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Extremadura refuerza el cerco a los malos humos

Extremadura refuerza el cerco a los malos humos

Desde la entrada en vigor de la ley antitabaco, Sanidad ha puesto 800 denuncias y los estanqueros han reducido un 38% sus ventas

Ana B. Hernández

Domingo, 24 de enero 2016, 00:34

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Ni chicles, ni parches, ni psicólogos, ni pastillas, ni libros ni curanderos. «Me bastaron las flemas de cada mañana y la sensación de ahogo cada vez que subía unas escaleras para dejar de fumar». De un paquete diario durante 13 años, que se convertían en dos las noches de ocio nocturno, Eduardo Gómez pasó a cero pitillos. Porque decidió abandonar un hábito que, directamente, mata. Según el último estudio publicado, Impacto del consumo de tabaco sobre la mortalidad en España, elaborado por un nutrido grupo de epidemiólogos españoles, coordinados por Eduardo Gutiérrez-Abejón de la universidad Carlos III de Madrid, el tabaquismo mata a más personas que el sida, el alcohol, las drogas ilegales y los accidentes de tráfico juntos. En una especie de lento suicidio colectivo, el consumo de cigarrillos provocó en 2012 la muerte de más de 60.500 personas en España, 166 hombres y 40 mujeres al día.

Eduardo Gómez afirma que el temido síndrome de abstinencia fue imperceptible en su caso, que la dependencia psicológica que genera el cigarro le costó bastante más. «Por eso no tengo lugar a dudas, la conocida como ley antitabaco es una medida extraordinaria que ayuda a dejar de fumar». Porque, según su experiencia, son sobre todo los considerados cigarrillos sociales, los que se fuman con amigos en torno a una caña, los que más cuesta abandonar. «Por eso, que se prohibiera fumar en lugares públicos y de ocio me ha ayudado y mucho». Hoy cree que nunca más va a volver a fumar. «Porque me levanto con fuerza cada mañana, porque he recuperado el gusto y el olfato y porque ya no me cuesta subir ninguna escalera».

Como Eduardo Gómez otros extremeños han dejado de fumar en los cinco años que lleva en vigor la conocida como ley antitabaco. En realidad, la Ley 42/2010 de 30 de diciembre de 2010 de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. Su entrada en vigor, el 2 de enero de 2011, ha supuesto un antes y un después en el ocio español. Porque esta norma, en su modificación de la anterior ley antitabaco de 2006, prohibe fumar en cualquier espacio de uso colectivo, local abierto al público que no esté al aire libre, con una única excepción otorgada a centros de internamiento penitenciario y psiquiátrico y en zonas y habitaciones delimitadas en centros residenciales de mayores.

Con esta modificación, España pasó hace cinco años ya también a prohibir fumar en espacios al aire libre de centros educativos excepto universitarios, recintos de centros sanitarios y las zonas acotadas para parques infantiles y zonas de juego para la infancia. «El grado de cumplimiento de la ley antitabaco en Extremadura es aceptable y está extendido de forma general», afirma Pilar Guijarro, directora general de Salud Pública del SES. «Todo el mundo ha asumido la ley», añade. Sin embargo, su departamento no solo intensificará las inspecciones rutinarias, ya se está haciendo de hecho, sino que también reforzará el control en centros educativos y hospitalarios especialmente.

Ley y productores

«El grado de cumplimiento en estos espacios es muy alto, precisamente; sin embargo, también entendemos que debe ser completo no solo dentro de los edificios, sino en sus recintos, porque se da una mala imagen de los servicios públicos cuando la ley antitabaco se incumple en ellos». Por este motivo, anuncia más control. «Queremos que la ley se cumpla con más rigor, por eso no se trata de sancionar, pero sí de intensificarla vigilancia y las charlas educativas», añade.

Pilar Guijarro defiende una ley que pone cerco al tabaquismo y que, afirma, redundará con claridad en la salud de los ciudadanos y en un ahorro del gasto sanitario. «Aún es pronto para cuantificar ese ahorro, porque en muchos casos, como el del cáncer de pulmón, las consecuencias se ven a largo plazo, pero ya es una realidad que se están reduciendo otras patologías asociadas al tabaco». Por eso Extremadura reforzará la vigilancia.

«Nos lo estamos tomando en serio, de tal modo que las inspecciones no son ocasionales, sino rutinarias, de acuerdo a la planificación establecida para acudir a los establecimientos de forma programada».

Por eso quizás no es extraño que 2015 es el año en el que mayor número de inspecciones sanitarias y denuncias correspondientes se han llevado a cabo desde que en 2011 entrara en vigor la ley antitabaco. Según los datos facilitados por el SES, en estos cinco años se han puesto en la región 807 denuncias por incumplimiento de la norma y la mayor parte de ellas, 218, se produjeron desde el 1 de enero hasta el pasado 31 de diciembre. La mayoría de ellas también, tanto las de este año como las de los anteriores, están motivadas por permitir fumar en establecimientos donde está prohibido, no tener activado el control de venta a menores en las máquinas y vender tabaco a menores, entre otras causas.

