamos con un fabuloso blanco portugués Montes Ermos Douro (10 euros): intenso y con vida, bien estructurado, nada simple, un blanco de afrutado intenso y aroma profundo que perdura en boca.

En estos días largos y soleados, se agradece dar un paseo por la finca, junto a la piscina, frente al Duero. Se puede incluso jugar al pádel. Allí, en el hoyo, protegidos del norte, entre kiwis, kakis, higueras, nísperos y cerezos, uno entiende por qué ha perdurado esta quinta pionera. Cuando Manuel y Montse empezaban, dieron una cena a los alcaldes de la zona, que hacían apuestas mientras comían sobre cuánto duraría aquel negocio tan extraño. 20 temporadas después, los Arribes del Duero se han llenado de alojamientos y la Quinta de la Concepción, de huéspedes.

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