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Fachada del restaurante São Rosas, en lo alto de Estremoz, junto al castillo. :: E.R.
Estremoz: cocina burguesa

Estremoz: cocina burguesa

En el São Rosas no cambian la carta, los precios ni la calidad

J. R. Alonso de la Torre

Sábado, 12 de diciembre 2015, 08:33

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En lo alto de Estremoz se puede escoger dónde comer: hay una tapería de chorizo y queso, una pousada con un comedor que parece un salón del trono, tenemos una cárcel convertida en restaurante de diseño moderno y no falta la gran casa burguesa de cocina sólida y tradicional. Nos vamos a quedar con esta última opción, así que entramos en el restaurante São Rosas, situado junto a la torre del homenaje de Estremoz, en lo alto de la villa, y nos recibe la luz difusa y cálida de un comedor de paredes blancas con repisas, arcos y estantes.

Hay espacio suficiente entre las mesas y el ambiente invita a hablar en voz baja. El techo es de vigas de madera avejentadas y las sillas son de buena madera y cómodas. En las mesas, mantelería blanca de algodón y magníficas la vajilla, la cubertería y la cristalería. El ambiente agradable se corona con una preciosa pila de mármol para lavarse las manos ante un espejo encastrado entre azulejos.

Un servicio atento y eficaz te sirve los alimentos en el plato y el agua y el vino en los vasos. No han renovado los aperitivos desde hace años (ocho en concreto) y sirven pan, mantequilla, pasta de chorizo y paté de hígado de ave. En 2008 costaban 2,40 euros y en 2015, han subido 20 céntimos. El problema no es el precio, sino que les falta gracia y son demasiado contundentes. El pan es bueno, típico alentejano. La carta no ha cambiado mucho. En realidad, es prácticamente la misma que hace ocho años, pero tampoco han variado los precios, que en algún caso incluso han menguado, algo bastante común en Portugal. Aunque lo fundamental es que el São Rosas sigue sirviendo una comida honrada y cuidada en la que el arroz no es una guarnición de batalla, sino un guiso sabroso y en su punto, y las patatas fritas están muy ricas.

Cocinan como siempre unos mantecosos pezinhos (pies de cerdo) con ensalada (10.50 euros) y unos deliciosos choquinhos en su tinta fritos en aceite y vino tinto, acompañados con arroz y patata frita o cocida, a gusto del cliente (13.75, cincuenta céntimos más barato que en 2008). Otros platos de cocina regional bien presentados y que merecen la pena son la açorda de bacalhau (10.80), la sopa de tomate con pescado y verduras (18.95), que es un clásico del São Rosas, el bacalhau na grelha (18.75) y la garoupa (18.75) de cebolada con berbigão Bulhão Pato (un tipo de mero con berberechos a la marinera). Esta garoupa es la única novedad reseñable de la carta.

En las carnes, el cerdo es el rey con chispe (codillo) asado (15.95), migas (masa de pan y alguna verdura) con carne de cerdo (16.50), etcétera. Preparan unas apetitosas bochechas (carrilleras) de ternera en vino tinto (16.20) y no faltan las chuletas de cordero (16.75). Al final de la carta, sugieren algunos platos especiales que merecen la pena como las túberas (criadillas de tierra) con ajo y aceite (17.95) o en revuelto (15.50), la famosa sopa de beldroegas (verdolagas) con su queso y su huevo escalfado (12.50), rabo de buey con nabos (16.50), perdiz a la Gloria (22.85) o carrilleras de cerdo con migas de espárragos (14).

Como ven, es cocina burguesa contundente, tradicional, alentejana de toda la vida y bien servida: con cariño, esmero y generosidad. Entiendan que todos estos platos traen un acompañamiento abundante y tentador de arroz y patata y resistan la inercia de pedir dos platos porque sobrará. Eso sí, coronen la comida con un postre. Hay de todo: bizcocho de chocolate, dulces conventuales, natillas tostadas, encharcada, tocino de cielo, flan de agua de Estremoz (alrededor de 5 euros todos). Y si quieren desengrasar, hagan como un servidor: piña (4.25).

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