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Peluquero moderno trabajando en un salón de un desfile de modelos. :: hoy
Afeitarse es hacer barbering

Afeitarse es hacer barbering

Las peluquerías extremeñas ofrecen lujos neoyorquinos low cost

J. R. Alonso de la Torre

Miércoles, 9 de marzo 2016, 07:34

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Esto no es New York, New York ni Madrí, Madrí, Madrí, pero hay peluqueros soñadores que creen que sí y hacen muy bien, pero les cuesta sobrevivir. Proliferan en nuestras ciudades pelus sofisticadas y acristaladas que se llaman de cualquier manera con tal de que en el nombre aparezcan palabras como Style, Cool o Hair, que todos, sepamos inglés o no, asociamos con cosas buenas, modernas y a la moda.

Estas peluquerías se caracterizan, además, porque te hacen de todo, porque entras y no sabes si aquello es un bar de copas estética Blade Runner o un Eco-Ikea Salón of Beauty y porque si eres hombre, te atusan y miman el pelo igual que a la chica que tienes en el secador de al lado, pero a ella le cobran un 30% más. Sí, también en las peluquerías New Style Room Hair Look Class Fashion Unisex hay tasa rosa.

Me dicen que algunas de estas pelus son muy apropiadas para obsequiar. 'Vale por una sesión de spa, belleza, corte y peinado en el Salón Súper Modern', reza en los bonos regalo de estos sitios, donde uno se imagina que entras tú, incluso calvo, y sales otro, aunque sigas tan calvo como entraste. Pero la pregunta es: ¿aguantarán estas pelus o, por decirlo de manera más in: tendrán recorrido estos salones de peluquería tan alejados de París je t'aime, Barcelona es bona y Roma la dolce vita? Ahí está el reto y el riesgo de tantos peluqueros rabiosamente modernos, que están atreviéndose a montar el negocio soñado y se la juegan ofreciendo soluciones locales con planteamientos globales: si no puedo dar lo mejor en la puerta de Brandenburgo, lo ofreceré en el paseo de Cánovas. Lujo low cost y a ver qué pasa.

Si buscamos en las páginas amarillas, distinguiremos enseguida las peluquerías New de las de toda la vida por el nombre: ahí están El Saloncito de Fani y Salón Reme, Stylos Paki y Paqui Belleza, Lady Screen y Pepi Peluqueras, Skyro Hombres y Peluquería Abdón. Esta última, Abdón, es la más antigua de Cáceres. La abrió en 1914 un peluquero llamado Eulogio, que había cuidado del caballo de un hombre adinerado. Este, como agradecimiento, podría haberle puesto un picadero, pero no, le montó una peluquería.

En Cáceres, los peluqueros de caballero siempre han sido gente a la última. Tanto que el peluquero más emblemático en la historia de la ciudad, Juanito Barra, acudía cada mañana a las siete, durante el mes de septiembre de 1936, al palacio de los Golfines de Arriba para afeitar al general Franco. Allí, antes de supervisar el avance hacia El Alcázar de Toledo o de salir hacia Salamanca para trabajarse la jefatura del Estado, el Caudillo ponía su cuello a merced de la navaja de Juanito Barra.

Eran tiempos en los que bastaba con la profesionalidad y el buen arte para que la clientela confiara en su peluquero de cabecera. Entonces, lo único ultramoderno que se manejaba en las peluquerías cacereñas era el masaje Floïd, que, como todo el mundo sabe, no se hacía en Boston, sino en Barcelona. Hoy es distinto. Ahora, o tientas con enredos o no hay nada que hacer.

A tanto llega esta moda de la sofisticación peluquera que acaba de abrir un salón en Cáceres que no afeita, sino que tiene 'servicios de barbering'. En vez de cardar, marcar, tintar, peinar y hacer la permanente, destrezas todas ellas que manejaba con gran soltura, Flori, la entrañable peluquera de mi madre, en este salón se hace un Spa Treatments for body o un Hair Head Spa. Y al salir de la peluquería, lo que antes era comprarle a Flori una loción anticaspa o un bote de laca, ahora es surtirte en el Profesional Shop Products de un Trattamento Districante Pre-brushing. A veces, se agradece ser calvo.

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