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¿Qué ha pasado hoy, 27 de marzo, en Extremadura?

Sin perder el rumbo

TERESIANO RODRÍGUEZ NÚÑEZ

Sábado, 4 de julio 2015, 00:19

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NO es verdad que la política sea la culpable de los calores sofocantes de la semana pasada. Si la política tuviera esos efectos perversos, ahora mismo estaría la cosa que arde. Pero ya ven. las previsiones daban para hoy en Extremadura una máxima de 35 grados, tanto en Badajoz como en Cáceres, con mínimas de entre 15 y 18 grados: noches fresquitas, a las que nos abonaríamos gustosamente para todo el verano. O sea, que el desalojo del PP del poder regional no ha tenido hasta ahora los efectos perversos que algunos suponían, especialmente tras haber recibido Fernández Vara en la investidura el apoyo de Podemos, en la coleta de cuyo jefe de filas algunos ven al mismísimo diablo: ya ven que la mañana parece primaveral. Aunque la prueba del nueve sobre la posible influencia de la política y los políticos en la temperatura ambiente la tendremos mañana. Si tal influencia existiera, el zarrapastroso referéndum sin pies ni cabeza convocado para mañana por el primer ministro griego Alexis Tsipras debería hacer arder no sólo la tierra firme de Grecia, sino todas sus islas y el mismísimo mar Egeo. Lo que está pasando en Grecia sí que es una tragedia, y no la de Medea que estos días representa en Mérida Ana Belén. Ya veremos a ver por donde les sale -a los griegos digo- tanto teatro.

Pero volvamos a Extremadura, que nos queda más a mano, y a lo mejor hasta podemos hacer algo por ella. El cambio que acaba de producirse en el gobierno de Extremadura suscita, como todo cambio importante, expectativas, esperanzas y temores. Cuantos acudimos a votar el pasado 24 de mayo dejamos en la urna con nuestro voto alguna expectativa, alguna esperanza. La sociedad española, incluida la extremeña, naturalmente, viene demandando cambios en la manera de hacer política, comenzando por la erradicación de los numerosos escándalos que salpican nuestra vida pública. Pero eso no basta. El cambio ha de comenzar en la propia concepción de la política, entendiéndola como servicio a la comunidad y no como 'modus vivendi'.

De esta actitud como punto de partida y base imprescindible nace la honradez. Y eso es lo que demanda la sociedad española, cualquiera que sea el partido en que militen sus líderes. Porque corrupción la ha habido en todos los partidos, mayor o menor, dependiendo en buena medida del poder de que han dispuesto y las oportunidades que han tenido. Algunos claman contra los sueldos de los políticos. Pero salvo que se trate de cantidades disparatadas, ese no es el problema. Problema es pagar a incompetentes por no hacer nada o hacerlo mal. O colocar en puestos de responsabilidad a quienes no tienen ni capacidad ni preparación para gestionarlos, sólo porque son magníficos palmeros y obsequiosos tiralevitas del jefe de turno. O crear puestos innecesarios -de confianza y libre designación dicen para justificar lo injustificable- para colocar a parientes y amiguetes. De quienes desvergonzadamente meten la mano en el cajón ni hace falta hablar. Pero no expulsemos de la política a los mejores, porque eso sí que empobrece a una sociedad. Y perdonen que me haya desviado con estas reflexiones.

Escuché el discurso de investidura de Guillermo Fernández Vara. No es que fuera un gran discurso ni creo que lo pretendiera. Habló de mil cosas y aun así desde la otra banda se le ha criticado por no haber mencionado ciertos temas. No hace mucho dije en este mismo espacio que los grandes problemas de Extremadura se reducen a media docena: todos los demás se derivan o son flecos de esos pocos. Lo mejor que me pareció ver en el discurso al que me refiero es que podría firmarlo cualquiera de los candidatos, lo que significa estar abierto a negociar con todos. Los temas apuntados y las líneas de actuación esbozadas estaban por encima de sectarismos y partidismos. Incluso me pregunto si ese tono medio no es algo buscado a propósito cuando no se dispone de mayoría, aunque F. Vara haya contado con el apoyo de Podemos para la investidura.

Si, como se ha dicho, este apoyo para formar gobierno no presupone ningún pacto anterior de gobierno, el nuevo presidente va a necesitar mucho equilibrio y no poca mano izquierda para sacar adelante cualquier proyecto. Parece claro que hemos entrado en una nueva etapa política con la desaparición de las grandes mayorías en torno a dos partidos hegemónicos y el surgimiento de nuevos partidos. Esa nueva realidad obliga a todos a buscar su reubicación en el nuevo arco político. La negociación se hará imprescindible para alcanzar acuerdos. Pero se mirará con lupa adonde se arrima cada uno. En este mismo espacio dije antes de las elecciones de mayo que se iba a ir a votar con un ojo puesto en las autonómicas y otro en las generales de noviembre. El partido emergente que más está dando que hablar es Podemos. Se mueven ya como por terreno conquistado. Y sin embargo, donde piensan dar la batalla en busca de la victoria total es en las generales de noviembre, cuyo resultado está por ver. Los antecedentes, afectos e inclinaciones políticas les sitúan en el populismo bolivariano de Maduro y en el izquierdismo radical de Tsipras y Varufaquis, a quienes fueron a mostrar su apoyo hace unos días. La situación política, económica y social de Venezuela no es la mejor carta de recomendación. Y el ciempiés que tienen montado en Grecia con el referéndum de mañana, que no es más que una huida hacia adelante a falta de cualquier medida razonable para salir del atolladero en que está metido el país, marcan la talla política de estos salvapatrias de la izquierda radical. No se me ocurre pensar que ni G. Fernández Vara ahora ni el PSOE en noviembre vayan a salir de los caminos de una socialdemocracia contrastada para adentrarse en los escabrosos territorios de Podemos. Sería un error histórico.

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