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Celestino J. Vinagre
Miércoles, 27 de mayo 2015, 07:23
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De la euforia desatada a la resignación doliente van cuatro años en Izquierda Unida en Extremadura. De la imagen de una sede regional atiborrada de militantes, clamando tanto por la pérdida de la Junta por el PSOE como por la entrada de sus tres diputados en la Asamblea, se pasó hace tres noches a un silencio conventual y la presencia de casi más periodistas que integrantes izquierdistas. El batacazo electoral, no solo en las autonómicas sino también en los municipios de la región (solo aparece en Mérida y en Villanueva de la Serena de entre los siete más poblados), reabre en IU una etapa casi olvidada en sus bases por el peso mediático y político disfrutado en esta legislatura. «Hay que volver a cruzar el desierto, como cada ocho años», resumió fatalista Pedro Escobar en el aciago domingo electoral.
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