Las sanciones impuestas tras la resolución de las denuncias han supuesto más de 100.000 euros de recaudación para las arcas públicas.

Unas cifras que pueden incrementarse con el refuerzo del control que anuncia Guijarro, con el que se busca que la llamada ley antitabaco se cumpla de forma rigurosa en la región. Otra cosa distinta es que la propia ley y su cumplimiento conlleven un descenso en el número de fumadores.

Según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos, un organismo autónomo de la Administración General del Estado adscrito al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, este descenso se ha producido sin lugar a dudas en la región desde la entrada en vigor de la ley antitabaco si el consumo va directamente relacionado con la venta de los estancos.

En Extremadura se vendieron en el año 2010, el último anterior a la entrada en vigor la ley, 87.875.504 cajetillas de 20 unidades. Este año, esa cifra ha bajado hasta los 54.025.279 cajetillas, por lo que se ha producido un descenso de un 38,5%.

Sin embargo, no se ha reducido en la misma proporción el dinero gastado en la compra de tabaco, posiblemente porque el precio de la cajetilla no ha dejado de subir. De ahí que si en 2010 los extremeños gastamos 287.951.001 euros en la compra de cajetillas de 20 unidades, este 2015 esa cifra ha descendido solo un 17,43% hasta situarse en los 237.673.646 euros.

Los estanqueros aseguran que notaron la ley en su primer año de entrada en vigor, pero que el descenso en el número de ventas que ha marcado los años sucesivos y que hoy se sigue imponiendo no está motivada porque no se deje fumar en los bares. «El consumo no ha descendido, nosotros sí hemos reducido las ventas, pero es por el incremento brutal del contrabando», argumenta Mario Espejo, presidente de la Unión de Asociaciones de Estanqueros de España.

Según sus datos, Extremadura es la segunda comunidad con más contrabando ilegal tras Andalucía y se calcula que aproximadamente en torno a un 40% del tabaco que se vende en la región es ilegal. Espejo reconoce que el precio de la cajetilla influye de forma directa en el contrabando. «Pero es que el 80% del precio del tabaco son impuestos; por eso el producto sin impuestos en un chollo, aunque no tiene garantía de calidad», avisa.

La realidad es que la subida del tabaco la mayoría de las marcas están hoy en torno a 4,50 euros, justificada como un elemento disuasorio para animar a dejar de fumar, ha generado un incremento del contrabando que también sufren los productores de tabaco, un sector con un peso más que notable en la economía extremeña.

En la región se produce el 95% del tabaco nacional y a pesar de los recortes sufridos por el sector hoy son 2.000 los productores que se mantienen en Extremadura y alrededor de 20.000 las personas que viven directa o indirectamente de los beneficios que genera el cultivo de tabaco. «Los productores sumaban antes 5.000, pero los muchos ataques sufridos por el sector del tabaco están detrás del descenso», afirma Teófilo Moreno, presidente del Grupo Consultivo del Tabaco en la Unión Europea y responsable del tabaco en UPA-UCE.

«Son muchos ataques y Extremadura pierde muchos empleos con ellos y no olvidemos que es una región en la que es difícil crear un puesto de trabajo», añade. La noticia conocida esta semana del cierre de la fábrica de Altadis en Logroño ha añadido pesimismo a los agricultores porque intuyen que, indirectamente y a medio plazo, la compañía dejará paulatinamente de comprar tabaco extremeño.

«La llamada ley antitabaco es uno de esos ataques, porque pone restricciones al tabaco y ello repercute en las multinacionales, a las que molesta y las que lógicamente responden adquiriendo menos tabaco español y más de otros lugares».

Moreno asegura, al igual que el presidente de los estanqueros del país, que no es que se consuma menos tabaco, puesto que a la vez que bajan las ventas en estancos sube el contrabando, sino que cada vez se adquiere menos tabaco español y, por tanto, extremeño, porque el ataque que las multinaciones entienden que se les hace con la ley antitabaco repercute directamente en el productor. «Simplemente antes producíamos 45.000 toneladas y ahora estamos en 30.000; nos compran menos y a menor precio», concluye Teófilo Moreno.

Las restricciones al consumo que se plasman en la ley han perjudicado a los sectores del tabaco, según su versión. La que comparte también, en nombre de los hosteleros, Carlos Bernáldez, secretario de la Confederación Empresarial de Turismo de Extremadura. «Nos ha hecho muchísimo daño, pero parece que la situación comienza a cambiar; 2015 se ha cerrado con una subida de las visitas a los bares de un 0,8%, posiblemente porque más no se podía bajar, pero también porque la gente se ha amoldado a salir a fumar».

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