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Antonio Galán, nuevo deán de la catedral de Plasencia. :: hoy
El deán huye de las culebras

El deán huye de las culebras

Antonio Luis Galán preside el Cabildo Catedralicio de Plasencia

J. R. Alonso de la Torre

Martes, 8 de diciembre 2015, 08:47

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A Antonio le dan más miedo las culebras que ser inspector de curas. Antonio Luis Galán (Talayuela, 1951) es el nuevo deán de la catedral de Plasencia, es decir, presidirá el Cabildo Catedralicio o Capítulo de Canónigos y será una especie de inspector supremo de los sacerdotes de su diócesis. Esto no es moco de pavo porque la diócesis de Plasencia abarca tres provincias y dos regiones: se extiende desde Ledrada (Salamanca) hasta Guareña y desde Peraleda por el oeste hasta la Vía de la Plata, donde acaba la división medieval de esta extensa demarcación eclesiástica.

Antonio Luis Galán es cura tardío: profesó a los 29 años. Antes, disfrutó de una infancia tradicional y feliz en Talayuela en compañía de sus cinco hermanos y en el seno de una familia que vivía del tabaco y de la ganadería. Cuando creció, trabajó en una carpintería y después, en la central nuclear, cuando el dinero llegaba a espuertas hasta el punto de que llegó a ver a un trabajador de la nuclear encender un puro con un billete de 500 pesetas.

Un buen día, fue a Yuste y la liturgia de los jerónimos lo cautivó. Tuvo la suerte de encontrarse con una persona que le descubrió un mundo interior muy rico y se hizo sacerdote. Fue destinado como párroco a pueblos de colonización de la zona de Miajadas: Vivares, Valdehornillos y Casar de Miajadas. De aquí, saltó al rectorado del Seminario Menor de Plasencia para ser después párroco en Santa María la Mayor de Béjar y en Candelario, donde confiesa haber pasado sus mejores tiempos como sacerdote.

En Candelario es 'fichado' por Amadeo Rodríguez, obispo actual de Plasencia, como vicario de la zona norte, después llevará la vicaría de Asuntos Económicos y la de Patrimonio Cultural y diversas labores parroquiales. Además, escribe y publica libros como 'Talayuela tal como somos', donde pretende dejar claro que su pueblo no nació con el tabaco en los años 60, sino que tiene tanta historia que Alfonso X el Sabio mandó repoblar ese territorio, que ya aparece en una pragmática de los Reyes Católicos.

Otro de sus libros parte de una tradición muy conocida en su pueblo. Es más novelesco y se titula 'Los cuadros que llegaron a Talayuela'. Parte de un hecho cierto. Una condesa, siempre que iba de Madrid a Guadalupe, pernoctaba en unas habitaciones que tenía alquiladas a una familia de Talayuela. Era la época de las pinturas de Zurbarán en la sacristía de Guadalupe. Al morir la señora, nadie reclamó ningún mueble de esas habitaciones ni los cuadros que había en ellas. Unas descendientes de la familia, que tendrán ahora 75 años, miraban los cuadros y leían: San Bruno, Zurbarán. Cuando se fueron a estudiar a Salamanca, les hablaron de Zurbarán. «Pero si nosotros tenemos seis zurbaranes en casa», se sorprendieron. El problema es que esos cuadros habían desaparecido.

Al nuevo deán, le gusta escuchar música folclórica y ópera, compra en las tiendas del barrio y si se estresa, se relaja paseando por la dehesa o leyendo. Si el estrés se complica, su solución es sentarse en el sillón de casa y esperar a que pase el chaparrón porque, como ha leído en El Quijote: «Si el mal ha durado mucho, el bien ya está cerca».

El pasado 21 de noviembre, Antonio Luis Galán tomó posesión de su nuevo cargo de deán sustituyendo a Francisco Rico. Hasta entonces, su vida cotidiana solía comenzar a las siete y cuarto: se duchaba e iba a decir misa a las Hijas de la Caridad. Desayunaba con ellas y bajaba a la vicaría de Asuntos Económicos. Los lunes acostumbraba a viajar con el arquitecto visitando obras por la diócesis, los martes organizaba su vicaría, los miércoles se centraba en reuniones con colaboradores y a partir del jueves se dedicaba a su parroquia, ya fuera la de El Salvador, primero, o la de Nuestra Señora de Guadalupe en los últimos tiempos. Como deán, quizás tenga que hacer algún cambio en sus horarios, aunque seguirá disfrutando con el café y con las sopas de tomate y huyendo de las culebras.

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