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Una persona, un cargo

Que lo vendan como quieran, pero lo que hemos visto es que han querido quitarse de en medio al resistente Ropero, poniéndole un chupete con azúcar en la boca y que éste, que no se ha caído de un guindo, les ha hecho un corte de mangas tan grande como la argucia que tramaban contra su permanencia en la política de verdad

tomás martín tamayo

Sábado, 10 de octubre 2015, 00:28

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LA elección y posterior renuncia del socialista Ramón Ropero, alcalde de Villafranca de los Barros, como candidato al Senado por la provincia de Badajoz, se ha resuelto con celeridad y posiblemente sin más daños que el de dejar en evidencia a la dirección del PSOE. Que lo vendan como quieran, pero lo que hemos visto es que han querido quitarse de en medio al resistente Ropero, poniéndole un chupete con azúcar en la boca y que éste, que no se ha caído de un guindo, les ha hecho un corte de mangas tan grande como la argucia que tramaban contra su permanencia en la política de verdad. Ahora uno y otros podrán intentar rentabilizarlo en su favor, uno vendiendo su renuncia a Villafranca y a su electorado y los otros haciendo ver que ha predominado el principio de autoridad, pero la verdad es que uno, Vara, se ha columpiado, pasándose otra vez de listo, y que el otro, Ropero, ha empujado el columpio hasta estrellarlo contra el suelo. ¿No podían haberlo hablado, tan lejos están?

Ropero es de los que ven detrás de las esquinas y, como jugador de ajedrez, está pensando en el tercer o cuarto movimiento posterior, por lo que parece evidente que entre una canonjía bien remunerada pero inútil, como es el Senado, y ser alcalde de su pueblo y vicepresidente de la Diputación, que es un poder efectivo y cercano, ha optado por lo efectivo desechando el efectismo del relumbrón vacío. Él sabe que apartarlo de su pueblo para mandarlo al Senado era una treta, excesivamente infantil, para enviarlo a casa, echándolo de la política en cuatro años. Es como ponerle la fecha de caducidad en la frente. Pasada esta legislatura el candidato a alcalde de Villafranca sería su sustituto y sin el asidero del municipio lo más probable es que lo dieran por amortizado y tampoco lo llevaran para que repitiera en el Senado. Creo sinceramente que Ropero ha acertado.

Queda también en entredicho la utilidad del Senado, ese mastodonte inútil que sólo sirve para recoger elefantes moribundos, o asalariados a los que los partidos necesitan situar para no pagarles ellos y que lo hagamos los demás. Una institución de luces y coheterías, bien pertrechada de panderetas pero sin una función que no sea bla, bla, bla. Por resumir: ¡El Senado es leche migá! Y lo digo en plan finolis, porque un senador vasco de estrafalario peinado dice que «el Senado es una mierda pinchada en un palo». Pero en el todavía bipartidismo imperante, con su partitocracia montada, es algo muy útil y por eso las mayorías parlamentarias han pasado de un partido a otro, pero ninguno hace nada para evitarnos ese costosísimo gasto de mantener a 324 senadores, con toda la parafernalia que ello conlleva. Incluso mantienen los traductores del vasco y catalán, aunque todos hablan español. ¡Hasta en la Torre de Babel fueron más realistas!

Y para acabar por donde empecé, la dirección socialista debería consultar sus estrategias de régimen interior con los propios afectados, para no volver a verse en el bochorno de que sus argucias sean retransmitidas en vivo y en directo. Los listillos, que suelen ser gansos de corto vuelo, tienen poco juego cuando se encuentran con un listo. Y es el caso.

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